Lucy Patané le rindió culto a la guitarra en un show consagratorio

Por Nehuén Gusmerotti *

Vivimos en una época necesitada de ponderar hechos como históricos. El mejor gol, el show más grande, el mejor presidente. Muchas veces esas afirmaciones se basan en la propia liviandad de la internet, basta solo revisar un poco la historia misma para quitarle algunos status tan altos. Por eso, para decir que lo de Lucy Patané el sábado pasado en Vorterix fue histórico, hace falta fundamentarlo. Para quienes venímos siguiendo la carrera solista de la ex Las Taradas, la Cosa Mostra, entre otras, la experiencia alterna entre que ya no sea una sorpresa su performance, con que nos sorprende cada vez que la vemos sobre un escenario. Es que Lucy es una guitarrista de vivo, sus discos son excepcionales, pero en vivo… en vivo se experimenta algo que difícilmente alguien pueda registrarlo en una cinta que no sea la propia piel de quienes lo viven.

Ahora la pregunta, ¿Por qué es histórico lo de Lucy en Vorterix?

Hace poco más de un año presentó Hija de Ruta, segundo disco solista, en Niceto. Fue el segundo Niceto para la oriunda del sur bonaerense, que ya empezaba a mostrar que el recinto del Palermo le quedaba chico. Tras mucha ruta, Vorterix fue un salto de convocatoria y producción para cerrar la gira de este álbum. Lucy no solo llenó el teatro de Lacroze, sino que además desplegó un show grande, de esos que dan la sensación de romper el techo. Desde el vestuario futurista, con la propia guitarrista engalanada en un traje iridiscente y sus músicos acompañándola como salidos de una película de Mad Max, a la selección de invitadas y lista de temas. Lucy no solo dio el paso lógico de llegar a un espacio de más convocatoria, lo hizo poniendo sobre las tablas un show que pide pistas más grandes.

Las elegidas para abrir la noche fueron las chicas de Isla Mujeres. Mientras en el exterior caían torrentes de agua del cielo, la banda desplegó algunos clásicos con un show corto y contundente, muy rockero, que mostró perfectamente las dos facetas del cuarteto. Canciones sutiles con ribetes indie, rabia punk rock. Dependiendo del momento, eran Elena Radiciott y Faustina Sagasti, bajo y bata de la banda, o Amparo Torres, guitarrista, quien tomaban el protagonismo. “Cuida tu Rareza”, “Mala Influencia” o “Pagando de Más” fueron algunas de las elegidas de Barato Ideal, su más reciente disco, ante una ya interesante cantidad de público. Gran nivel y presente para la banda platense.

Cuando llegó el momento de Lucy, las luces se apagaron y comenzó el viaje. Una puesta en escena sin pantallas, pero con aires futuristas en los vestuarios y en el inicio, desde la oscuridad, revelando cara a cara los músicos que serían parte de su armada. “Vecindario” y “Lo Caro”, los dos primeros cañonazos que disparó Lucy desde su Gibson en los que mostró que con sus temas hace lo que quiere, como una especie de Jack White hardcore suburbano.

La lista estuvo fundamentalmente centrada, sobre todo la primera mitad de la noche, en temas de Hija de Ruta. De todo el disco solo quedaron fuera los últimos dos, “Restos Fósiles” y “Estoy Aburrida”. Aunque también hubo muchas de su primer disco homónimo y una selección exquisita de covers, todos con invitadas en el escenario. La primera en aparecer fue Paula Trama de Los Besos. Con ella hizo “Muchacha Desquiciada”, de su proyecto Lesbiandrama. La Piba Berreta también fue parte de la larga lista de invitadas, en este caso para sumarse a la primera del disco anterior, “Clavícula”, y la frenética “Vinieron a Buscar la Paga”. Las Parkour en el Geriátrico acompañaron gran parte de la noche con un trío de voces corales que se lució en temas como “Tu Dialecto” y “Dock Sud”. Siguiendo con la larga lista de invitadas tuvimos a Meli Xilas en saxo sumándose a “Cinturón”, Lucy Storino de Dum Chica en “Bukakke” y las Isla Mujeres volvieron a las tablas para hacer con Lucy una recontra polenta “Tengo un Plan” de las teloneras.

