Por Carlos Aira (*)
Domingo 24 de marzo de 1996. Veinte años del Golpe Cívico militar que cambió la historia argentina. Un plan orquestado para dinamitar el estado y las conquistas sociales obtenidas en tres décadas. El costo de siete años de horror fue terror, tortura y miles de desapariciones forzadas. Aquel domingo se jugaría la tercera fecha del Clausura 96. La Asociación del Fútbol Argentino había determinado la realización de un minuto de silencio en todos los estadios. Por primera vez, el fútbol se hacía eco de la fecha.
Uno de los partidos más importantes de la fecha se disputaría en Córdoba. Se enfrentaban Belgrano-Racing. La Academia con su enorme ilusión de quebrar una racha que en 1996 cumplía tres décadas sin títulos. El equipo dirigido por Miguel Brindisi había ganado las dos fechas disputadas. Un equipo con figuras de la talla de Rubén Capria, Marcelo Delgado, Piojo López y Tete Quiroz. Enfrente, Belgrano de Córdoba y su necesidad de sumar puntos para mantener la categoría.
El sargento Daniel Gimenez fue designado para dirigir el partido. Nacido en Chaco, en 1961, ingresó en las Fuerzas Armadas en el emblemático 1976. Sargento de Artillería y árbitro de SADRA, sindicato de árbitros creado por Guillermo Marconi que a partir de 1992 permitió el ingreso de árbitros del interior al fútbol grande. Gimenez era fácilmente identificable: poco pelo peinado hacia atrás con gomina y facilidad para arruinar espectáculos con expulsiones precipitadas.
Aquella tercera fecha de Clausura 96 quedó en la historia por un partido adelantado. El viernes 22, José Luis Félix Chilavert convirtió un épico gol de tiro libre a River Plate conectando la pelota detrás del círculo central. Al día siguiente, Gimnasia – de gran campaña – venció 2 a 0 a Huracán. El domingo se jugaron ocho partidos simultáneos. En todos ellos se realizó un sentido minuto de silencio. Salvo en Córdoba…
Cuando los veintidós jugadores esperaban el homenaje, Daniel Giménez dio comienzo al partido. La reacción de las tribunas fue de asombro. Una vez pasado el estupor, el repudio fue unánime. Lo repudiaron ambas hinchadas al grito de “milico, hijo de puta… la puta que te parió”. El partido finalizó 2 a 2, con agónico gol del Chelo Delgado. Un hincha de Racing ingresó al campo de juego buscando agredir a Giménez. Escándalo en el Chateau Carreras.
En el vestuario, el Sargento Giménez declaró “haberse olvidado”. El mundo del fútbol se consternó. El minuto de silencio había sido respetado por jugadores e hinchadas. No había lugar para olvidos. Legisladores y dirigentes de Derechos Humanos pidieron una severa sanción. AFA amonestó a Giménez, quien volvió a dirigir fechas después. Pasado el tiempo, el árbitro se sinceró: “Vivimos una guerra donde murió mucha gente. Tendría que haber un minuto de silencio por los dos lados“. Gimenez se amparó en La teoría de los Dos Demonios.
La carrera de Daniel Gimenez fue larga dentro del fútbol. Siempre ligada al escándalo. Su último partido fue San Martín (SJ)-Huracán, final de ascenso a Primera División. El arbitraje fue tan tendencioso a favor del equipo cuyano que nunca más volvió a una cancha. En 2008 volvió a ser noticia: su hijo Renzo, de 20 años, fue condenado por la justicia de Resistencia a cumplir tareas comunitarias durante un año por golpear, filmar y subir a internet golpizas a personas en situación de calle. Lo hacía junto a tres amigos de la alta sociedad local.
El Ejército es una pieza fundamental en la construcción de una Nación. No necesita elementos formados y forjados durante los años del oscuro Proceso de Reorganización Nacional. Por su parte, el fútbol tiene una mácula en la presencia de Daniel Giménez.
Desde hace casi un cuarto de siglo, cada 24 de marzo, el fútbol conmemora el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia.
(*) Periodista. Conductor de Abrí la Cancha.














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