Por Erika Eliana Cabezas
Manuelita es un adolescente que, a la par que va descubriendo su sexualidad, lucha con sus propios pensamientos e ideas. Un intento de desmantelar las estructuras que le fueron impuestas por un sistema opresor, que excluye a lo que no se amolda a la norma. “Quería hablar un poco de esa exigencia que se pone uno para encajar con los demás”, cuenta Alejo Sulleiro, director de la obra que se va a estar llevando a cabo el 22 y 29 de mayo a las 19 en Área 623 (Pasco 623).
La pieza tuvo varias mutaciones. De la vivencia personal a la ficción, del monólogo a dos actores en escena. Uno, Tiago Mousseaud, quien se pone en la piel de un joven que no encaja con el mandato de la masculinidad. El otro, Tomás Corradi Bracco, que interpreta lo que hay que ser, el camino a seguir, pero también la amistad incondicional.
– ¿Cómo surgió la idea de llevar adelante está obra?
Alejo Sulleiro: Surge por el deseo de crear una obra que mencionara los temas que a mí, personalmente, como autor me tocaban mucho. Soy de Río Negro y con el tiempo, actuando, empecé a descrubrir construcciones mías sobre mí mismo, sobre mí identidad, sobre quien era yo como varón homosexual. Quería hablar de eso, sobre todo el recorrido de mi infancia construyéndome como persona y quería hacerlo en una obra de teatro. También porque tenía muchas ganas de actuar. Luego, después de terminar de escribir, me di cuenta que no podía hacer todo, que se me escapaba de las manos. Convoqué a Thiago para que haga el personaje de Manuelita, este adolescente que está descubriéndose y empezando a escupir estructuras que no son suyas. Un poco sacarme lo que me pasaba a mí y ponerlo en la ficción. Este personaje tiene de todes un poco.
Tiago Mousseaud: Además de convocarme a mí, Alejo introduce físicamente el personaje de Fede, que es el amigo de manuelita. Es otra puesta y otra apuesta personal. Es bárbaro como artista darle miles de vueltas a la obra de uno. Adquiere otro color. También la obra en sí es un gran acto de justicia y me parece original porque no excluye al mundo que oprime.
– ¿Cómo fue llevar adelante la adaptación de una obra que fue pensada para que sea un monólogo?
AS: Un poco Manuelita quería eso. En el texto. invoca a este personaje de Fede. Está él solo, y cuando menciona a Fede lo encarna. Se pone un vestuario y empieza a hablar como su mejor amigo. La idea de Manuelita es ser como Fede. Manuelita se construye como hombre y empieza a interpretar a Fede. Hubo un proceso en el que Tomy estuvo presente. Entonces, se me ocurrió la idea de que cuando invoca, en vez de invocarlo, que aparezca, que este este cuerpo interactuando con Manuelita y que sea más vivo.
– ¿Y actoralmente cómo fue llevar adelante esa relación?
TM: A mí el texto me encantó apenas me lo mandó. Creo que encontré el personaje justamente a través de la maniobra de incluir al otro en escena. Hay algo de la historia que tiene que ver mucho con Fede. Todo lo que a él le pasa, le pasa en relación a él. Cuando empecé a actuar con Tomy se soluciono mucho todo, se encontró todo muy en comunidad. Creo que la libertad es una palabra muy linda para describir el proceso.
Tomás Corradi Bracco: Nos juntábamos en el living de casa a la mañana temprano a ensayar, probar y explorar sin mayor pretensión de investigar y de ir viendo que pasa. Amigos jugando, con todo el peso y con todo lo que implica jugar. A mi me pasó actoralmente preguntarme cómo acompañar. De estar ahí parado y ver qué pasa. Y de entender que por estar uno está generando un montón de cosas
– ¿Y por qué la elección de Manuelita? Digo, hay muchos nombres que podrían utilizarse…
AS: Manuelita es un sobrenombre que me pusieron en el secundario. El primer texto de la obra es Manuelita contándole al público que hace dos semanas no se masturba. Se habla sobre la masturbación, y sobre el descubrimiento de la sexualidad, porque es un adolescente. Y en eso me inspiré. Yo iba a la escuela técnica y una vez en el taller, hablando con compañeros varones muy masculinos, salió como tema la masturbación. Y mencionó también mi parte, mi experiencia con mi sexualidad. A la semana, cuando entré al secundario, me empiezan a gritar por los pasillos ‘Manuelita’. Y entonces dije ‘¿cómo puede ser que si todos hablamos lo mismo, yo soy Manuelita?’. Durante todo un año el apodo quedó. Después empezás a cuestionar. Yo era el marica, el afeminado, el mas sensible, el menos macho. Fue un gatillo para hablar de eso. Manuelita dice todo el tiempo que quiere ser macho, que quiere ser como Fede, que quiere ser como sus amigos. Quería hablar de esa exigencia que se pone uno para encajar con los demás.
TM: Hay algo de la demanda del otro, de saber que si no sos, ahí te va el apodo y la marginación. Lo que me parece interesante de la obra es que él está dentro del mundo. Yo también tuve que actuar algo de la heterosexualidad durante un tiempo, y estar en una obra de teatro haciendo eso de vuelta es muy movilizante. Y es también, esa maniobra de actuación, un acto de justicia.
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