Por Carlos Aira
Esta semana que pasó fue pródiga en acontecimientos relevantes. Por un lado, el Rey Midas en el cual se convirtió Claudio Tapia parece que alcanzó un nuevo logro: la organización de la Copa del Mundo Juvenil. El torneo debía disputarse en Indonesia sin la presencia argentina. Recordemos qué, en enero pasado, el equipo dirigido por Javier Mascherano no pasó la fase de grupo clasificatoria mostrando una de las peores caras que recuerde nuestro fútbol en la categoría.
La cuestión es qué FIFA le quitó la organización del certamen a Indonesia por problemas políticos. El verdadero problema, que motivó la salida indonesia, es la negativa de la mayoría del pueblo indonesio – en su gran mayoría de fe musulmana – de aceptar la presencia del seleccionado Israelí, en solidaridad con la lucha del pueblo palestino. FIFA atravesó el camino más sencillo y AFA levantó la mano en la organización del Mundial Juvenil 2023. Lo dicho, Tapia está convirtiendo en oro lo que toca.
Si bien FIFA aún no confirmó la organización argentina, ¿Se imaginan al equipo nacional, que clasificó por el ventilete – ni por la ventana – levantando la Copa del Mundo? Habría que ver si Javier Mascherano, de pobrísimas prestaciones, es recontratado para manejar al equipo. Pero si el Sub-20 se consagrara (como en 1979,1995,1997,2001,2005 y 2007), sería otro logro de la AFA de Midas.
HISTORIA Y UNA INSISTENCIA: FEDERALIZAR NUESTRA ORGANIZACIÓN DEPORTIVA
Esta semana que pasó, en Abrí la Cancha pusimos el eje en dos temas que pasaron desapercibidos: la triste realidad de la Liga Nacional de Básquetbol y el aniversario del triunfo más importante del fútbol riojano en su historia. El 30 de marzo de 1983, en el marco de los viejos campeonatos Nacionales de Primera División AFA, Andino derrotó 2 a 1 a River Plate en el estadio de Vargas. Nunca antes un equipo riojano disputó un torneo de Primera División AFA. Tampoco lo volvió a hacer hasta el día de hoy.
¿Por cual razón al deporte de las provincias le cuesta mucho más acceder al deporte de alto rendimiento?
Analicemos cada caso pensando en un común denominador: sin dirigentes valientes y visionarios no existen cambios profundos. El fútbol tuvo a Valentín Suárez. Cuando fue designado interventor de AFA por primera vez, año 1948, comprendió que uno de los grandes problemas de nuestro fútbol era el pecado original de 1934: la falta de federalización en la carta orgánica de AFA de 1934. Cuando volvió al mismo cargo, en 1966, no le tembló el pulso y creó, a partir de 1967, el Campeonato Metropolitano y el Campeonato Nacional. Como acto reflejo, el fútbol argentino creció en forma exponencial. La lista de clubes y jugadores de primer orden que tuvieron una gran visibilidad es enorme. Para comprender la dimensión que había generado el Campeonato Nacional una muestra sencilla: los campeones del mundo 1978 que surgieron en los clubes indirectamente afiliados. Anoten: Daniel Valencia, Luis Galván, Miguel Oviedo, Osvaldo Ardiles, Mario Kempes y podríamos sumar en la lista a Ricardo Villa.
Luego de 1983, el deporte profesional argentino ingresó en un punto de inflexión. Sobre todo, el fútbol. Los tradicionales grandes porteños sobrevivían padeciendo los estragos que generaron los contratos en dólares, impagables luego de marzo de 1981, viajar hacia las provincias era un gasto demasiado grande. Sobre todo porque las recaudaciones – en general, incluídos tradicionales clásicos – eran exiguas. El fútbol de los 80s fue muy diferente al actual. Idealizado dentro del campo de juego; pero en verdad, violento en las tribunas y de vacas muy flacas en lo económico.
Al mismo tiempo, el entrenador de básquetbol León Najnudel difundía una idea revolucionaria: la Liga Nacional de Básquetbol. Najnudel tomaba lo que dejaba el fútbol. El básquetbol se había atomizado en Buenos Aires. A comienzos de los 80s, la NBA se había convertido en espectáculo global y Argentina tenía grandes jugadores, pero un deporte de tercer orden. En enero de 1983, Najnudel declaró al diario Crónica: “La estructura tiene que ir en favor del mejoramiento general, no del mejoramiento de ciertos integrantes del movimiento del básquet. Los clubes del interior se ven cada vez más mermados en sus posibilidades porque los jugadores, inexorablemente, van a jugar a Capital y en Capital tan solo tres o cuatro clubes pueden contratarlos. Si no, no trascienden ni mejoran. Lo que pretendo es una nueva estructura financiera y competitiva”.
1985 fue un año de inflexión para el deporte argentino. Por un lado, AFA decidió reorganizar sus campeonatos. Puso punto final al Torneo Nacional de Primera División, creó el Nacional B – cuando el proyecto inicial era la creación del Nacional A – y dos nuevas categorías: la B Metropolitana y el Torneo del Interior, una tercera división para clubes directa e indirectamente afiliados a AFA.
Por otro lado, comenzó la Liga Nacional de Básquetbol.
