Por Alejandro “Gitano” Ulloa
Lo que mata es la salud
“Ya no hay conteo en la primera cama” es una crónica desde la angustia. Fue publicada en Tiempo Argentino proveniente del portal El Tucumano. El periodista Juan Pablo Sosa la realizó estando internado con Covid-19. Angustia, miedo y espera por las camas: “A lo lejos pude escuchar cómo trabajaban en el pecho de esta persona. Alguien con sus manos intentaba que su corazón no se apague. -3.30 desde el inicio de maniobras de reanimación. (…) -4.30 desde el inicio de la reanimación”.
”La voz de la mujer anuncia el tiempo de los ejercicios RCP y nada. Todos rodean la cama, nadie se ha movido de allí. Algo le colocaron a la persona, pero no alcancé a escuchar qué. Ya no hay conteo en la primera cama. No hubo caso, la persona no lo logró y pasó a engrosar las frías y siniestras estadísticas mortales del Covid-19. De a poco todos se alejan de la cama. (…) El sonido de la pistola para tomar la temperatura me despertó. Al final me venció el sueño, pero no fue más de una hora y media. Eso sí, fue suficiente para que muriera otra persona y a mí me trasladan ahora a su cama”.
“Como será la cañada que el gato la cruza al trote” suele decirse cuando alguien se agranda sin motivos. Si Dios atiende en Buenos Aires habrá que pedirle que pase a atender en todas las provincias por igual sin contaminarse de los vicios de la Recoleta. El ombliguismo de la porteñidad ha llevado a los negacionistas a aplaudir la “madurez de Larreta” y pedir “responsabilidad individual” eludiendo la responsabilidad de gobierno.
Con el ejemplo del alcalde porteño duras realidades esperarían a los trabajadores de todo el país. Hacer lo que las encuestas dicen no es gobernar. Así lo han comprobado en la provincia de Córdoba. La presencialidad escolar y la apertura permanente de las actividades no es una concesión que podamos hacernos a la espera de vacunas. De esta nos salvamos todos juntos o no se salva nadie.
Rosa Estevan, neumonóloga de planta del Hospital Muñiz, devenida en covidóloga del Pabellón Koch durante la pandemia, dice lo suyo: “Los médicos trabajan y se angustian junto a los pacientes por un sueldo de inicio entre 60 y 70 mil pesos. Lo mismo para un residente, con la salvedad de que cumplen más horas. Las miserias que se ganan llevan a muchos médicos al doble y triple empleo. Las paritarias 2020 se firmaron por un pobre 15 % en 3 cuotas, 2021 aun nada. La Asociación de Médicos Municipales parece una patética dependencia del PRO.
En síndrome de burn out (“estar quemado”) –que sufrimos muchos de los afectados a las tareas del hospital vinculadas con el Covid– se debe a que muchos además del trabajo sin descanso debieron realizar tareas que no eran las habituales, como los compañeros pediatras atendiendo adultos. No le deseo a nadie participar de los triage que deciden cuál enfermo va a terapia y cuál puede seguir tirando de acuerdo a la disponibilidad ya sea por edad, enfermedades concomitantes o saturación de oxígeno.
La Salud Pública no puede depender del consumo de ansiolíticos y tranquilizantes para dormir porque el uso de salas generales como Terapia Intensiva genera errores, problemas y dificultades agregadas. Los protocolos se reescriben todo el tiempo, con los residentes trabajando a la par pero durante el doble de horas y sin la formación adecuada.
Gabriela Piovano, “la infectóloga del pueblo” se queja del periodismo bobo o mercenario, y defiende a capa y espada la Salud Pública y al Hospital Muñiz, una unidad que es un coloso emplazado en el Sur de la ciudad y que periódicamente debe enfrentar y repeler amenazas de cierre como en 2018/2019, cuando se propuso el “5 x 1” (el cierre de 5 Hospitales monovalentes para hacer negocios inmobiliarios). Gaby no dudó en apostarse con un megáfono en las esquinas para denunciar a la población la maniobra. Seguramente también de ahí le viene el mote. “La gente tiene la falsa idea de que el sector privado tiene mejor capacidad que el sector público. El sector privado no colapsó porque el sector público estuvo permanentemente dándole asistencia”, viene afirmando la combativa doctora. De hecho, cuando el sector privado se decide a venir a buscar sus pacientes al hospital público muchos se niegan a que los trasladen, prefieren la seguridad médica que les brinda el Muñiz sobre la hotelería de los sanatorios.
