Facundo Harguinteguy, referente de la Economía Popular y docente de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), analizó con Ariel Weinman en Radio Gráfica los resultados de las PASO del pasado domingo y la crisis política abierta en el gobierno nacional. El docente consideró que “es clave retomar el protagonismo popular para que los debates políticos no se transformen en una disputa de facciones super estructurales, y enfatizó que “es necesario reencauzar el debate público en la calle”, teniendo en cuenta “que el pueblo ya expresó su descontento en las urnas”.
AW:¿Cómo estas viendo la evolución política de los últimos días? Sabemos la situación de angustia y zozobra económica y social en los territorios populares por cómo se ha agigantado toda la herencia recibida en este año y medio de pandemia. Pero parecía que en términos políticos todo iba tranquilo, hasta que alguien “pateó el nido de avispas”.
FH: Quizás, está bueno pensarlo así como vos lo decís, y uno se podría preguntar, ¿quién “pateó el nido de avispas”? Quizás, “el nido” fue pateado con la expresión que el pueblo depositó en las urnas el domingo pasado, donde se expresó un descontento muy grande, un desencantamiento, un enojo, un decir “bueno, hasta acá llegamos”. Pero tal vez, la forma de procesar una derrota muy importante del Frente de Todos (la discusión pública entre el presidente de la nación y la vicepresidenta), parecería no ser la mejor ni la que hubiéramos esperado. Los venía escuchando recién en Radio Gráfica, y como todo el mundo, intentado ver cómo venían siendo las respuestas, las contra respuestas. ¿Qué pensar de todo esto? Yo lo primero que pensaba es que hace poco había visto una serie en Netflix, que es “Borgen”. Seguramente algunos la vieron, es una serie bastante entretenida, de hecho vi las tres temporadas. Pero bueno, ahí hay operadores políticos, hay una clase política profesional, hay asesores, hay periodistas encumbrados e influyentes de los medios de comunicación. Aparece algún empresario, un personaje que expresa el poder económico. Pero no hay un pueblo ahí.
Una verdad a medias, a veces, es peor que una mentira. Y ese mundo, cuando yo lo veo, digo, “no es real”, ¿no? Y pareciera que muchos dirigentes -incluso en Latinoamérica, donde la política se expresa en la calle, en las fábricas, en los comedores, en la cotidianeidad popular- vivieran en una burbuja como en “Borgen”, esta película dinamarquesa. Porque más que pensar en quién tiene razón o no, me pregunto, ¿qué pensará nuestro pueblo de toda esta disputa? ¿Cómo la estará viendo? ¿Está viendo que hay alguien que es fuerte, que se planta y que resiste? ¿Está viendo a alguien que en defensa de sus intereses sale a decir tal o cual cosa? O ¿está viendo una pelea entre facciones políticas?
En un reportaje, Lito Borello (referente de la Organización Social y Política “Los Pibes”) decía, “lamentablemente, pienso que lo que se está viendo desde afuera es más una pelea entre facciones, donde el pueblo termina siendo ‘un convidado de piedra’ y en donde no veo ganancias”.
Hace poco hablabas de “quién saldrá favorecido”. Yo creo que nadie puede salir muy favorecido, y mucho menos los “laburantes”, si no hay irrupción del pueblo. El peronismo es el 17 de octubre, esa es la potencia del peronismo. Ayer recordaba una entrevista que le hacen al Peronismo de Base en los ’70, que sale en Cristianismo y Revolución, que se llama “¿Por qué somos peronistas de base?”. Ellos dicen, “la característica más importante para nosotros es que la clase obrera realice una experiencia política fundamental para su conciencia y su organización. El peronismo no significa para ella un nivel económico más alto solamente, sino la experiencia de la fuerza sindical, de la participación en el Parlamento, es decir, la experiencia del poder político”. En otra parte, dice, “en otras palabras, para nosotros, la historia del peronismo es la historia de la clase obrera argentina, no solo por poner los muertos y los sacrificios, sino también porque en el combate, desde el seno mismo de la fábrica, del barrio, del campo, es capaz de darse una organización política, de darse una independencia que asegura el cumplimiento de su reivindicaciones históricas, la recuperación total y absoluta de la riqueza nacional y la liquidación de toda forma de explotación del hombre por el hombre”.
