La banda presidencial se la colocó la senadora María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro, compañero de Petro en la guerrilla del M-19 y asesinado por el terrorismo de Estado cuando era candidato a la Presidencia en 1990. El mandatario además logró que la espada del libertador Bolívar estuviera expuesta en el acto de investidura, a pesar de la negativa del ahora ex presidente, Iván Duque.
Mientras la multitud gritaba la consigna “alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina”, los diferentes mandatarios allí presentes se levantaron de sus sillas para recibirla con aplausos. El único incómodo ante la presencia de la espada que derrotó al ejército español, fue el rey de España, que optó por permanecer sentado y sin aplaudir.
“Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder. Pero lo logramos. Hicimos posible lo imposible”, sostuvo Petro.
“Que la paz sea posible. Tenemos que terminar, de una vez y para siempre, con seis décadas de violencia y conflicto armado. Convocamos, también, a todos los armados a dejar las armas en las nebulosas del pasado. A aceptar beneficios jurídicos a cambio de la paz, a cambio de la no repetición definitiva de la violencia”, continuó el mandatario, que prometió cumplir con los Acuerdos de Paz firmados en La Habana en 2016.
Los números de la violencia
Según la Comisión de la Verdad, el conflicto armado interno dejó 50.770 secuestrados, 121.768 desaparecidos, 450.664 asesinados y 7.7 millones de desplazados forzosamente. Tras la firma del Acuerdo de Paz, fueron asesinados 1327 líderes sociales en Colombia, siendo el gobierno de Iván Duque (siempre crítico del acuerdo), el periodo donde más homicidios se han cometido contra los activistas: 843.
“Trabajaré para conseguir la paz verdadera y definitiva, como nadie, como nunca“, prometió Petro en su primer mensaje como presidente colombiano.
Discurso completo:
Colombia no es solo Bogotá. El Gobierno del Cambio será descentralizado. Les prometo que vamos a estar y trabajar en todo el país, desde Leticia hasta Punta Gallinas, desde Cabo Manglares hasta Isla San José. Duele mucho la ausencia del Estado en muchos puntos del país. Ya no más. Voy a trabajar para que el lugar de nacimiento no condicione tu futuro y para que el Estado diga presente en cada rincón de Colombia.
Agradezco la presencia de presidentes, presidentas y otros representantes de los pueblos hermanos de Latinoamérica y del mundo. En tiempos en los que vemos a naciones hermanas bombardeándose, aquí, en el corazón de Colombia, en el corazón de Latinoamérica, hay una decena de presidentes y presidentas de la región, con diversidad ideológica y diferentes trayectorias, pero todos unidos y unidas compartiendo esta verdadera fiesta de la democracia.
Ya es hora de dejar atrás los bloques, los grupos y las diferencias ideológicas para trabajar juntos. Entendamos de una vez y para siempre que es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Y que juntos somos más fuertes. Hagamos realidad esa unidad con la que soñaron nuestros héroes, como Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre y O’Higgins. No es una utopía ni es romanticismo. Es el camino para hacernos fuertes en este mundo complejo.
Hoy necesitamos estar más juntos y unidos que nunca. Como dijo alguna vez Simón Bolívar: «La unión debe salvarnos, como nos destruirá la división si llega a introducirse entre nosotros». Pero la unidad latinoamericana no puede ser una retórica, un mero discurso.
Acabamos de vivir quizás lo peor de la pandemia del covid, y América Latina no fue capaz de juntarse, de coordinarse, para comprar las vacunas más baratas, prácticamente fue usada sin capacidad de negociación, dispersa en sus gobiernos. ¿Vamos a tener una Latinoamérica sin capacidad de investigación científica? ¿Una Latinoamérica sin capacidad de coordinar sus servicios de salud, sin capacidad de coordinar las compras de medicamentos de manera unificada?
