Por Leila Bitar (*)
La ciudad de Berlín ya compró 14.750 viviendas y 450 locales a las inmobiliarias que concentran el mercado de la vivienda. El objetivo del gobierno es que el estado tenga mayor incidencia en la regulación de precios de alquileres, que aumentaron a un ritmo acelerado (43%) a lo largo de los últimos cincos años.
Alemania es uno de los países con mayor cantidad de inquilinos –se ubica en el segundo puesto dentro del ranking de estados que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)-, pero su capital, Berlín, está alcanzando niveles récords en esta materia: más del 85% de sus habitantes no es propietario de su vivienda y está obligado a alquilar en un mercado cada vez más concentrado (hay sólo dos inmobiliarias que poseen más de 200 mil casa y locales).
Tras una serie de protestas, los inquilinos lograron reunir más de 175 mil firmas para que el senado de Berlín trate el proyecto de expropiación. Si bien el referéndum no es vinculante, presiona a los espacios políticos a diseñar soluciones para una de las mayores preocupaciones que enfrentan los ciudadanos que habitan una de las ciudades más ricas de Europa.
En la capital alemana ya se habían congelado los precios de alquileres en 2019, (hasta 2022), y si bien permitió una estabilidad en los precios, también significó una caída en la oferta de viviendas disponibles, producto de la especulación del sector inmobiliario.
El presidente de la Asociación de Inquilinos de Berlín, Rainer Wild, denunció que “la brecha entre ricos y pobres se agrava en el mercado de la vivienda. El problema es que los hogares con ingresos inferiores a la media soportan la carga de los costos de la vivienda que representan más del 50% de sus medios”. “La competencia por los departamentos es alta; en enero de este año una media de 214 berlineses competía por un solo departamento”, agregó Wild, al tiempo que criticó la trasferencia de espacios públicos a manos privadas: “La venta de espacios estatales a propietarios corporativos contribuye a ésta crisis”.
“La competencia por los departamentos es alta; en enero de este año una media de 214 berlineses competía por un solo departamento”
Consultado por este medio, Fernando Muñoz, director del Programa de Atención de Inquilinos e Inquilinas de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, expresó: “La palabra expropiación vuelve al lenguaje alemán de la mano de organizaciones inquilinas que plantean expropiar prácticamente el 15% de viviendas de Berlín. En cuestiones de propiedad privada, paradójicamente, Alemania se acerca al peronismo y Argentina se corre el liberalismo”. El referente además citó la Constitución de dicho país que establece que “toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes”. “Sin embargo, la concentración de capital y su derrame de pobreza y alquileres cada vez mas caros, devuelve bronca y resistencia. Si el domingo se vota a favor, el senado deberá poner en discusión la expropiación legal de viviendas más numerosa de la historia capitalista”, destacó Muñoz.
“En cuestiones de propiedad privada, paradójicamente, Alemania se acerca al peronismo y Argentina se corre el liberalismo”
Se acerca una elección bisagra
Además del referéndum en la capital alemana, el país votará este domingo al sucesor o sucesora de Angela Merkel, la líder que definió el rumbo de Alemania y Europa durante los último 15 años.
Por el partido de centroderecha de la canciller (Unión Demócrata Cristiana) se presenta Armin Laschet, un candidato que partió como favorito y hoy se desploma en las encuestas. Por su parte, el actual vicecanciller y ministro de finanzas, Olaf Scholz, del Partido Socialdemócrata de Alemania (centroizquierda), sube en imagen positiva y se posiciona como el candidato con mejores posibilidades. Habrá que ver qué sucede con una de las mayores sorpresas políticas; Annalena Baerbock, del Partido de los Verdes, la parlamentaria opositora que supo acaparar la mirada de los jóvenes con un discurso ecologista.
Si se impone la centroizquierda en los comicios del domingo, Alemania se sumaría a la “ola nórdica” de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, donde ganaron candidatos de izquierda. Con agendas que prometen disminuir las desigualdades, fortalecer al estado como ente regulador del mercado, frenar privatizaciones y aumentar impuestos a los ricos, los países nórdicos lograron reconfigurar un mapa político con partidos de izquierda gobernando en simultáneo, situación que no se daba desde hace más de 60 años.
(*) Licenciada en Periodismo de la UNDAV, trabajadora de Radio Gráfica.
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