La experta sanitarista Lilian Capone, secretaria de Salud laboral de la CTA (T), doctora especialista en Neumonología, reveló que “el 75% de las muertes declaradas como condición laboral, eran por Covid”.
Capone señaló con claridad los grandes trazos para ubicar en contexto la actual mirada sobre la salud en nuestro país. “La situación sanitaria es muy preocupante. Estamos en la cúspide de una ola donde hay ciudades de incremento no tan veloz pero con gran cantidad de fallecidos. Hay provincias que no solamente preocupan por los casos y las muertes sino por las políticas sanitarias implementadas: CABA, Santa Fe, Córdoba y otros distritos. Pese al colapso sanitario con alto índice de positividad se sigue insistiendo con aperturas económicas y presencialidad escolar de claro tinte electoralero. El tema no es solo sanitario entonces, sino que se transforma en político.
“Lo económico es gravitante. Que todo siga igual tiene un impacto sico-sociológico en los ciudadanos, especialmente en los más jóvenes. Hay un impacto porque el virus está mutando y afecta principalmente a los menores de sesenta años, que son quienes ahora ocupan las terapias intensivas y no dan lugar a una rápida rotación de camas. Los mayores han ganado inmunidad producto de la exitosa campaña de vacunación. El virus es más agresivo, pero el 75 % de los mayores de 60 están vacunados con una dosis al menos. Ya estamos cerca de las 20 millones de dosis y van a seguir llegando. Hay récord diario de aplicaciones. Esto trae un gran avance y tranquilidad. Sin embargo, los casos aumentan y no se logra que bajen.
“Tres conceptos nos permiten leer esta pandemia: epidemiológicamente es un virus altamente contagiante. Preocupan ahora los menores de 60. El aspecto sanitario tiene que ver con la ocupación de camas con la lógica de una mayor resistencia de los cuerpos más jóvenes. La pata política aparece en el negacionismo que responde a un sector de la población con mirada individualista y miras a las elecciones donde las decisiones de los gobernadores buscan satisfacer la sed de odio y venganza antiperonista y antigubernamental muy peligrosa de un sector de la sociedad.
Lilian Capone finaliza: “Hemos sido prisioneros de una crisis sanitaria epidemiológica muy peligrosa. Esto no es política partidaria sino sanitaria. La esperanza es la vacuna. Ni hablar cuando fabriquemos nuestras propias vacunas, para lo que ya se avanza en la importación de antígenos (componentes 1 y 2) de la Sputnik de Gamaleya”.
Los trabajadores hacen propia una cuestión de Estado
La enfermera Zulma Lovay, del Hospital Fernández, miembro de la directiva de ATE Capital, se queja con bronca de la apertura de actividades que favorecen la circulación y abarrotan los hospitales al punto de no poder recibir pacientes. “Estamos agotados, no damos más, los trabajadores con sueldos miserables, los más pobres del país en la ciudad más rica. Es inentendible. Seguiremos luchando por una paritaria no esté bajo la línea de pobreza, que nos mantenga bien alimentados, con salarios dignos que alcance para vivir y que podamos tener los días felices que supimos vivir con los gobiernos de Cristina y de Néstor”.
”Larreta no te cuida. Lo decimos a conciencia, porque la estamos pasando mal, pese a que somos un recurso humano imprescindible, siempre somos pocos. Somos descartables. Estamos sin licencias, estamos cansados, las salas comunes están transformadas en terapias Intensivas, la de Emergentología está transformada en UTI, con 18 camas con respiradores. Larreta quiere ser presidente, pero nosotros no podemos más”, se quiebra Zulma recorriendo las vivencias. Mientras habla, relata que la acaban de llamar para decirle que una compañera enfermera del Fernández está internada en el Anchorena. “Está internada con respirador y pronada (boca abajo para mejorar la ventilación). Está grave”, señala Lovay profundamente dolida.
