Por Victoria Lencina *
Su primer documental en conjunto, Foto Estudio Luisita, pasó por la sala Lugones del Teatro San Martín, el Malba Cine, y está disponible en Cine.ar Play. Sus registros están al servicio de la comunidad y reivindican con amorosidad los tesoros más importantes del patrimonio cultural nacional. Sol Miraglia y Hugo Manso, jóvenes cineastas con un gran futuro por delante, acaban de presentar Cuando el Olimpo choca con la Pampa en la 22º edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI). Una película-documento sobre la obra de Ricardo Cinalli, artista plástico santafesino radicado en Reino Unido, cuyos murales de dimensiones titánicas enloquecieron al público europeo durante los años ‘80.
¿Se puede proteger al arte de su desaparición? Ruinas, desalojos, humedad, intemperie, remodelaciones y refacciones suelen ser factores que atentan contra la estabilidad de una obra. Sin embargo, el olvido sigue siendo la más atroz de las extinciones. En 2018, Sol Miraglia y Hugo Manso recibieron el Premio del Público en el marco de la Competencia Argentina de la 21º edición del BAFICI por su ópera prima, Foto Estudio Luisita. Tomando como punto de partida los recuerdos de la fotógrafa Luisita Escarria, el documental invitaba a los espectadores a un ejercicio de memoria popular. Luisa era una de las grandes retratistas del espectáculo argentino y por su estudio fotográfico habían pasado prácticamente todas las estrellas del años ‘60, ‘70 y ‘80. Una lista que incluye a Moria Casán, Susana Giménez, Albero Olmedo, Jorge Porcel, Atahualpa Yupanqui, entre otros. El documental nos aproximaba al cruce entre la vida profesional de Luisa y la historia de los ídolos populares nacionales. Pero, también, emitía una crítica sobre una postura que suele inmiscuirse en el inconsciente colectivo que es la noción de pasado entendida como tiempo obsoleto. La necesidad de revisar, revalidar, reposicionar y homenajear a una artista “del pasado” no sólo hace un acto de justicia poética, sino también provoca el reencuentro del público con el patrimonio cultural argentino.
El olvido se vuelve impracticable desde el momento en que se ejercita la memoria. Husmear archivos personales, descubrir cajas con más de 20.000 fotografías, revisitar espacios como el Teatro Maipo y concederle al artista una muestra-homenaje sobre su trayectoria fotográfica son formas de volver a aproximar al público con las obras y de que las obras se vuelvan a encontrar con su público. Esa es la gran virtud de Foto Estudio Luisita. Un recorrido amoroso sobre la historia popular argentina que desconoce prejuicios. Durante muchos años y, aún en la actualidad, existe una resistencia a reconocer lo popular como arte. Entendidos como “lo merza” y “lo grasa”, el teatro de revistas, el varieté, el music-hall han sido desprestigiados, calificados como lo más bajo de una sociedad. Por eso, no deja de ser admirable el gesto de Sol Miraglia y de Hugo Manso de volver a explorar estos intersticios, representarlos y problematizarlos.

El universo Cinalli
En 2018, la dupla cinematográfica Miraglia-Manso quedó fascinada con la obra de Ricardo Cinalli, luego de haber pasado una estadía recreativa en su casa londinense. Y, en ese mismo año, comenzaron el rodaje de su segundo documental, Cuando el Olimpo choca con La Pampa, que acaba de presentarse en la última edición del Bafici. Ricardo Cinalli, artista plástico, oriundo de Santa Fé y radicado en Inglaterra desde 1973, está en la madurez de su vida y fue integrante de un importante movimiento contracultural, a comienzos de los años ‘80, denominado The New Georgians. La casa en la que habita Cinalli hace eco de su estilo pictórico en tanto se trata de un inmueble restaurado que contiene retratos pseudo-cubistas, esculturas clásicas y murales inspirados en la obra de Miguel Ángel. Se trata de un artista que ha gozado de un reconocimiento internacional en la década del ‘80 y del ‘90, pero al que recientemente le han removido una obra de la cúpula de un edificio londinense con el argumento de “renovación y modernismo”. Nuevamente, emerge el equívoco de comprender el pasado como tiempo vetusto que necesita actualizarse. Allí, comienza el nuevo derrotero de Sol Miraglia y Hugo Manso, los directores que protegen al arte del olvido, para reconectar a los artistas y las obras con su público.
¿Cómo inició el vínculo con Ricardo?