Latinoamérica se junta en algunas instituciones, pero no en proyectos concretos. ¿Hemos acaso logrado la conexión de todas nuestras redes de energía eléctrica? ¿Hay una red de energía eléctrica que cubra a toda América? ¿Hemos logrado que las fuentes de nuestras energías sean limpias? ¿No es acaso hora de impulsar las empresas petroleras públicas y nuestras empresas de transmisión eléctrica a construir el instrumento empresarial y financiero latinoamericano que avoque las inversiones en la generación de las energías limpias y en la transmisión de esa energía a escala continental?
Colombia hará su énfasis internacional en alcanzar los acuerdos más ambiciosos posibles para frenar el cambio climático y defender la Paz mundial. No estamos con la guerra. Estamos con la Vida. Buscaremos mayores alianzas con África de donde provenimos, buscaremos una alianza de pueblos afros en américa, buscaremos que San Andrés sea un centro de salud, cultural y educativo del Caribe antillano; de allí saldrán todos los embajadores y embajadoras de Colombia para las Antillas.
Buscaremos una alianza con el mundo árabe en el camino de transitar hacia las nuevas economías descarbonizadas. Buscaremos juntar nuestra Buenaventura y nuestro Tumaco con el este asiático rico y productivo.
Nuestro himno, que es uno de los más lindos del mundo, dice «sentir o padecer». Colombia acumula siglos de padecimiento. Una madre que no puede darle de comer a su hijo, la padece. Un joven que emigra porque no encuentra oportunidades, la padece. Una abuela o un abuelo que no tiene una pensión digna, la padece. La Colombia que soñamos, la Colombia que queremos, la Colombia que nos merecemos es la Colombia que queremos sentir. La Colombia que vibra, que se esfuerza, que añora y trabaja para alcanzar la paz. Que quiere una tierra próspera, con igualdad de posibilidades indistintamente del lugar donde nació, independientemente de cómo se apellidan sus padres o de cuál sea su color de piel.
Esa es la Colombia que queremos sentir y por la que trabajaremos hasta el último día de nuestro mandato. En este primer discurso como presidente de Colombia, frente al poder legislativo, y frente a mi pueblo, quiero compartir mi decálogo de gobierno y mis compromisos.
- Trabajaré para conseguir la paz verdadera y definitiva. Como nadie, como nunca. Vamos a cumplir el Acuerdo de Paz y a seguir las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad. El «Gobierno de la Vida» es el «Gobierno de la Paz».
La paz es el sentido de mi vida, es la esperanza de Colombia. No podemos fallarle a la sociedad colombiana. Los muertos se lo merecen. Los vivos lo necesitan. La vida debe ser la base de la paz. Una vida justa y segura. Una vida para vivir sabroso, para vivir feliz, para que la dicha y el progreso sean nuestra identidad. - Cuidaré de nuestros abuelos y abuelas, de nuestros niños y niñas, de las personas con discapacidad, de las personas a las que la historia o la sociedad ha marginado. Haremos una «política de cuidados» para que NADIE se quede atrás. Somos una sociedad solidaria, que se preocupa y ocupa del prójimo. Que su Gobierno también lo sea. Haremos una política sensible al sufrimiento y dolor ajeno, con herramientas y soluciones para crear igualdad.
- Gobernaré con y para las mujeres de Colombia. Hoy, aquí, empieza un gobierno paritario y con un Ministerio de Igualdad. ¡Al fin! Con nuestra vicepresidenta y ministra Francia Márquez vamos a trabajar para que el género no determine cuánto ganas ni cómo vives. Queremos igualdad real y seguridad para que las colombianas puedan caminar tranquilas y no temer por sus vidas.
- Dialogaré con todos y todas, sin excepciones ni exclusiones. Este será un gobierno de puertas abiertas para todo aquel que quiera dialogar sobre los problemas de Colombia. Se llame como se llame, venga de donde venga. Lo importante no es de dónde venimos, si no a dónde vamos. Nos une la voluntad de futuro, no el peso del pasado. Vamos a construir un Gran Acuerdo Nacional para fijar la hoja de ruta de la Colombia de los próximos años. El diálogo será mi método, los acuerdos mi objetivo.
