Por Úrsula Asta*
Me estremecieron mujeres
Que la historia anotó entre laureles
Y otras desconocidas, gigantes
Que no hay libro que las aguante1
A Teherán arribamos de noche. Fue un traslado que partió desde el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, con escala en Frankfurt y destino final en la capital de Irán. El objetivo: llegar a la ciudad de Mashhad, capital espiritual del país, a casi mil kilómetros de Teherán, para asistir al Festival de Medios Khorsheed (Sol, en persa) de mujeres periodistas de todo el mundo.
Esa primera noche cenamos Kebab. Compartimos junto a parte de la delegación de latinoamericanas un delicioso plato típico cuyo nombre significa “carne a la parrilla”. Son cortes de cordero o pollo marinados con limón, yogurt, cebolla y especias, que se acompañan con distintos tipos de verduras, tomate asado y arroz. Una bandeja que se dispone a lo largo, en una presentación que puede llegar a 60 cm o 1 metro.
Ese fue sólo el comienzo de distintos sabores que el paladar acompañó en un encuentro que mixturó religiosidad, filosofía, política, cultura e historia.
Al día siguiente volamos en la aerolínea local Iran Air Tours desde Teherán hasta Mashhad. Toda una comitiva de mujeres. Al arribar el avión, sonó el saludo especial al Imam Reza. Las características del sonido, tan particular y tan distinto a los de esta tierra del sur del mundo de donde provenimos, permiten aflorar algunas sensaciones únicas arrojadas, quizás, por la mera noción de estar en un lugar como ese.
El recibimiento fue tan cálido y especial que la emoción de varias emergió sin que sea posible poner una explicación en palabras, aun cuando “la razón objetiva” busca atajarse para mediar con el sentir. La imagen en el aeropuerto incluía flores, una mezquita de cúpulas enormes y doradas asomada imponente por la ventana, un coro de niños cantando y el agradecimiento de las iraníes de estar compartiendo allí en su patria lo que iba a ser este encuentro.
Ubicada en el noreste de Irán, Mashhad está en la proximidad de las fronteras con Afganistán y Turkmenistán. La ciudad alberga el impresionante santuario religioso donde está la tumba del mártir Ali ar-Riza (Reza en farsi), octavo en la línea de los Imames chiítas, lo que convierte al lugar en un centro de peregrinaje internacional. Se estima que al menos 30 millones de personas de todo el mundo llegan cada año para visitarlo.
El santuario del Imán Reza o Holy Shrine se construyó en 818. Es una de las mezquitas más grandes del mundo e incluye un total de casi 600 mil metros cuadrados, aunque también hay allí un museo, una biblioteca, cementerio, universidad, comedor comunal, salas de oración y varios patios.
Familias enteras, mujeres amamantando, ceremonia del té atendida por fieles voluntarios, son algunas postales que guarda la retina en un ritual único en ese templo sagrado. Entrega, devoción y relacionamiento sin mediar ningún tipo de transacción mercantil, son elementos que consagran al lugar que alberga las 24 horas del día a miles y miles en una experiencia única e inolvidable. La construcción es majestuosa, de una belleza característica de la decoración de la cultura persa, con sus mosaicos, sus lienzos y sus colores. No hay foto capaz de hacerle justicia a tal obra.
La cumbre de periodistas
El encuentro de más de cien mujeres periodistas representando a 40 países, más otras tantas periodistas iraníes, tuvo en la mañana del sábado 30 de septiembre la apertura por parte de la primera dama Jamileh Alamolhoda, que es escritora, psicóloga y profesora universitaria. Ella planteó que desde la filosofía pedagógica del imam Jomeini, el líder de la Revolución iraní, no aceptan el eje del individualismo y sostuvo que si bien la habían presentado como primera dama, ese rol le corresponde a la esposa del mismo Jomeini. En un discurso centrado en el rol de la educación y la comunicación, sostuvo que los intereses de los países capitalistas siguen un objetivo económico.
También participó Marzieh Hashemi, presentadora de televisión estadounidense-iraní y conductora de Press TV, quien fue elegida como directora de esta primera edición del festival. Además de ser una figura pública, ella fue arrestada durante 11 días en Estados Unidos y llevada a un centro de detención en Washington, a pesar de no haber sido acusada de ningún delito.
Afrodescendiente y nacida en EEUU, pero radicada por años en Irán, ella sostuvo que fue detenida por sus creencias y por sus posiciones: “La razón principal de mi arresto fue la hostilidad de EEUU hacia Irán, y estuvo directamente relacionada con Irán”. Alegó, además, segregación y racismo en un hecho que en 2019 repercutió en protestas en distintos lugares exigiendo su liberación.
