Luego de advertirse una crisis hídrica en la región de las Cataratas del Iguazú debido a la sequía y al cierre de represas ubicadas a lo largo del Río Iguazú en territorio brasileño, el Ministerio de Relaciones Exteriores, en conjunto con la Cancillería Argentina, elevaron un pedido al par de Brasil a los fines de solicitar la apertura de las compuertas para elevar los cursos de agua. El éxito del acuerdo permitió devolver un poco de equilibrio ambiental a la zona, y un poco de paz a la ciudadanía afectada.
(*) Por Juan Patricio Méndez
Las Cataratas del Iguazú, una de las siete maravillas del mundo, padecieron una baja alarmante de su caudal debido a dos factores: las sequías y el cierre de las represas brasileñas en el Río Iguazú. Tal cual advertimos en la nota anterior en Radio Gráfica, las posibilidades de que se desarrolle un conflicto geopolítico no eran menores: ningún país puede afectar la circulación de un bien común o natural (en este caso, el agua) cuando al mismo lo comparten dos o más territorios nacionales. El cierre de compuertas, medida tomada por el Gobierno de Jair Bolsonaro, implicó no solo la crisis ambiental de una zona que necesita al agua para sostener la biodiversidad del ecosistema, sino también que miles de personas no puedan acceder a agua potable.
La crisis fue (y continúa siendo) tal, que de un promedio histórico y cotidiano de 1756 metros cúbicos por segundo, se registró, el domingo 12 de abril, un total de 253 metros cúbicos, es decir, una séptima parte. Lo que hay que analizar aquí es que, la peligrosidad de este hecho, supone un riesgo absoluto para toda la flora y la fauna de un ecosistema que, en su cotidianeidad, es húmedo. La realidad, hoy, presenta un ambiente seco. Las sequías implicaron un alto grado de conflictividad ambiental, puesto que la deforestación, el avance de la soja y el deterioro de los suelos agudizaron el cambio climático y modificaron el esquema de las estructuras climáticas y geográficas de la zona. Y no solo eso: hay que sumar que las bajantes de los ríos también afectaron el desarrollo comercial del Río Paraná, especialmente en la zona portuaria de Rosario.
Todo esto junto, en una misma cacerola de conflictos ambientales y comerciales, sucedió en la región de Iguazú durante el mes de Abril. Sin embargo, luego del trabajo del Ministerio de Relaciones Exteriores, en conjunto con la Cancillería Argentina, se elevaron exhortos a los pares de Brasil, que consistieron en la apertura de las compuertas para permitir el normal curso de agua hacía el país. La Comisión Nacional estuvo integrada por funcionarios de los organismos citados y, además, por miembros del Instituto Nacional del Agua y de la Secretaría de Energía.
Las novedades del acuerdo se dieron a conocer a partir del Comunicado de Prensa emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto el día 17 de Abril, bajo el legajo informativo 077/20 de dicha entidad. En primer lugar, se resaltó que el compromiso binacional radica en el “crecimiento de 1400 metros cúbicos por segundo del caudal del Río Paraná, a fin de afrontar la sequía de la región”. Por otro lado, el comunicado advirtió que “se programaron erogaciones de la represa de Itaipú para que la media de 5350 metros cúbicos por segundo de la semana anterior se aumente en 850, y adicionalmente se convino un nuevo aumento de las erogaciones en 550”.
El acuerdo implicó un aumento de las erogaciones de las represas Itaipú y Baixo Iguazú, sumado a una seguidilla de encuentros virtuales donde se discutirá el desarrollo, el estado ambiental de la zona, y potenciales soluciones que “atiendan a la sequía extraordinaria que afecta a la región”. Asimismo, desde el comunicado oficial, las autoridades nacionales remarcaron la calidez y la buena predisposición al diálogo de todos los actores en cuestión, siendo que el conflicto es una variable que no entra en este plano.
Luego de haber cerrado el acuerdo, los cambios comenzaron a notarse en la región. La cantidad de agua que bajó de los saltos no alcanzó el tercio normal, pero este panorama presentó cierta mejoría en relación a la flora y la fauna de la zona que se encontraba desprovista de humedad. De esta forma, los ecosistemas que se encuentran afectados, comenzaron a incorporar un actor fundamental como el agua en su ecosistema natural, que hasta entonces, su ausencia representó el desequilibrio del entorno ambiental.
El aumento progresivo del caudal del Río Iguazú implicó una radical modificación en el paisaje de las Cataratas del Iguazú, según informaron autoridades provinciales. En números, el pasado sábado 18 de abril se monitoreó el comportamiento del río, y este registró un aumento en la cantidad de metros cúbicos por segundo en las Cataratas, ascendiendo a 434 (casi 200 metros cúbicos más de la baja histórica registrada a principios de mes). Por otro lado, este aumento espera mejorar la distribución de agua potable en Iguazú. El Instituto Misionero de Agua y Saneamiento advirtió, la semana pasada, que esta faltante hídrica causaría inconvenientes en la disponibilidad del recurso.
Más allá de que el acuerdo con Brasil sugiere un alivio para la zona y para el ecosistema húmedo de la zona, no hay que olvidar que el cambio climático es una constante que continúa en desarrollo. El deterioro de los suelos, producto del avance del agronegocio de la soja y de la deforestación de la selva misionera es un actor clave en la sequía histórica que tiene lugar. El cambio constante que existe en la región de Iguazú, en relación a la sequedad de un escenario que es húmedo por lo general, lleva al deterioro y al desequilibrio sistemático del sistema de relaciones entre la flora y fauna local.
A su vez, es necesario mencionar que la bajante histórica del Río Paraná registró, este mes de Abril, una baja extraordinaria en la represa de Yacyretá, que indicó un total de 7 mil metros cúbicos por segundo, cuando el promedio ha sido de 14.400 metros cúbicos de agua. Las precipitaciones en las cuencas brasileñas aportan al río un total del 60% de su nivel habitual. En este sentido, la crisis hídrica llegó muy lejos, y el acuerdo apuntó a subir progresivamente los valores de los caudales de los cursos referenciados.
Es por ello que, en virtud de señalar la buena noticia que trae aparejada la negociación con Brasil, es un momento oportuno para llamar la atención y advertir que, en caso de continuar reproduciendo prácticas inconsistentes e insustentables que admitan el deterioro del ecosistema, cada vez más nos encontraremos con escenarios angustiantes como el que presenciamos con las Cataratas del Iguazú sin agua. Hoy, en un momento histórico donde la reflexión es una instancia fundamental, es oportuno repensar el modelo productivo que ha dejado desnudo al planeta, en más de una oportunidad.
(*) Columnista de Abramos La Boca / Radio Gráfica.
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