Sol Miraglia: A Ricardo lo conocí hace 15 años porque es amigo de mi papá. Desde ahí entablamos una amistad muy linda. El vínculo siempre tuvo ese espíritu de salir a caminar y no saber bien a dónde terminaba el recorrido. No nos vimos por un tiempo. Él había estado enfermo y si venía a Buenos Aires no nos encontrábamos. Diez años después, en un asado, nos reencontramos. Con Hugo estábamos planeando un viaje a Europa y Ricardo nos invitó a su casa ubicada en Londres. Y fuimos y nos fascinó el lugar.

¿Cómo surgió el proyecto de la película?
Hugo Manso: cuando estuvimos viviendo 15 días en la casa de Ricardo que tiene un estilo georgiano del siglo XVIII nos fascinó. Su cuerpo era toda su casa. El amor a primera vista se dio por ver a este hombre que había creado su propio universo, fuera del tiempo que existe en las megalópolis de Londres, Nueva York y París. Un hombre que era él mismo y no dependía de nada ni de nadie, simplemente estaba ahí, fluyendo en el tiempo. Un tiempo no habitual, diferente al nuestro que se organiza al ir corriendo detrás de las cosas. Él creó su propio tiempo. Y eso me quedó picando en la cabeza. Cuando volvíamos a Buenos Aires, le dije a Sol: “tenemos que hacer un documental sobre Ricardo”.
¿Cuál fue la reacción de Ricardo cuando le propusieron protagonizar la película?
HM: Lo primero que nos dijo fue: “¿a alguien le va a interesar una película sobre mí?” Ricardo tuvo una explosión de su obra en los ‘80 y en los ‘90. Pero, después, su proyección internacional empezó a perder fuerza; sobre todo, en Argentina. Él estuvo en el 2005 en el Museo de Bellas Artes y en el Centro Cultural Recoleta, pero después no volvió a exponer acá. Se empezaron a cerrar las puertas o quizás él no hizo tanta fuerza para que se abran. No lo sé.
SM: En un momento, el arte contemporáneo empezó a eclipsar y empezaron a aparecer muchos artistas diciendo que el virtuosismo debía morir.
¿Cuál fue la recepción del documental en el mundo del arte?
SM: Hubo muchas negativas en el mundo del arte. A él le decían: “tu obra no encaja en la moda de hoy”. Para nosotros, no existen ni los tópicos ni las modas. El arte es bastante complejo en eso y uno se queda como que el arte forma parte de ese circuito.
HM: Sí, muchos artistas plásticos de nuestra edad nos preguntaban por qué íbamos a hacer un documental sobre Ricardo Cinalli. Para ellos, esos pintores debían morir. El mundo del arte es muy dictatorial, muy cerrado. Nos pasó con Luista, también, en el ámbito de la fotografía.
SM: Sí, hay algo con las modas y lo elitista que la verdad no termino de entender. Lo que sí nos damos cuenta es que con las películas se abren puertas que antes estaban cerradas. Una vez mostré una especie de teaser del final de la peli y una chica, estudiante de la UNA, me dijo: “estos pintores virtuosistas trabajan con asistentes”. Y, la verdad, Ricardo nunca tuvo asistentes, siempre trabajó solo. Muchos artistas y estudiantes de artes visuales tienen el pre-concepto de que ese arte es fétido.
¿Por qué creen que existen esos prejuicios?
HM: creo que es porque no conocían a Ricardo o solamente conocían la superficie de su obra. Creo que no sabían que detrás de esa obra había un importante movimiento contracultural como el The New Georgians y que ese fenómeno no se está renovando actualmente. Nos llamó mucho la atención que no se le estuviera dando bola a un artista y a un movimiento que está desapareciendo. No solamente la obra de Ricardo, sino también la lucha de Ricardo contra el tiempo. Hay mucho compromiso y esfuerzo detrás. Hay que entender que mucha gente eligió un estilo de vida que probablemente nosotros no nos animemos a elegir. Cada uno puede tener su propio universo y ahí es donde reside la libertad del artista.
¿Cuánto duró el rodaje? ¿Y cómo fue la experiencia de convivencia con Ricardo?
HM: la primera vez fuimos sólo de vacaciones a su casa ubicada en Londres. Después, cuando volvimos, estuvimos como dos meses filmando. Fue muy intenso. Estuvimos en Londres, en Grecia y en Uruguay. Y, con la convivencia, mirá, Sol y yo somos pareja. Si nosotros no nos amamos no podríamos estar juntos. Lo mismo pasa con el personaje al que estamos registrando y editando durante 4 años. Es un tercero en la pareja. Es algo muy familiar que se genera. El documental es un proceso humano que se va generando con los años y, después, si gusta o no gusta la película es otra historia.
SM: La experiencia fue la de convivir con el incierto. Teníamos una idea y salíamos a caminar con Ricardo sin saber bien a dónde íbamos a terminar. Me gustaba mucho eso de ir a la deriva y seguir al artista.

