“Vamos a dejar despagar los intereses de Leliq que está pagando la Argentina todos los días”, había asegurado Alberto Fernández en campaña. El entonces candidato a presidente criticaba la gestión económica macrista, argumentando que con sólo “diez días de intereses de Leliq”, ($19 mil millones) se podían costear los medicamentos de los jubilados. Sin embargo el festival continúa y se agrava con el paso de los meses. “Las Leliq crecieron en el gobierno de Alberto Fernández casi en un 300% (y los pases pasivos en un 400%)”, sostuvo el economista Horacio Rovelli en diálogo con Radio Gráfica, al tiempo que alertó “es una verdadera bomba de tiempo, vamos a toda velocidad a un precipicio, como ya pasó otras veces”.
Por Horacio Rovelli (*)
Concentración y extranjerización de los bancos en Argentina
Antes del “rodrigazo” y desde que se creó el Banco Central de la República Argentina en 1933, los bancos captaban ahorro del público y prestaban a las personas y a las empresas mayoritariamente donde estaban radicados, por lo que cumplían el rol de reasignar recursos de aquellos que tenían capacidad de ahorrar y los que requerían créditos para la vivienda, para el consumo, o para producir y mayormente en la misma localidad.
En 1974, con la existencia de más de 800 entidades financieras distribuidas en todo el país, donde mayoritariamente eran cajas de créditos y sociedades cooperativas, el total del préstamos al sector privado sobre el PIB (Producto Bruto Interno, que es la cantidad de bienes y servicios finales que produce el país) fue del 43,55% y, la Argentina era la Nación más integrada del continente, donde menor diferencia había entre un pobre (y una familia pobre) y un rico (y su familia); la tasa de desocupación abierta era del 4% y la pobreza era del 6%.
Dictadura militar mediante, con su reforma financiera de 1977 en su esencia aún vigente, hace que en el año 1990 quedaran solamente 170 instituciones bancarias, que a su vez contaban con 985 sucursales y con 132.500 empleados. De los cuales 31 entidades eran consideradas locales de capital extranjero, pero no eran significativas en cuanto al volumen de depósitos ni de créditos, si cumplían un papel relevante en el comercio exterior.
Gran parte del ingreso de capitales del exterior a nuestro país desde abril de 1991 (Plan de Convertibilidad) se canalizó en el sistema financiero local, lo que es fácilmente demostrable observando la evolución de los depósitos captado por las entidades financieras del país quienes al 31 de diciembre de 1990 en pesos y en dólares recibían imposiciones por unos 8.520 millones de pesos (En pesos $ 5.132 millones y en dólares U$S 3.388 millones) y en diciembre de 1994 recibían 48. 859 millones (de los cuales eran en dólares U$s 23.181 millones y en pesos $ 22.678 millones).
Al plan de Convertibilidad se le suma el proceso de privatización de la banca pública provincial y municipal que estuvo apuntalado por las instituciones multilaterales de crédito. Gran parte de esta reestructuración fue financiada por el Banco Mundial y el BID. Los compradores fueron, en general, grupos nacionales que operaban anteriormente en la banca mayorista, sector muy afectado por las sucesivas crisis de liquidez y la universalización de los bancos. Estos banqueros buscaron “refugiarse” en las provincias, con una estrategia de negocio centrada sobre todo con las comisiones cobradas por servicios financieros a los diferentes estados provinciales.
La banca cooperativa fue la más afectada por la reestructuración del sistema de esos años, lo que merece una especial atención, dada la importancia comunitaria y regional de estos bancos. De treinta y ocho entidades cooperativas existentes en 1990, tras el llamado “Efecto Tequila” en 1995, solo quedaban diez y al final de la década solo dos de ellas permanecían abiertas. La capitalización fue el “talón de Aquiles” de la banca cooperativa, por la inmensa dificultad que estos bancos tuvieron para alcanzar estándares tan altos con el solo aporte de los asociados o con las reservas de las entidades.
La “Pesificación Asimétrica” tenía no solo el objetivo de transferir el endeudamiento al pueblo argentino (que sufrió la devaluación de nuestra moneda de $ 1 a $ 3,15 mientras que los bancos “pesificaban” el crédito a $ 1 el dólar y los depósitos a $ 1,40. Para evitar el cierre de entidades, no solo se inyectaron fondos para paliar la diferencia sino que se intensificaron las restricciones financieras dispuestas a principios de diciembre del 2001. Para esto se estableció la reprogramación de los vencimientos de todos los plazos fijos en pesos y dólares, y de las cuentas corrientes y cajas de ahorro en dólares que superaran cierto monto establecido; lo que comúnmente se denominó “corralón”.
