Por Úrsula Asta*
“En la mañana del 16 de junio de 1955, aviones de la Marina y de la Fuerza Aérea bombardearon la Plaza de Mayo y la Casa de Gobierno. El objetivo militar era acabar con la vida del general del Ejército, presidente constitucional y líder del mayor movimiento popular del país, Juan Domingo Perón. El objetivo político, desencadenar un golpe de Estado y terminar con las conquistas de la clase trabajadora que el peronismo había puesto en marcha. En la masacre fueron asesinadas más de 300 personas y hubo alrededor de 1200 heridxs. Fue la primera vez en la historia que una fuerza armada nacional bombardeó a su propio Pueblo”.
Con esas palabras, el Encuentro por la Memoria La Boca/Barracas organizó una actividad para recordar a las y los caídos de junio del ’55 y a quienes protagonizaron la resistencia en aquel entonces. Entre quienes acompañaron la jornada a 67 años de los bombardeos, estuvo la socióloga, ensayista, docente e investigadora María Pía López, quien en diálogo con Radio Gráfica trazó apuntes sobre esos hechos, las resistencias y nuestro presente.
LOS BOMBARDEOS A LA PLAZA
“Hay algo de esa dimensión criminal que si no la pensamos no podemos entender cómo se llega al terrorismo de Estado, porque lo que pasa en el ´55 es el ejercicio de un tipo de poder donde las fuerzas armadas consideran a la población civil parte del enemigo, como si fuera un ejército de ocupación”, comenzó María Pía.
“Lo que es muy impresionante cuando pensás en los bombardeos del 55, es que los relatos son muy tremendos por la sorpresa también que ocurre en el primer ataque, y luego por la decisión de muchas personas que con mucha valentía decidieron, movilizadas desde sus sindicatos y sus fábricas, ir a la calle, algunas con pequeñas armas caseras, para pelear contra aviones”.
“Esa dimensión de una resistencia que después se iba a convertir en una resistencia más cotidiana contra el golpe militar, meses después y en los años posteriores, ya está esbozada en esa jornada trágica del ´55, porque aparece esa desigualdad enorme de fuerzas armadas que consideran a la población civil como enemiga y una población civil que quiere resistir con lo poco que tiene a mano”, sumó.
Los bombardeos del 16 de junio de 1955 ocurrieron tres meses antes del golpe de Estado y derrocamiento de gobierno constitucional del presidente Perón. En ese enlace de fechas, López reflexionó que “lo que es muy fuerte cuando ves las crónicas de la época, y también la historiografía posterior, es cómo se relativiza mucho ese hecho. Es decir, parte del peronismo toma una decisión, y hay bastante investigación al respecto: el gobierno, para no enardecer aún más los ánimos o temiendo el desenlace cada vez más trágico de la solución, le prohíbe a los medios afines publicar fotos de muertos y muertas”.
“Hay una decisión también del propio gobierno de no hacer público eso con una hipótesis de que eso generaría incluso más nivel de confrontación que aceleraría los plazos golpistas –subrayó la investigadora- Esa es una decisión muy problemática, porque finalmente, un poco atemorizado por probablemente saber que estaba frente a un poder criminal y que ese poder criminal tiene todas las chances de ganar, entonces no avanza con nada que resulte ofensivo, y ese primer silenciamiento, en nombre de esa prudencia, después se va acompañar con un silencio muy fuerte durante muchos años respecto de lo que significó ese bombardeo y con un silencio que está muy presente en la historiografía”.
“Cuando se leen libros del ‘55, si una hace el ejercicio, se va a encontrar todo el tiempo con una equiparación: los bombardeos son lo mismo que la quema de las iglesias, como si pudiera equipararse algo que produce ese asesinato de 300-400 personas a la quema de algunos símbolos. Eso está en el libro de Félix Luna, en Halperín Donghi, en algunos textos de Viñas, la idea de que hay violencias que de algún modo resultan simétricas”.
“Creo que recién frente al terrorismo de Estado, el movimiento de derechos humanos logró sostener la necesidad de producir criterios muy diferenciadores respecto de un tipo de crímenes y otros tipos de ataques, pero ahí en el ‘55 no está producida esa distinción”, apuntó.
En ese sentido, la convocatoria “A pesar de las bombas”, realizada en el sur la Ciudad de Buenos Aires el pasado sábado 11 de junio, fue una jornada de homenaje a las personas caídas, desde el convencimiento de recordar y ejercitar la memoria de nuestra historia como acto colectivo. Realizada en las puertas de la Cooperativa de Vivienda Solidaria Suárez, ubicada en Av. Patricios 717, se pintó un mural con estudiantes y docentes de la escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano y el Colectivo Carpani, y se realizó una radio abierta con la participación de periodistas, artistas e investigadorxs.