¿Qué les atrajo de Ricardo?
HM: Lo que nos atrajo de Ricardo es que no está en el tope de su carrera. No es un artista híper-valorado ni un ícono nacional. Eso es lindo porque ahí hay un brillo. Ricardo no tiene clase. Él vive bien en Londres. Una vez terminamos en un castillo en Kent que tenía un estilo parecido al de la serie The Crown. Pero también estuvimos en Santa Fe con un hombre que le leía el futuro con un péndulo. Ricardo tiene conexión con todo. Está abierto a todo. Tenemos más de 120 horas de filmación. Tuvimos la peli atragantada un año. Iba a estar en el Bafici del 2020, pero con la pandemia, para nosotros, fue muy difícil. Una película es como un hijo. Son procesos muy largos. En Argentina, el documental tiene presupuestos muy chicos. No es que nosotros ganamos dinero con esta película. Lo que nosotros queremos es que la gente conozca a Ricardo, como nos pasó con Luisita. Es lindo lo que pasa porque hay chicos y chicas muy jóvenes, estudiantes de arte y artistas que vienen a ver la peli. Para nosotros, es hermoso que pase eso porque sentimos que se encuentra la generación de Ricardo con la de los Millennials.
Encuentros cercanos del tipo online
En 2020, se empezaron a ensayar ediciones online de los festivales de cine y surgió la ventana “jueves estreno” impulsada por el INCAA. Ustedes recién comentaban que Cuando el Olimpo choca con la Pampa estuvo guardada durante un año. ¿Por qué? ¿A qué se debió esta decisión?
SM: El año pasado, Javier (Porta Fouz) y el equipo nos habían invitado a formar parte de la Competencia Internacional del Bafici. Se cancela el festival y, en paralelo, lo hacen otros festivales por la pandemia.
HM: Decidimos guardarla y esperar la reapertura de las salas cinematográficas. Nosotros teníamos la ilusión de mostrarla aunque sea una sola vez en cines. Lo que nos gustó de esta nueva edición del Bafici fue, por un lado, la idea romántica de mostrar la película en el cine Gaumont y, por otro lado, como el festival también tenía su edición online se federalizaron los visionados. La película la vio gente de Tucumán y otras provincias en el mismo momento en que otros espectadores la estaban viendo en el cine. Es hermoso que pase eso. Si bien con el streaming se pierde el costado romántico de la sala cinematográfica, la verdad es que la película llegó a mucha gente. Nos mandaban fotos de personas viéndola en una computadora en Salto Grande, Santa Fe, donde nació Ricardo. Creo que el streaming en los festivales de cine se va a sostener. Están acercando un cine que no queda sólo en Buenos Aires.

¿Qué opinan de las ediciones online de los festivales y de los estrenos on demand?
SM: Sé que, para ficciones, Cinear fue re importante en la pandemia porque hay ficciones que llegaron a tener 70.000 visionados. Nosotros, por ejemplo, con Luisita habremos tenido 3.000 espectadores entre las funciones comerciales y el Bafici. Y, de repente, con la pandemia se proyectó en Malba online y, en un fin de semana, alcanzó los 2.000 visionados. Foto Estudio Luisita la vio más gente en la cuarentena que cuando hicimos los estrenos comerciales.
HM: Sí, creo que el streaming nos ayuda más a los que hacemos cine chiquito. Llegamos directo al living de la casa y eso es un sueño. Es hermoso.
¿Se puede hablar de próximos proyectos?
SM: En la pandemia hice “Café de Kinema” que es un cortometraje sobre un café de viejos de Tokio. Lo presenté ahora en la Competencia Oficial Argentina de Cortometrajes del Bafici. En la desolación desamparada de la pandemia, me puse a editar unos videos de viaje que hice en Japón hace 6 años y me encontré con este material sobre un bar de Tokio que me había gustado mucho. Me había llamado la atención este lugar ubicado en los suburbios que está alejado del caos y tiene otros tiempos, otros ritmos. Me llaman la atención estos lugares que están desapareciendo y a los que nadie pareciera darles mucha bola.
HM: En conjunto, tenemos otros tres proyectos. Íbamos a viajar a París en 2020 para trabajar en un nuevo documental sobre Ricardo Martínez Paz. Es un documental que tenemos muchas ganas de hacer y nos dolió mucho no poder llevarlo adelante aún. También tenemos un proyecto en el Hospital de Clínicas que se truncó en la pandemia ya que no podemos ingresar a filmar. Y tenemos otro proyecto documental sobre Manuel Puig.
(*) Licenciada en Artes. Columnista de Abramos la Boca (lunes a viernes de 16 a 18)
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