Hoy se cumplen 65 años del bombardeo de la Marina en el centro porteño. “Sin junio no hubiera habido septiembre”, afirma el historiador Rafael Cullen, “fue un acto terrorista racionalmente estudiado, como dijo el Capitán de Fragata Néstor Noriega: Había que hacer una acción psicológica, sino a Perón no lo sacábamos“.
Por Lucas Molinari
Rafael Cullen es autor del libro “Clase obrera lucha armada peronismos: Génesis desarrollo y crisis del peronismo original”, y está preparando para publicar a fin de año: “El Golpe que duró tres meses”. Entrevistado en Punto de Partida por Radio Gráfica opinó sobre los bombardeos realizados por la Marina en 1955, citando a propios terroristas.
“Junto con septiembre que son para mí dos momentos del mismo hecho histórico, un punto de inflexión en cómo la clase dominante está dispuesta a imponer su modelo socioeconómico. Lo dijo el que fue el primer canciller de Lonardi, Mario Amadeo, tres meses después del golpe: No fue un movimiento en que un partido derrocó a su rival o que una fracción de las Fuerzas Armadas venció a la contraria sino que fue una revolución en que una clase social impuso su criterio sobre la otra. Y el Contralmirante Arturo Rial, le planteó a un grupo de sindicalistas que estaba negociando después del triunfo de los golpistas: Sepan ustedes señores que la Revolución Libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero, muera barrendero“.
“Es decir, fue un hecho terrorista, racionalmente estudiado, porque ni siguiera el pretexto que decían que querían matar a Perón. A Perón si querían lo mataban con dos francotiradores. Néstor Noriega, uno de los principales terroristas de la primera escuadrilla que bombardea, afirmó: Había que hacer una acción psicológica, sino a Perón no lo sacábamos. Ese odio clasista del que hablaba Salvador Ferla y el mayor Bernardo Alberte, resurge cada vez que el campo popular recompone sus fuerzas y arma algo diferente al país que ellos quieren”.
Conflicto con la Iglesia
Los bombardeos se dieron en un contexto de conflicto del gobierno de Perón con la Iglesia Católica. Días antes, el 11 de junio, en la celebración del Corpus Christi, hubo una marcha opositora que fue de la Catedral de Buenos Aires al Congreso de la Nación. Allí un militante reemplazó bandera argentina por una del Vaticano. La celeste y blanca fue quemada en un confuso episodio que terminó en un escándalo, que el gobierno expuso y para el cual organizó un desagravio para el mismo 16 de junio.
Consultado por ese conflicto Cullen explicó: “En 1945 la relación de Perón con la Iglesia es buena, porque el peronismo convierte en ley un decreto del gobierno militar anterior, que imponía la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Eso poco a poco se va perdiendo. Y el primer distanciamiento aparece en 1949, porque la Iglesia pretendía que se constituyera la doctrina católica en la guía espiritual de la Nación. Los constituyentes no aceptan eso y colocan a las tres banderas soberanía política, independencia económica y justicia social, como orientadores de esa nueva constitución”.
“Después hubo otros temas puntuales como la legalización de la prostitución, los hijos nacidos extramatrimoniales fueron considerados legítimos. Pero hay una base central que está en el origen del peronismo y en la base del catolicismo que tenía que llevarlos a la ruptura, es un análisis mío. Eva Perón construye el principio: donde hay una necesidad hay un derecho, eso contradice filosóficamente a la doctrina de la caridad cristiana. Además había un problema, para que haya caridad cristiana tiene que haber pobres, y había cada vez menos pobres y los que había los atendía la Fundación Eva Perón mucho mejor que las instituciones asistenciales de la oligarquía”.
“Después estaba la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) que le quitó peso a las juventudes cristianas. La CGT, por su parte, denunciaba la inflitración católica en los sindicatos por la JOC (Juventud Obrera Católica)”. La JOC pertenecía al Partido Demócrata Cristiano, fundado en 1954, en el marco de la estrategia del Vaticano de combatir el comunismo en aquel contexto de “Guerra Fría”.
A todo esto hay que sumarle la ley de divorcio de 1954 y que se empezaba a debatir la separación entre el Estado y la Iglesia. “Hay un desarrollo del Estado de Bienestar Peronista que es contradictorio con la Iglesia de esa época”, lo define el Cullen.
El testimonio de un comando civil, Mariano Grondona: “unos de mi grupo quisieron desarmar a un policía que se resistió y lo mataron”
En los comandos civiles que militaron el golpe había consevadores, radicales, socialistas, católicos y liberales, explicó Rafael Cullen, que nos acercó la palabra de un protagonista: el abogado y periodista Mariano Grondona, quien fuera conductor del programa de TV “Hora Clave” y editorialista del diario “La Nación”:
“Teníamos un sistema celular compuesto por cinco personas y éramos en total 125 comandos (es decir, 25 células) de la Facultad de Derecho conectados a los demás de FUBA entre los que estaban Canitrot y Andújar. Curiosamente los comandos más gorilas eran los socialistas, los conservadores suelen ser más pragmáticos. Cuando se acercaba la revolución de junio nos contactó Agustín J. Álvarez (Gran Maestre del GOFA (se refiere a la Logia Masónica “Gran Oriente Federal”) hijo del intelectual mendocino homónimo) un dirigente radical muy misterioso que reportaba a Raúl Lamuraglia presidente de la UIA, emparentado con el presidente uruguayo Luis Batlle Beres, otro antiperonista acérrimo que era unionista, me parece. Decían que éramos 10 mil comandos. Primero nos movilizaron para la procesión de Corpus (Christi) y para defender la Catedral, ya por el lado católico. Ahí terminé preso (…) Nos soltaron el 15 de junio, justo para entrar en la otra. Los 125 de nuestro grupo fuimos encargados de tomar las torres y Antenas de Ezeiza, y ahí fuimos. Pero como por falta de plafond se demoró el ataque de la aviación nosotros íbamos y veníamos de ida y vuelta por la General Paz. Al final fuimos a Ezeiza, allí debía estar un coronel que no apareció nunca. Volvimos y llegamos a Plaza de Mayo para ver el bombardeo. Nos dispersamos. Sin embargo, había en el grupo tipos muy violentos y muy armados, y como venían camiones llenos de sindicalistas, ellos fueron a apoyar a la Marina”. Grondona no exageró sobre la violencia de su grupo. El mismo contó que: “el 16 de septiembre unos de mi grupo quisieron desarmar a un policía que se resistió y lo mataron“. [1]
[1] Sáenz Quesada María opus cit. pág. 75 en ANM Libro Bombardeo pág.28. Es posible que este policía mencionado por Grondona, sea el agente de la Policía Federal Silverio Altamirano que figura en el 4º lugar de la lista de víctimas fatales.
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