Con el propósito de moderar el efecto de la devaluación, se procedió a la conversión a pesos de los depósitos y créditos en dólares, pero a un tipo de cambio distinto: la pesificación asimétrica, la medida más discutida e influyente de la post-convertibilidad. Los créditos (activos) fueron pesificados a la relación 1 U$s = 1 $, “cualquiera fuera su monto o naturaleza”, ofreciendo así un seguro de cambio informal a los deudores domésticos. Los depósitos (pasivos) hechos en dólares, en cambio, fueron transformados a pesos a la relación 1 U$s = 1.4 $. Con algunas excepciones, estas se ajustarían por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), la inflación de los precios al consumidor del mes anterior aplicadas diariamente. Mediante la emisión de una serie de bonos a cargo del Tesoro se compensó a los bancos por esta medida. Mediante la reforma de su carta orgánica, se le otorgaron mayores facultades al BCRA para asistir a las entidades financieras, dotándolo con ciertas herramientas para que pudiera volver a tener una política monetaria activa, y ampliando la inyección de fondos en entidades que en otros momentos hubieran sido calificadas como no solventes. Gran parte de los bancos tenían un balance negativo si se calculaban activos y pasivos a precios de mercado.
En junio y septiembre de 2002 y marzo de 2003 se ofrecen canjes voluntarios de depósitos reprogramados por nuevos títulos públicos. El plan de capitalización del Banco Galicia merece una mención especial. Dada la gravedad de la situación de la entidad, esta tuvo que presentarse ante el BCRA para pedir un plan de capitalización y liquidez; que con una complicada operación que contó con los aportes de entidades financieras locales, diferentes organismos de la red de seguridad del sistema.
La situación hoy
En febrero de 2021 (último informe del BCRA), quedan en pie 78 entidades financieras, de los cuales son 65 bancos, de ellos 52 son de capital privado y 13 públicos (incluido los oficiales nacionales Banco de la Nación Argentina y BICE, 10 provinciales y el municipal de Rosario) y, el crédito total al sector privado es solo el 11% del PIB (y a la vez se trata, midiéndolo como se lo quiera medir, de un PIB mucho menor) y la pobreza supera el 42% de la población alcanzando a 19.300.000 personas, con el agravante que más de la mitad de los niños de la Argentina son pobres.
Crédito que representa el 11% del PIB, con casi un 5% del PIB para préstamos personales (45% de los préstamos otorgados) que financian principalmente descubiertos en las tarjetas de débitos y de créditos y, solo queda un poco más del 6% del PIB para financiar a las empresas (créditos comerciales).
Bancos privados
La venta del Banco Río de los Pérez Companc al grupo Santander de España y, de los bancos Francés y Crédito Argentino al grupo Bilbao-Vizcaya cambia el eje de la situación y el capital extranjero entra a predominar en los depósitos y en los créditos.
Con solo ver los Estados contables de los diez primeros bancos privados por volumen de depósito captado y como lo reasignan, demuestra la ineficacia del sistema y lo gravoso que significa para el sistema económico argentino. Nos basamos en la información que es publicada por el BCRA con considerable atraso, en agosto recién terminaron el informe de las Entidades del Sistema Financiero Argentino al mes de febrero 2021.
[1] 65 bancos que cuentan con 480 sucursales y 104.639 empleados al 28 de febrero de 2021, de los cuales los 10 bancos privados más grandes empelan unas 49.000 personas
Se observa que los bancos Santander- Río SA, Galicia y Buenos Aires SA, y BBVA SA captan depósitos en conjunto por un 25% más que el Banco de la Nación Argentina, que es el primer banco del país y que al 28 de febrero 2021 captaba $ 1,7 billones de pesos, contra más de 2 billones que reciben esos tres bancos.
También es cierto que el Banco de la Nación Argentina posee más títulos públicos (esencialmente Leliq- Letras de liquidez del BCRA) que los créditos que concede, conducta similar al resto del sistema y, es el punto más vulnerable, en lugar de captar excedentes monetarios de la población para financiar el capital de trabajo y hasta inversiones, los bancos lo emplean para posicionarse sobre todo en títulos de deuda pública y en letras de liquidez del BCRA.
