Sholz y Putin. De nazis y comunistas. Mucha historia y un futuro. Las extrañas desventuras de la OTAN. De atlantistas y multipolares. Otro salto de calidad. Chancay. De ideologistas y pragmáticos. Un mega puerto, muy mega.
Por Gabriel Fernández *
UN LLAMADO Y LA SONRISA DE PUTIN. La noticia se difundió con una gracia no exenta de desprecio por los lectores. Tras el revelador diálogo entre el canciller alemán Olaf Sholz y el presidente ruso Vladimir Putin, las agencias occidentales -reproducidas sin pudor por los medios más variados- apuntaron que “El líder alemán, que vive un momento débil en su Ejecutivo y que celebrará elecciones anticipadas el próximo 23 de febrero, le hizo ver a Putin que Rusia no ha alcanzado sus objetivos de guerra en más de dos años y medio. Además, le cuestionó el haber atacado infraestructuras civiles en Ucrania y el haber mandado soldados norcoreanos al frente”.
Si claro. Seguro.
Este periodista sugiere dejar las mentiras infantiles y afrontar la realidad. El gobierno de la República Federal de Alemania, en proceso de licuefacción, admitió que su otrora próspera economía se hundió desde el arranque del conflicto euroasiático; la transferencia de ingresos de las zonas productivas hacia la Defensa, las sanciones contra la Federación y las limitaciones al comercio con China, la destrucción del Nord Stream y la consecuente reducción del mercado interno, entre otros factores, configuraron un derrumbe en tiempo récord.
La ampliación de los BRICS concretada en Kazán, las preferencias anti atlantistas de los pueblos europeos evidenciadas en los comicios desplegados durante el año en curso y el triunfo de Donald Trump en las recientes elecciones norteamericanas, terminaron por rediseñar el horizonte. Las dirigencias políticas germanas coincidieron mayoritariamente en hacer caso omiso de las recomendaciones de una Unión Europea (UE) gobernada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y solicitar un salvavidas a la “autocracia” del Oso para afrontar el nuevo ciclo con algunas esperanzas.
Ese fue el sentido de la conversación telefónica entre Putin y Sholz. El modelo de estrujar sociedades para canalizar, a través del Estado, los recursos en beneficio de las corporaciones financieras que orientan a su asociación bélica, está mostrando sus límites. Lo había advertido el primer ministro húngaro Viktor Orbán, lo esbozó sin gran alharaca el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, y por supuesto lo sugirió con gran estilo el líder chino Xi Jingpin. Así, las cosas no funcionan. Las imposiciones del centro Occidental, absurdamente obedecidas por tantas administraciones de la UE, sumieron al Viejo Continente en una situación que lo equipara con las despreciadas y depreciadas (pero hoy fortalecidas), regiones periféricas del planeta.
En la cabeza de quienes ahora intentan virar, empezando por Sholz, está la percepción de una victoria rusa en Ucrania sin atenuantes, de un Trump que necesita reorientar sus presupuestos en dirección local, y de un conglomerado que se afirma en sintonía productiva: los BRICS +, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la Liga Arabe, la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN), la Unión Africana (UA), la Unión Económica Euroasiática (UEE) y, por supuesto, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
El mundo había modificado su equilibrio un año atrás -usted lo sabe, lector- y el cambio se ha consolidado.
El nuevo vínculo entre Alemania y Rusia generó “enfado” en el actor y presidente Volodímir Oleksándrovich Zelenski. A nadie importa. Ninguno de los referentes de la OTAN y de la UE -mucho menos los presuntamente distantes “analistas” de Davos– admiten lo evidente: insuflaron tambores de guerra, al menos desde 2014, para provocar a la Federación con la expansión fronteriza de la presencia atlantista, fomentaron los hechos represivos sobre la población pro rusa en el Donbás, inflaron con armamentos a Kiev y encima birlaron los territorios fértiles que podrían ayudar a reconfigurar una Ucrania derruida por el conflicto.
