A principios de 2019, TSU Cosméticos oficializó el despido de 150 empleados. Durante todo el año pasado, echar trabajadores se hizo moneda corriente, y a mediados de noviembre, con la última movilidad en planta, se totalizaron alrededor de 400 destituciones. Como si esto fuera poco, aún se adeudan indemnizaciones y la empresa no da respuesta. Concentraciones, movilizaciones y demandas trazan el marco de desigualdad que atraviesan los afectados.
El cierre de la planta ubicada en la localidad de San Martín, a mediados de febrero, llevó a que ex empleados se encuentren este martes 7 en la puerta de la logística “Arca Distribuciones”, donde concentran y establecen las medidas que darán continuidad a la demanda por el pago de las deudas que la empresa mantiene con ellos. “Los despidos masivos fueron a principios en 2019, con el cierre de la planta de fabricación”, relató Walter González, trabajador despedido de TSU, en Radio Gráfica.
Asimismo, González remarcó que el causal de su despido tuvo que ver con una petición para que se blanquee su trabajo: “mandé un telegrama donde decía que blanqueen el 35% que percibía en negro y que me paguen el aguinaldo que me adeudaban”. La respuesta, lejos de ser amistosa o coherente, radicó en el despido inmediato y sin causa de Walter.
El atraso en los pagos representa una de las mayores preocupaciones para las familias. Sumado a la crisis económica, González aclaró que “desde agosto que no les abonan el acuerdo a los demás compañeros”. En consecuencia, señaló que el propietario de la planta “Sergio Pérez, hijo de Armando Pérez, nos citó el lunes pasado y nos volvió a citar ahora para decirnos que no tenía plata. Es una tomada de pelo”.
“Plata hay, lo que no hay es voluntad de pagarnos”
Por otro lado, Walter indicó que se trata de una estrategia empresarial para retrasar los pagos: “Ellos dicen que están en concurso preventivo, pero del concurso salieron en noviembre de 2018. A toda la gente que se echó, le pusieron en el telegrama que la empresa estaba en concurso”. Esta situación complejiza, aún más, el escenario al que los empleados se enfrentan.
Por último, González pidió que “se visibilicen estas luchas. Plata hay, lo que no hay es voluntad de pagarnos”. La urgencia de la demanda es propia de quien traza un paralelismo entre la crisis económica y la necesidad de llevar un plato de comida a la casa.
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