Luego, hubo un espacio para participar en distintas mesas que abordaron la presencia de las mujeres en los medios y la promoción de la justicia social así como la contribución de los medios a la normalización de la violencia contra las mujeres.
El cierre, con autoridades de Mashhad y el ministerio nacional que aborda temas de Cultura, así como la organización Goharshad, incluyó videos, música, representaciones teatrales y entrega de premios a la labor de mujeres en medios de comunicación.
En Teherán, previo a emprender la vuelta, nos reunimos con el presidente Ebrahim Raisí, quien destacó el papel fundamental de las mujeres en el triunfo de la Revolución de 1979 y una vez consagrada esta. Se refirió a que tienen una tercera posición: ni como en Occidente ni las mujeres sólo en la casa. “Usan el tema del derecho de las mujeres para presionar a países independientes y ellos tienen una larga historia de violación de los derechos humanos y de los derechos de las mujeres”, dijo y recordó las ocupaciones en Palestina y Afganistán.
Raisí también mencionó a Shireen Abu Akleh, periodista palestina asesinada por las fuerzas israelíes en la ciudad ocupada de Jenin en mayo de 2022. “Puede ser que ellos tengan medios y su voz sea muy alta, pero nosotros tenemos que abrirnos camino, porque los pueblos siempre buscan la verdad. El papel de los medios independientes es muy importante, no desestimen su potencial. Los pensamientos libres e independientes pueden influir en el mundo”, planteó.
Oriente-Occidente: el discurso
Para adentrarnos en el terreno de la comunicación, hemos de decir que este es un escenario de disputa y que conjuga una batalla económica, política y cultural. ¿O acaso, por poner un ejemplo, la invasión del 2003 a Irak no está basada en mentiras? ¿O la ocupación en Palestina y el genocidio sobre su pueblo no son situaciones omitidas por los grandes cañones mediáticos internacionales? Son noticias diseñadas y operadas desde los servicios de inteligencia y aceptadas gran parte de la comunidad mediática internacional.
Este discurso lleva la pretensión de producir a nivel mundial identificaciones con los intereses de ese poder y por tanto con el señalamiento de quienes ha identificado como enemigos. Es la intención de justificar una política, es el relato que lo argumenta pretendiendo construir un imaginario social de significaciones, de ética, del bien y el mal, conforme a la reproducción de la dominación. El encuentro Korsheed, aunque centrado en el rol de las mujeres, buscaba romper ese relato. Existe una “guerra de narraciones”, lo llamó Raisí.
El concepto de “terrorismo islámico” podría leerse de esta forma, como elemento estigmatizador y de anulación-desprestigio. Al igual que los nombres atribuidos a ciertos acontecimientos, como llamar ‘daños colaterales’ a las víctimas civiles en una guerra.
Intentar explicar las motivaciones del ataque al mundo islámico debería ser asumiendo que ciertos valores presentados por el discurso hegemónico occidental como positivos son una manifestación de Poder. Se trata de la defensa y preservación de intereses. Se trata de petróleo, de rutas de energía, de posicionamiento geopolítico.
Para hacer un breve repaso, existen trabajos que elaboran etapas históricas por las que pasó la visión sobre el Islam de parte de Occidente, como podría referirse que hacia el siglo XIX, con el imperio otomano en retirada, cuando la demonización del Islam atraviesa una representación banalizadora de la cultura islámica, presentada como inferior, incapaz de gobernarse, ignorante, atrasada o retrógrada. Una etapa coincide con el colonialismo francés invadiendo Argelia (1830), luego en 1839 con Gran Bretaña ocupando Adén, en Yemen, además de los ataques e invasiones de Francia e Inglaterra a Túnez (1881), Egipto (1882), Sudán (1898), Libia y Marruecos (1912).
En América Latina tenemos ejemplos similares en las políticas de “patio trasero” o de “América para los americanos” y el despliegue la Doctrina de Seguridad Nacional estadounidense, que produjo un genocidio en nuestra región.
Otra vez en el plano de las construcciones mediáticas, la invasión israelí al Líbano (2006) y a Palestina imprimen omisiones, minimizaciones o descontextualizaciones, que también se utilizan hoy con profunda violencia, como el hecho de nombrar “conflicto”, “enfrentamiento” o “crisis”, en lugar de hablar de invasión u ocupación, entre otros elementos como la “animalización” de quienes habitan Franja de Gaza.
En una etapa siguiente del proceso de demonización del Islam, con amplio desarrollo de las técnicas y tecnologías de propaganda, se abona una visión basada en la oposición binaria entre Occidente-Oriente, Ellos- Nosotros, lo Propio y lo Extraño. Y aquí vamos a un tema que nos interesa sobre esta cumbre de periodistas: en esta construcción que señalamos, el uso del shador o del hiyab (velo) ha sido usualmente expuesto como la prueba de la opresión de las mujeres.