¿A quién le importa Ucrania? A decir verdad, solo a Rusia -a la Rus de Moscú, emparentada históricamente con la Rus de Kiev– y, en segunda instancia, a China. De todos los hipócritas que dinamitaron las zonas linderas en nombre de la “democracia” (risas opacas) y anunciaron que la contienda persistiría hasta el último ucraniano mientras anticipaban los planes de Putin para hacerse del control planetario (más risas, con amplio sesgo irónico), ninguno admite brindar la conferencia de prensa en la cual se anuncie la derrota de las premisas occidentales.
EL EFECTO PIMPINELA. Pero el acercamiento entre alemanes y rusos contiene demasiados asuntos que impiden lecturas sencillas.
A partir de la unificación del Imperio alemán en 1871 los lazos que les unían fueron reforzados por una serie de tratados internacionales y pactos impulsados por Otto von Bismarck. Sin embargo, la reorientación de la política exterior germana en la década de 1890 gestó un distanciamiento y, como contracara, una aproximación entre Rusia y Francia, no solo en lo político sino también en el campo de las finanzas y de la planificación militar.
Esta situación generó en Alemania una filosofía auto centrada que influyó en su diseño militar. La historia de las relaciones previas a la Gran Guerra está llena de virajes y cambios, con periodos de cooperación, incluso de amistad, que se alternaron con otros de guerra y conflicto. La invasión napoleónica de Rusia, liderada por Napoleón en 1812, fue un punto de inflexión para todo el globo. La campaña redujo a las fuerzas de invasión francesas y aliadas a menos del veinte por ciento de su capacidad inicial. Alemania observó con detenimiento.
Pero esto no fue todo para una pareja enredada en un tango feroz. El Tratado de no Agresión entre Alemania y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), de manera oficial, también conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov fue suscripto entre la Alemania nazi y la Unión Soviética por los ministros de Asuntos Exteriores de estos países, Joachim von Ribbentrop y Viacheslav Molotov. Fue firmado en Moscú, el 23 de agosto de 1939, nueve días antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial. Así, al iniciar el conflicto, repartieron el territorio de la Segunda República Polaca, y establecieron su frontera en el río Vístula. Sin embargo, los efectos del tratado disminuyeron al avanzar una extrema ideologización de la conducción nacional socialista. En 1941 los nazis resolvieron invadir Rusia.
El 22 de junio de ese año, Alemania emprendió un gran ataque a la Unión Soviética. El mismo tuvo el nombre de Operación Barbarroja y fue elaborado con detenimiento, durante meses, por Adolf Hitler y su comandancia. La operación puso en acción el plan de la Alemania nazi de conquistar la zona occidental rusa para repoblarla de alemanes. El programa germano tenía como objetivo utilizar a los conquistados como mano de obra esclava para sostener la guerra del Eje, mientras se adueñaba de las reservas de petróleo del Cáucaso, así como los recursos agrícolas de Ucrania. Su objetivo último incluía la deportación masiva a Siberia y la obtención de más espacio para Alemania.
Qué disparate. Es posible indicar que, con ese movimiento, Alemania perdió la Gran Guerra. Y, colateralmente, disparó los mejores recursos patrióticos de la Rusia revolucionaria.
A partir del cierre de la Guerra Fría, Alemania y Rusia desplegaron una “asociación estratégica” en la cual la energía resultó uno de los factores esenciales. Alemania depende hoy de la energía rusa y es posible trazar un paralelo indicando que Rusia necesita las inversiones de la industria pesada alemana para desarrollar su infraestructura. Por lo demás, se fue acrecentando el intercambio comercial, así como las relaciones culturales entre estas naciones.
Con la provocación alentada por la alianza atlántica, que derivó en la guerra de Ucrania, todo se desbarató. Eso fue diseccionado renglones más arriba. Mientras la Federación goza de buena salud, Alemania padece la caída impuesta por sus “aliados”. Resulta pertinente indicar que los intereses geoeconómicos de base en cada país, persisten. Ellos son la clave del vínculo.