Pedro Lynn, delegado general de la Junta Interna del Ministerio de Salud, el Incucai y el Instituto Nacional del Cáncer, es representante de un sector que agrupa más de mil trabajadores y señala que “las paritarias fueron otra oportunidad frustrada para recuperar el salario real. La cantidad de cuotas y su extensión hasta el 2022 le sacan cualquier impacto positivo. Los trabajadores del Ministerio hemos perdido el 50% de capacidad salarial en los últimos cinco años. Ni siquiera se ha permitido un reconocimiento salarial al esfuerzo de todxs lxs compañerxs que batallan sin descanso desde que explotó la pandemia.
“Llevamos un año y medio sin descanso. Primero hisopando y buscando casos en los operativos DetectAr, en el trabajo de control epidemiológico nacional, después en la distribución de equipamiento sanitario a todo el país y ahora en la compra, recepción y distribución de vacunas, 24×7. Ese compromiso no se reconoce en el salario; el suplemento adicional del 8% de los profesionales de la salud no nos toca. El bono de 6.500 pesos para lxs trabajadorxs de la salud tampoco nos llega. Es cotidiano que lxs compañerxs se vayan a otros organismos con mejores pluses y salarios y esquemas de trabajo. Salud es hoy solo exigencia y poco reconocimiento.” Para Lynn compromiso y esfuerzo sobra, falta salario, queda clarísimo.
El delegado del Hospital Zubizarreta Ezequiel Romero, otro referente de Salud del gremio estatal capitalino, agregó precisiones sobre los reclamos sobre trabajadores dispensados y “refuncionalización” (¡no agregan camas, las cambian de función!): “El 12 de abril se publicó el Decreto 120/21 mediante el cual el Poder Ejecutivo de la Ciudad de Buenos Aires establece que no será de aplicación la dispensa al deber de asistencia al lugar de trabajo a quienes se encuentren alcanzados/as por el anterior Decreto (147/20). Así es como el alcalde “Larrata” des-cuida al personal de Salud al no dispensar a los compañeros con patologías de riesgo, basados en la vacunación del personal. De hecho tenemos compañeros contagiados con las dos dosis aplicadas. Desde ATE presentamos un recurso de amparo para que se dé marcha atrás con estas medidas y que no se ponga en riesgo a los compañeros.
Larreta cierra hospitales y abre escuelas, los hospitales “refuncionalizaron” sus camas para hacerle frente a la demanda de Covid y descuidan el resto de las patologías. No suman camas en los hospitales, solo las acondicionan para Covid. Las consultas externas se redujeron a cinco especialidades. Todo esto está bancado por el trabajo de nuestros compañeros, que más allá de las “libertades” concedidas en la propaganda electoralista, estamos agotados, sin reconocimiento, sin vacaciones, sin licencias (Decreto N.° 147/20), sin tener sueldos dignos. Larreta no nos cuida y nos abandona”.
Para Manolo Sueiro –de ATE Capital, Verde y Blanca, que ostenta la representación del 80% de los trabajadores de ese ámbito– el cuidado de la salud sustentable es una cuestión de Estado y un derecho. “La verdadera concepción del derecho a la salud que se necesita es un programa que consiste en la instauración de la persona humana –su dignidad y libertad– como eje de su regulación. Parte de ello es sostener a los trabajadores que brindan servicios en el área con salarios acordes y condiciones profesionales que dignifiquen su tarea y esa es la responsabilidad que asumimos desde nuestra organización. La responsabilidad de la salud como un derecho de las personas es una tarea que asumimos como trabajadores”.
En su informe anual 2020, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) reveló que por la pandemia del COVID-19 más de 100 millones de trabajadores se agregaron a la legión de pobres por la desaparición de horas de trabajo y del acceso a empleos de buena calidad. Un equivalente a 255 millones puestos de trabajo a tiempo completo se perdieron y con ello el empleo presenta una crisis que durará hasta 2023 como mínimo. La crisis irá mucho más allá de las vacunas y los sindicatos se preparan para enfrentarla.
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