El camino de cada deporte fue explícito. El crecimiento permanente de la Liga Nacional posicionó a nivel mundial al básquetbol argentino. Las plazas brotaron y el deporte profesional se fue extendiendo con éxito por toda la geografía nacional. El summún de nuestra liga fue la Generación Dorada, orgullo del deporte argentino. El fútbol mantuvo un ascenso deficitario durante 25 años. La reorganización de campeonatos de campeonatos de 1996 es la muestra cabal: la Primera División pagaba sueldos únicos en el mundo; el ascenso languidecia. Recién en 2009, con el programa Fútbol para Todos, existió un shock económico que permitió a los clubes de ascenso crecer estructuralmente.
¿Y las provincias? Bien, gracias. La organización de campeonatos AFA hace virtualmente imposible el acceso de los clubes provinciales al fútbol grande. Existe una gran responsabilidad del Consejo Federal. Mientras el fútbol directamente afiliado tiene cuatro categorías profesionales, el Consejo anuló el Argentino B como categoría rentada.
El 30 de marzo pasado se cumplieron 40 años del histórico triunfo de Andino 2 a 1 sobre River Plate. Para la estadística, una dolorosa derrota millonaria. Para el fútbol riojano, una noche inolvidable. En más de cien años de historia futbolera, La Rioja tuvo un solo representante en el fútbol grande y fue Andino, en aquel Nacional 1983. ¿Dimensionamos la importancia que tuvieron esos campeonatos para las provincias y sus pobladores? En diálogo con Abrí la Cancha, el investigador Víctor Contreras – arqueólogo del deporte riojano – nos expresó una triste realidad: “La reestructuración de AFA de 1985, para los clubes de provincia ya no había por delante un sólo escalón para acceder al Nacional de Primera División que era el Regional, sino tres o cuatro escalones con el Torneo del Interior. Así como Andino necesitó ganar la Liga Riojana y 10 partidos en el Regional para acceder al Nacional. Gimnasia de Jujuy y Gimnasia y Tiro de Salta necesitaron más de 40 partidos para acceder a Primera División en 1993 y 1994. Desde hace años están los Federales. Para equipos de provincias pequeñas, como La Rioja o Catamarca, es imposible competir y el fútbol grande es una quimera“.
Si bien el presente de la Liga Nacional es oscuro, el problema es dirigencial. En el aire de Abrí la Cancha, Andrés López, director de la carrera de Periodismo Deportivo de la Universidad Nacional de La Plata y socio fundador de APREBA, la Asociación de Prensa de Básquetbol de Argentina, expresó con claridad: “En 1982, cuando Najnudel presentó el proyecto de la Liga Nacional llamó a una competencia extensa y federal. Una verdadera integración nacional generando polos de desarrollo. Eso permitió que los mejores jugadores de las provincias redundara en el crecimiento de la Selección Nacional. La Liga permitió que en 20 años, Argentina sea potencia y fueramos el primer seleccionado que derrotara a los NBA. En 2004 obtuvimos el oro olímpico en Atenas llenándonos de orgullo. Ver a Argentina fuera del Mundial 2023 parece imposible de creer, pero tiene motivos. No fue magia la Generación Dorada”.
Hablando de Andino de La Rioja y la Generación Dorada. ¿Sabén donde comenzó su carrera profesional Emanuel Ginóbili? En Andino. Liga Nacional 1994/95. ¡Miren si son importantes – e invisibilizados – los clubes de provincia!
VOLVER AL CONADE. VOLVER A LAS LEYES PARA FEDERALIZAR NUESTRO DEPORTE
Andrés López señaló algo que es clave: polos de desarrollo. ¿Quien toma las decisiones del deporte argentino? ¿AFA, la CABB o la Secretaría de Deportes? Si vamos a las leyes, Ley del Deporte mediante, debiera ser el CONADE (Consejo Nacional del Deporte).
El deporte profesional tiene lógicas que parecieran estar por fuera del desarrollo del deporte amateur, pero podrían amalgamarse con inteligencia. Si el poder estuviera en el CoNaDe (integrado por todas las federaciones y dividido en cinco regiones), el CENARD no funcionaría tan sólo en Capital Federal y el deporte se discutiría por todos los actores de la vida deportiva argentina.
¿Le interesa a AFA o la CABB – para seguir citando al fútbol y básquetbol – regirse por las normativas nacionales? De ninguna manera. Pero tampoco le interesa a ninguno de los gobiernos desde 1976 (salvo la excepción del tramo 1989-1992, donde el deporte argentino se rigió por las leyes). Tampoco le interesa al Comité Olímpico, quién tiene un poder inmenso en la toma decisiones y la única ley del deporte que el estado hace respetar: la Ley del ENARD.
¿Usted escuchó o leyó a algún periodista deportivo hablar del CONADE? No. ¿Y sabe por qué no? Porque en verdad, a muy pocos nos interesan de hecho las políticas deportivas y la federalización del deporte.
Desde Abrí la Cancha bregamos por un deporte organizado y federal. No por declamación, sino por convicción. Queremos un deporte argentino fuerte. Con polos potentes ubicados en diversos nodos de la geografìa nacional. Que no sean hijos de acciones provinciales, sino de una organización pensada por todos los actores del deporte.
Y esto va más allá de AFA y la Liga Nacional: esto depende que la política comprenda el verdadero rol del deporte en nuestro país.
Periodista / Abrí la Cancha.
Discusión acerca de esta noticia