Y uno pensaba, cómo se ha ido alejando esa experiencia, ¿no?, muy fuertemente después de la dictadura militar (1976-1983), de los ’90 para acá, la política del protagonismo popular. A mí me parece, que pensar que esta discusión, es decir, eso de discutir los términos de la discusión, me parece un poco una trampa. Porque vos lo decías, “hay algunas cosas que son una obviedad, que alguien señale que ‘no vamos bien’, ya lo dijo el pueblo en las urnas”. El problema es pensar “que la solución a eso está en que tenemos que encontrar al funcionario más eficiente”, “el político profesional mejor capacitado para solucionar los problemas que tenemos” o “la facción política que mejor puede encontrar la solución y que es más precisa en el diagnóstico”. Me parece que lo que está faltando es un mayor protagonismo popular, mayor protagonismo de los trabajadores. Es cierto que una de las cosas que surgió ahora, con esta discusión que venimos relatando, “es la necesidad en un Frente de conservar la unidad”. Pero esa unidad de grupos heterogéneos solo se puede conservar si se estructura en torno a algo. Cambiemos se vertebra en torno a los intereses del mercado, a los intereses de la oligarquía. Entonces, un frente, como el Frente de Todos, tiene que vertebrarse en torno a los trabajadores, a los movimientos populares, a los movimientos de mujeres, a todos los que estuvieron en la calle, que fueron protagonistas y partícipes de la derrota del macrismo en el 2019, la expresión directa de la oligarquía y los grupos concentrados. También ahí hay que volver a insistir con una lectura de que la derrota del macrismo no fue la habilidad o la “muñeca maestra” de alguien en un escritorio; la derrota del macrismo fue la consecuencia de la lucha incansable de nuestro pueblo en la calle. Y desde ahí, esa unidad debe estructurase en torno a los que fueron los protagonistas en los cuatro años de “la peste amarilla”. Traer esto no es para “correrle el culo a la jeringa” de la discusión y no tomar posición, en donde emergen dos posturas contrapuestas, pero que aparecen homogeneizadas, en esto que desde afuera se ve como si se estuvieran “matando entre ellos”. Y nadie está viendo cómo de esta pelea, el triunfo de unos o de otros, se expresa en el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo trabajador.
AW: ¿Ves signos en esa dirección para abrir el cauce a la participación popular, en este debate público para dilucidar cuál es el rumbo a seguir de aquí en adelante?
FH: Lo que creo es que esto es inesperado: sin una irrupción popular, sin un cambio de protagonismo que vire desde la clase política profesional hacia los movimientos populares, hacia los sindicatos, si la política no se va a vertebrar en otra dirección… -tranquilamente esto podría ser una oportunidad-, pero no para repensar funcionarios solamente, sino para repensar en torno a qué se va a vertebrar esta unidad. Es necesario reiniciar el debate público, no entre dirigentes, sino en la calle, así como las movilizaciones del 2017 pusieron en jaque al gobierno de Mauricio Macri a través de la impugnación y el rechazo a su Reforma provisional de aquel momento. Hay que retomar ese protagonismo popular, porque no va a ser cómo se zanja un debate entre dirigentes, entre grupos en la superestructura. En todo caso, hay que ayudarlos a esos dirigentes y a la superestructura marcándoles fuertemente el camino. Y el voto fue una primera expresión masiva de descontento, de desazón. Después puede haber análisis aritméticos acerca de dónde fueron los votos en las PASO, quién ganó, quién perdió, pero seguramente nadie titularía “el gobierno fue reconocido en esa contienda electoral por sus dos primeros años de gestión “.
- Entrevista realizada en Panorama Federal
- Redacción Lucia Izaguirre
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