RESISTENCIA POPULAR
“Hay una crónica que a mí me gusta mucho que sale publicada en una revista peronista en las semanas posteriores al bombardeo, que es del escritor José Gabriel, de la izquierda peronista, que cuenta su desesperación cuando se da cuenta que su hijo se había ido a la plaza. Entonces, él decide salir y relata lo que son esas columnas, la gente subiéndose en los trenes, pidiendo a los camiones que la lleven, y también el pedido respecto a que es necesario armar a ese pueblo para poder combatir”
Al trazar esa perspectiva, María Pía recordó que eso “era algo que se estaba discutiendo dentro del peronismo antes de la muerte de Eva, con la decisión conocida de Eva de entrenar milicias obreras para defender algo que, desde su perspectiva y muy claramente, estaba apareciendo como un nivel de confrontación contra el gobierno popular que no iba a poder ser frenado por las vías legales solamente”.
“Cuando pensamos la resistencia implica todo ese conjunto de actos y también los pequeños actos de las personas que no tenían tanto a mano para poder resistir, y sin embargo pasa eso que dice Walsh cuando relata Operación Masacre: no se conseguía editor pero finalmente alguien se animó”, recordó.
“Ese ‘alguien se animó’ podríamos decir también que es la historia de la vida popular, que está muy tramada en poder pelear desde el lugar de la debilidad, poder pelear con las astucias de los subalternos, de los que inventan algo para poder confrontar a un poder que les es mucho más adverso. Y eso también está en esa acción tan tremenda de los bombardeos”.
COYUNTURA, POLÍTICA Y MOVILIZACIÓN
Consultada sobre la situación política en la actualidad, la socióloga planteó: “Estamos en un momento complejísimo, y también podemos aprovechar lo que venimos charlando antes para poder pensarlo: creo que parte de los dilemas en los que estamos es cómo pensamos, construimos o narramos las distintas situaciones de conflicto en este país, y también la construcción de las fuerzas políticas”.
“A mí me parece –continuó- que el modo en que se piensa el triunfo electoral que dio lugar a este gobierno del Frente de Todos, como si hubiera sido solo resultado de decisiones brillantes de en última instancia una líder política, y la aceptación de un dirigente centrista de ser parte y encabezar ese pacto, borrando todo lo que significó durante los años de macrismo una enorme construcción de resistencias populares, que la vimos en la calles, con los paros y las asambleas feministas; la pelea por la reforma previsional, que perdimos la batalla en el parlamento, pero el modo en que se dio impidió la reforma laboral; el 2×1…. Esos cuatros años no los podría pensar sino como un amasado muy cotidiano de resistencias, de peleas, de alianzas, y todo eso siento que al no ponerlo a la luz, al no poder contarlo, narrarlo, ni decírnoslo, nos deja a todxs convencidos o muy balbuceantes frente al problema de que en realidad la política nunca puede ser un resultado de decisiones individuales y de mesas chicas”.
“Mi sensación es que uno de los problemas que tenemos hoy, uno de los tantos, más allá de los que conocemos todes, como la deuda externa o la crisis económica, es una dimensión estrictamente política, que es lo que yo llamaría un estado de desmovilización en el sentido de pérdida de los tejidos que nos vuelven a cada quien, cada una y cada une, un sujeto político. Porque esos tejidos siempre son con otres, y cuando eso, por la pandemia, por la crisis, etcétera, nos aísla a cada quien a su casa, no es solo movilizarse en el sentido de la calle, sino también en el sentido más general, de movilizar nuestras cabezas, pensamientos, nuestras capacidades de encuentro, nuestro habla de sujeto político”.
Hace algunos días atrás se realizó en la Universidad Nacional de Quilmes, un encuentro convocado bajo la imagen del pensador Horacio González. María Pía López, quien participó de aquella jornada, también se refirió al respecto y dijo que “el plenario fue especialmente interesante porque fue, como está ocurriendo en muchos otros lugares y en distintos sectores de este mismo frente político y social, un hermoso momento de reencuentro con muchas personas, de conversación política, de empezar a decir por dónde estábamos viendo las cuestiones”.
“Y todo eso, bajo el impacto enorme de que fuera con el nombre de Horacio González. Nos pasa a muches que, durante todo este año, la ausencia de Horacio fue una especie de cráter. En cada acontecimiento conflictivo, problemas y distintas situaciones no dejamos de pensar cuánto nos falta esa palabra. Y si pensamos eso es porque esa palabra nos pone un conjunto de exigencias enormes respecto del grado de criticidad y de los compromisos que tiene que tener la intervención pública”, agregó.
“El lugar era muy impresionante porque estaba la foto de Horacio estaba en todos lados, yo sentía que eso nos producía a quienes estábamos allí una especie de llamado y exigencia. Por supuesto que todo es pequeño por ahora, este plenario adquirirá mayor sentido si logramos construir una continuidad. Si, como lo veníamos imaginando, puede seguir circulando en distintas universidades del conurbano y si puede seguir construyéndose como un espacio donde pensar juntes”.
(*) Entrevista realizada junto a Leonardo Martín en Feas, Sucias y Malas, sábados 10 a 13 hs. por Radio Gráfica / Colaboración de Carolina Ocampo.
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