Sobre este aspecto, más allá de los debates coyunturales que el pueblo iraní habrá de resolver autónomamente, se omite en Occidente el hecho de que la opresión del Sha Pahleví, pro-occidental, incluyó la prohibición del uso del hiyab y shador a las mujeres musulmanas.
Las mujeres de la revolución y las mujeres de Mashhad
Tras la Revolución iraní de 1979, Estados Unidos impuso sanciones contra Irán. Y son numerosos gobiernos y organizaciones internacionales los que imponen ese bloqueo contra el país. Esa Revolución Islámica implicó un proceso de movilizaciones que desembocaron en el derrocamiento de la Dinastía Pahlaví bajo el sha Mohammad Reza Pahleví, quien tenía el apoyo de Reino Unido y Estados Unidos.
El líder de la revolución, ayatolá Ruhollah Jomeini, tuvo el apoyo de varias organizaciones y tras el triunfo de la Revolución, en una votación en un referéndum, Irán se convirtió en una república islámica el 1 de abril de 1979. Allí tuvo un 89 por ciento de aceptación a la incorporación de un Sistema Islámico, único en su estilo, con cambio de bandera, himno e incluso nombre del país.
El Sha Pahlevi, también conocido como el “gendarme de los Estados Unidos” había intentado imponer medidas occidentales a una sociedad que las resistió. Una de las medidas que generó que las mujeres se levantaran fue, justamente, la de quitarles el velo o hiyab.
Incluso, durante el gobierno del Sha anterior, ya se habían incorporado políticas como la imposición de la ropa occidental, lo que fue rechazado por muchas mujeres en Irán y, ante esto, durante el posterior gobierno, las fuerzas policiales Savak se encargaban de quitar los velos a las mujeres que lo utilizaran.
Es relevante saber en esta historia que, ante un aniversario de la ley anti velo en 1976, las mujeres de Mashhad llevaron adelante una gran manifestación contra las políticas del Sha. Quizás no es casualidad que se haya llevado a cabo en esta ciudad ya que después de Qom es una de las más importantes en lo que refiere a la historia religiosa, como vimos.
La policía Savak arrestó a 17 mujeres que fueron enviadas a una de las comisarías de la ciudad y durante los tres días posteriores, miles de mujeres se sentaron alrededor del santuario, así como en la plaza de los mártires de Mashhad, portando carteles que decían “Nosotras, las mujeres de Jorasán (la provincia donde está Mashhad) queremos la libertad de nuestras hermanas encarceladas”. La presión social fue mucha y los levantamientos populares fueron cada vez más multitudinarios.
Jomeini, en sus memorias, presta especial importancia al papel de las mujeres como punto de inflexión en la revolución iraní: “Los mujeres fueron fundamentales en nuestro movimiento, ellas estaban en la primera línea y fueron seguidas por los hombres”. Para el líder de esa revolución, la presencia de las mujeres fue un requisito fundamental para el desarrollo de los levantamientos. “Debemos nuestra victoria a las mujeres, los hombres estuvieron en las calles por ellas”.
Nosotras
La revolución islámica es anticolonialista y antiimperialista. Desconocer el sentido del uso del velo como reafirmación de identidad y que haya sido en su momento un acto revolucionario, implica una “desinformación” deliberada en este lugar del mundo. Eso obtura comprender elementos históricos y culturales que cierran sentido sobre la representación construida del Islam y muy particularmente de Irán.
En contexto del encuentro de mujeres periodistas, algunos trazos compartidos con comunicadoras de Argentina, Uruguay, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Cuba, Estados Unidos, Rusia, Qatar, Omán, Kuwuait, Siria, Armenia, Kirguistán, Uzbekistán, Bulgaria, Irak, Bahrein, Italia, Francia, Líbano, China, Turquía, Cachemira, India, entre tantas otras, permitió una experiencia de intercambio sin igual.
Compartimos con ellas también momentos en Teherán, donde incluso vimos muchas mujeres que eligen no usar todo el tiempo el hiyab. ¿Qué piensan quienes vienen de otra historia, otra cultura? ¿Qué nos hermana sobre esas luchas que tenemos en común? ¿Cómo habitan sus prácticas políticas? ¿Cómo se traman los lazos sociales? ¿Cómo se entienden los roles que asumimos en los distintos lugares del mundo en los que nos toca vivir? Romper barreras es conocer, comprender, reflexionar, debatir francamente, habitar nuestras contradicciones, conocernos y hablar con la verdad. Son todas esas acciones las que encausan la conciencia y la idea de libertad.
(*) Periodista Radio Gráfica/ PIA Global, conductora del programa radial Feas, Sucias y Malas.
1 Párrafo de “Mujeres”, de Silvio Rodríguez.
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