- Escucharé a los colombianas y colombianos como he venido haciendo en todos estos años. NO se gobierna a distancia, alejado del pueblo y desconectado de sus realidades. Todo lo contrario: se gobierna escuchando. Vamos a diseñar mecanismos y dinámicas para que todo colombiano se sienta escuchado en este Gobierno. No quedaré atrapado entre las cortinas de la burocracia. Estaré cerca de los problemas. Caminaré al lado y junto a los colombianos de todos los rincones. Solo quien está cerca puede entender y ponerse en el lugar del otro.
- Defenderé a los colombianos y colombianas de las violencias y trabajaré para que las familias se sientan seguras y tranquilas. Lo haremos con una estrategia integral de seguridad. Colombia necesita una estrategia que vaya desde los programas de prevención hasta la persecución de las estructuras criminales y la modernización de las fuerzas de seguridad. Las vidas salvadas será nuestro principal indicador de éxito. El crimen se combate de muchas maneras. Todas imprescindibles. Quiero defender a las familias colombianas de la inseguridad diaria y cotidiana: sea de la violencia machista o de cualquier otra violencia.
- Lucharé contra la corrupción con mano firme y sin miramientos. Un Gobierno de «cero tolerancia». Vamos a recuperar lo que se robaron, vigilar para que no se vuelva a hacer y transformar el sistema para desincentivar este tipo de prácticas. Ni familia, ni amigos, ni compañeros, ni colaboradores… nadie queda excluido del peso de la Ley, del compromiso contra la corrupción y de mi determinación para luchar contra ella.
- Protegeré nuestro suelo y subsuelo, nuestros mares y ríos. Nuestro aire y cielo. Nuestros paisajes nos definen y nos llenan de orgullo. Y, por eso, no voy a permitir que la avaricia de unos pocos ponga en riesgo nuestra biodiversidad. Vamos a enfrentar la deforestación descontrolada de nuestros bosques e impulsar el desarrollo de energías renovables. Colombia será potencia mundial de la vida. El Plantea Tierra es la «casa común» de los seres humanos. Y Colombia, desde su enorme riqueza natural, va a liderar esta lucha por la vida planetaria.
- Desarrollaré la industria nacional, la economía popular y el campo colombiano. Sin distinciones ni preferencias. Vamos a acompañar y apoyar a todo aquel se esfuerza por Colombia: el campesino/a que se levanta al alba, el artesano/a que mantiene viva nuestra cultura, el empresario/a que crea trabajo. Necesitamos de todos y todas para crecer y redistribuir riqueza. La ciencia, la cultura y el conocimiento es el combustible del siglo XXI. Vamos a desarrollar la sociedad del conocimiento y la tecnología.
- Cumpliré haré cumplir nuestra Constitución. La que dice en su artículo 1: “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general”.
Desarrollaremos, también, una nueva cobertura legal para hacer sostenible, justo e igualitario nuestro desarrollo. La ley, como dice Paolo Flores d’Arcais, es el poder de los que no tienen poder. Necesitamos mejores leyes, nuevas leyes al servicio de las grandes mayorías y garantizar su cumplimiento. Confío mucho en que los debates en nuestras asambleas legislativas sean fructíferos y ofrezcan resultados para la sociedad colombiana. Hay mucha tarea y confío plenamente en nuestros representantes.
Y finalmente, uniré a Colombia. Uniremos, entre todos y todas, a nuestra querida Colombia. Tenemos que decirle basta a la división que nos enfrenta como pueblo. Yo no quiero dos países, como no quiero dos sociedades. Quiero una Colombia fuerte, justa y unida. Los retos y desafíos que tenemos como nación exigen una etapa de unidad y consensos básicos. Es nuestra responsabilidad.
Termino aquí con lo que me dijo una niña arhuaca en la ceremonia de posesión ancestral que hicimos el viernes en la Sierra Nevada «Para armonizar la vida, para unificar los pueblos, para sanar la humanidad, sintiendo el dolor de mi pueblo, de mi gente aquí, este mensaje de luz y verdad, esparza por tus venas, por tu corazón y se conviertan en actos de perdón y reconciliación mundial, peroprimero, en nuestros corazón y mi corazón, gracias».
Esta segunda oportunidad es para ella, y para todos los niños y niñas de Colombia.
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