En 2022, un año después de dejar el gobierno, Angela Merkel sostuvo que la acción rusa sobre el Donbás no la sorprendió y que los problemas vigentes debían rastrearse en los errores de la gestión Sholz en política exterior. Esos yerros, para la ex canciller, tienen nombres claros: Ucrania, Transnistria, Moldavia, Georgia, Abjasia, Siria y Libia. Poco después de sus declaraciones, el esquema comunicacional occidental la imputó airadamente de sostener buenas relaciones con Vladimir Putin, el “autócrata”. Merkel no lo desmintió.
Esto es muy sintético. Pero deja una huella que habrá que considerar en el tramo venidero, pues como se observa, nada es predecible en la ciclotímica pareja que componen Rusia y Alemania.
SOBRE ASCENSOS Y DESCENSOS. Esta secuencia se inició aprovechando la “información” occidental para insertar algo de humor. Es dable seguir en la misma tónica. Durante la cobertura de la reunión en Kazán efectuada por la Agencia EFE y difundida a través de numerosos espacios periodísticos, se puso de relieve “el gran esfuerzo” realizado por el Kremlin para romper su “aislamiento”. Sin temor al traspié, los responsables de la narración explicaron, en el epígrafe de cada imagen con Putin dando la bienvenida a los visitantes, que los gestos de amabilidad estaban direccionados a evidenciar buen trato del anfitrión.
Sin solazarse con el ridículo de colegas bien remunerados, este cronista prefiere orientar la nota hacia la comprensión del renovado panorama troquelado luego del comicio explosivo en el país del Norte. Vale, en ese sentido, considerar algunas observaciones del analista Walter Formento, que suele cooperar con la dimensión radial ofrecida en la Gráfica. Entre otras cosas, indicó que “El triunfo de Trump trae un reacomodamiento de las relaciones de poder internacionales, impacta en la contradicción principal entre multipolaridad y unilateralismo global que involucra a Latinoamérica.”
¿Cómo se identifica ese impacto? “Debilita el posicionamiento de los actores financieros globales al interior de los Estados Unidos, y esto profundiza las tensiones entre continentalistas y globalistas”. Esa tirantez ¿puede derivar en un conflicto interno de importantes proporciones? “Desde el 2001 en ese país se viene desarrollando una guerra civil larvada en ascenso que con Trump se va a tensionar. La división entre los dos grandes grupos atraviesa a las Fuerzas Armadas. Uno se expresa en la OTAN y el otro en el Comando Sur”.
Está claro que el perfil bélico es vigoroso en la nación más hostil del planeta. Alguna vez Martin Luther King apuntó que “Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual”. Quién sabe si resultará posible reposicionar a los Estados Unidos como potencia industrial en menoscabo de los intereses financieros. Al respecto precisa Formento: “Trump necesita salir de las guerras de Ucrania, Taiwan y Gaza para debilitar el poder de la OTAN y Davos. Lo apoyan los grupos económicos vinculados a Rockefeller que respaldan al Comando Sur que acciona en Latinoamérica y el Caribe”.
Vale ahondar en el sentido: “Los grados de libertad que tiene el Comando Sur para profundizar su despliegue en Latinoamérica y el Caribe están condicionados por el conflicto interno de los Estados Unidos”. La lectura atenta de este párrafo permite inferir algunos de los desafíos que deberá afrontar nuestra región en el corto plazo.
Para brindar a esas precisiones su justa importancia, es pertinente atisbar la tendencia: “La oligarquía financiera globalista, que reina en Davos y comanda la OTAN, está en declive estratégico porque su acumulación económica no viene de la producción sino de la especulación. Van hacia una derrota porque se enfrentan contra Rusia, India, China, Pakistán, Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes que nunca se hubieran unido si no fuera por la amenaza de Davos y la OTAN. Su derrota electoral fue una batalla de la guerra civil. Es la etapa de declive del imperio norteamericano, lo que va a suceder es la agudización de la contradicción al interior de los Estados Unidos”.