Utilizan la “carta de porte”, la autorización para funcionar como entidad bancaria, para captar depósitos de la población y en lugar de asumir riesgos, lo prestan básicamente al sector público (principalmente al mismo BCRA) y no solo obtienen fuertes ganancias, sino que y sobre todo los bancos privados más grandes, recibieron órdenes de sus depositantes para realizar operaciones de CCL (contado con Liqui[1]) y dólares MEP (Mercado Electrónico de Pago de la Bolsa de Comercio) en todos estos años, que es una operatoria encubierta con la liquidez con que se quedan (por eso el ratio Efectivo y Depósitos en bancos / Activos es del 24,11% a febrero 2021). Los banco privados más grandes tienen la llave de la operatoria del comercio exterior con lo que significa en la doble contabilidad por la sub facturación de exportaciones y de sobre facturación de importaciones y, a la vez, reciben depósitos en dólares a febrero 2021 por 18.600 millones de dólares, de los cuales prestaron 5.200 millones de dólares, constituyendo con su encaje a engrosar las reservas internacionales brutas del BCRA.(situación que es sumamente ventajosa porque indirectamente las reservas internacionales depende de esos bancos)
Los 10 principales bancos privados tienen el 47,4% de los depósitos, de los cuales seis son extranjeros y, se debe contemplar que el Fondo de Cobertura Blackrock posee el 18,8% del paquete accionario del Banco Galicia y Buenos Aires SA y reconoce tener participación también en el Banco Macro SA, que son considerados por el BCRA como bancos locales de capital nacional[2] .
Por ende se trata de un sector fuertemente internacionalizado y que su poder reside en su capacidad de captar depósitos de la población y elegir financiar al Estado, principalmente vía BCRA o apostar a operaciones de compra y venta de divisas presionando sobre el tipo de cambio.
Lo antedicho explica que mientras el PBI de la Argentina del año 2020 cayó en un 9,9% (equivalente a unos 35.000 millones de dólares), la ganancia de los 10 bancos privados del año pasado fue de $220.000 millones de pesos. Suma que fue mucho menor que la rentabilidad de otrora, pero que obtuvieron gracias al BCRA que con las Leliq y los pases pasivos (inmovilizaciones de dinero captado por los bancos en el BCRA) que en los últimos tres años saltaron del 27% al 47% del total de los ingresos financieros (un 40% por títulos y 7% por Pases) le aseguró la rentabilidad. Mientras que los ingresos por intereses pasaron del 66% al 42% del total. O sea, casi la mitad de los ingresos de los bancos están vinculados con la deuda remunerada del BCRA que en el último día hábil de julio 2021 totalizan 3,9 billones de pesos.
[1] Se trata de compra de acciones de empresas que operan en el mercado argentino y que cotizan también en el exterior, y/o de Títulos Públicos, por ejemplo, el BONAR 2030 la lámina es de $ 6.700 y se vende en el exterior a 40 dólares (el precio implícito del dólar CCL es $ 167,5.- que surge de dividir los pesos por su valor de mercado en dólares).
[2] Larry Fink el CEO de Blackrock reconoce tener participación en los Bancos Santander y BBVA de España y, en Galicia y Macro.
El sistema financiero local se fondea en un 70% con depósitos ya que un 29% del total del pasivo y del patrimonio neto son depósitos a la vista, un 27% son depósitos a plazo y el restante 13% son depósitos en dólares, conformando un fondeo bancario fundamentalmente transaccional y de corto plazo, de allí que clocarse a 7 días en Leliq y en menos plazo en los pases pasivos reduce fuertemente sus riesgos.
Es esa facultad de trabajar en pesos y en divisas la explicación de porqué las Leliq crecieron en el gobierno de Alberto Fernández casi en un 300% (y los pases pasivos en un 400%), en cambio la asistencia del BCRA al Tesoro de la Nación lo hizo solo en un 83%.
Al contrario de lo que interesadamente los grandes medios y esencialmente los especializados en temas financieros sostienen, el principal destino de la emisión monetaria no es el financiamiento del déficit fiscal y, menos que menos la asistencia a la población en planes sociales (AUH; AUE; Tarjeta Alimentar, etc.), la impresión de billetes básicamente es para sostener el pago de los intereses de los denominados “Pasivos Remunerados” del Banco Central de la República Argentina, que son las Letras de Liquidez (Leliq) y Pases Pasivos.
(*) Economista
- Entrevista realizada por Lucas Molinari y Leila Bitar en Punto de Partida (lunes a viernes 8 a 10hs)
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