Todo ese presente del rock argentino condensado en un solo show debería ser suficiente motivo para seguir dotando la noche del sábado de histórica, pero aún hay más. Lucy no solo es presente, es todo su pasado. Argentina, el conurbano sur, el rock vernáculo que desde los márgenes se ganó por peso propio un lugar en la historia grande, Vox Dei, como un reflejo del propio camino recorrido. Lucy le rindió un tributo descomunal al trío del sur con una versión de “Génesis” que mantuvo a este redactor con la piel erizada durante varios minutos. Por si fuera poco, tuvo a la par la voz de Vivi Scaliza que nos caló hasta los huesos. Debo decir que tuve la suerte de ver alguna vez al gran Willy Quiroga hacer este tema en vivo, dicho esto, la versión hecha por Scaliza y Patané es la mejor que escuché jamás. El respeto, la potencia y el talento con la que lo interpretaron fue conmovedor.

Igualmente, la bomba de la noche fue “un regalo para todos ustedes” en las manos de Lucy. A pocos temas del cierre, para sorpresa de prácticamente todo Vorterix, las cuerdas fluor comenzaron a escupir los riffs de “Tu Veneno” y Natalia Oreiro entró a escena para hacer juntas uno de los grandes clásicos de la carrera de la argento-uruguaya con quien compartió gira rusa hace varios años. Perlita distintiva de una noche que tuvo underground, tuvo mainstream, tuvo pasado y tuvo un enorme contenido de presente. ¿Todavía les quedan dudas de que se trató de una noche histórica?

Los bises tuvieron todo lo que es Lucy. “Búhos” con una Lucy sola, íntima, bajando la exaltación dejada por el paso de Oreiro por el escenario, llevándonos a todos a la más suave de las canciones. Luego, un clásico, “En Toneles”. Vorterix desencajado por un tema en que Lucy Patané desprecia la distorsión para reventarnos el cráneo con una guitarra acústica galopante. Y el cierre, “Trámites Burocráticos”, esa que desde que le pusimos play en el disco le vimos pasta de cierra conciertos. Frenética, criolla, actual, rockera hasta la médula. Un cierre a la altura de la noche, y nosotros nuevamente sin entender del todo que es lo que vimos.

Lucy Patané le rindió culto a la guitarra por más de dos horas y volvió a demostrar que tiene credenciales de sobra para empezar a mirar de cerca la mesa de quienes hicieron grande a la guitarra rockera argentina. En vivo es capaz de hacer lo que quiera con esas seis cuerdas, y con todos nosotros. Te conmueve hasta la ternura más dulce e íntima, segundos después hace que todo el cuerpo te vibre de rabia con riffs setenteros cargados de presente. Su poder con una guitarra es tan grande que hace explotar a su público más con sus solos y riffs que con los estribillos de sus canciones. “Esto que hacemos acá, la IA nunca va a poder igualarlo, un grupo de gente en un lugar no puede imitarse”, dijo cerca del cierre de la noche, y es verdad, lo que pasa en vivo cuando uno la ve tocar es inexplicable, a decir verdad, esta reseña no le hace honor ni de lejos.

¿Si el show del sábado fue histórico? Podría sumar varios argumentos más a la lista desplegada anteriormente. Pero hay algo que también es inexplicable. La sensación de ver a Lucy Patané y saber, con total certeza, que estamos viendo a una de las más grandes de nuestra generación y que algunos pasos en su carrera son piezas únicas de una artista que va a quedar grabada en la historia grande de nuestra música. El tiempo dirá si estamos o no en lo cierto, pero hasta ahora, Lucy Patané es lo más grande que le pasó a la guitarra argentina en lo que va del siglo, y en un país como este, eso no es decir poco.