Entonces es relevante comprender quién gana. “Los BRICS están en ascenso. China e India tienen 1400 millones de habitantes cada una. China tiene una tasa de natalidad mucho más baja que la de la India, por eso tratan de que las familias tengan dos hijos. Tienen que mirarse en el espejo de la India. Estados Unidos y Gran Bretaña ya no son espejo del futuro sino de la declinación”.
CHANCAY, MEGA PRAGMATISMO. Otros asuntos, que bien podrían interesar al público argentino, alcanzaron mayor trascendencia que difusión. El reciente jueves, 14 de noviembre, se inauguró el complejo portuario de Chancay, ubicado a unos 70 kilómetros al norte de Lima. Se trata de un gigantesco proyecto liderado por Cosco Shipping Company, empresa estatal china dedicada al transporte marítimo, con una inversión total prevista de US$3.400 millones, para construir un complejo de 15 muelles, oficinas, servicios logísticos y un túnel de 2 kilómetros de largo para dar salida a la carga.
Ocho años después del inicio de las obras y coincidiendo con la visita del presidente chino, Xi Jinping, se puso en marcha la primera fase de una infraestructura moderna y vasta que ha levantado maremotos de objeciones norteñas. También, considerando las características políticas de la administración peruana, ha calzado un duro revés sobre el gobierno argentino, al revelar en los hechos su ideologismo sin parangón.
El mega puerto fue planeado en el marco de la gigantesca Iniciativa de la Franja y la Ruta -que ya ha merecido la adhesión de más de un centenar de naciones-, con el objetivo de incrementar la capacidad para desembarcar mercancías en América del Sur y embarcar las producciones locales exportables. Su lanzamiento se concretó en la reunión de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC) realizada en Perú.
El ministro de Comunicación y Transportes, Raúl Pérez Reyes, dijo que el puerto permitirá a su país posicionarse “como un hub logístico en toda América latina”. La referencia está dirigida a evidenciar el rasgo concentrador de diferentes nodos productivos y emplea metafóricamente el concepto empleado en computación. El gobierno peruano calcula que el nuevo espacio generará 7.500 empleos directos e indirectos.
Cuestionado por defensores del medio ambiente y organizaciones con amplia repercusión mediática, Chancay contiene ventajas en tiempo y costos de distribución que lo configuran muy atractivo para los operadores logísticos. Se trata de empresas que se sitúan en plano intermedio entre un proveedor de productos (empresa licitadora) y sus clientes finales, quienes compran los productos que transportan o almacenan. De hecho, su ubicación implica la reducción a 28 de los 40 días que en promedio tardan los cargueros que transportan por mar mercancías desde Perú a Asia.
“Antes, los productos que se exportaban desde Sudamérica tenían que subir hacia el norte, a puertos como el de Manzanillo, en México, para ser transbordados y enviados a China”, diagnosticó el Instituto de Estudios Estratégicos del Ejército de Estados Unidos. En un informe difundido por la BBC, la entidad añadió que “Con Chancay se abre una ruta directa y más rápida. Es como una ruta de autobús que antes hacía todas las paradas y ahora solo para al llegar al destino”.
Tras varios días de agobio, una brisa fresca se extendió sobre la Ciudad. Aunque no resuelve los dilemas nacionales ni por las tapas, contribuye al ejercicio de algunos placeres que necesitan de un entorno fresco, y sereno.
Por caso, la lectura, el mate.
En esta edición ha quedado más claro que en otras, lector, la tendencia que comanda este raro presente que brega por salirse de su tiempo y subirse a los rieles instalados rumbo al devenir.
Pero este redactor no ignora que semejantes transformaciones son difíciles de visualizar en medio de la cápsula sombría que envuelve a nuestro gran país austral.
Tal vez, con el tiempo, esa opacidad impulse la búsqueda de luz diáfana en el interior.
Vale, de todos modos, tomar en cuenta que la realidad, existe.
Si cada uno barre frente a su propia puerta, toda la ciudad estará limpia. Lo señaló Johann Wolfgang von Goethe.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Pinturas. Teresa Piacentino
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