Nos visitaron en la Radio Gráfica compañeros periodistas de Venezuela. Según me han contado ellos mismos y distintos amigos cercanos, realizadores de una producción informativa de gran difusión en el país bolivariano y en toda la región.
Por Lautaro Fernandez Elem*
Recién llegados de Bolivia luego de una cobertura de diez días en torno a las elecciones, charlamos de la situación Latinoamericana: de los oprobios que está cometiendo el gobierno de Piñera en Chile y los grandes alzamientos populares, algo similar en el Ecuador con la defección de Lenin Moreno y las masivas protestas campesino indígenas, y también de la importancia de traer la realidad centroamericana, donde en El Salvador, Honduras y Nicaragua la cosa -como casi siempre- está bastante álgida.
Contemporáneas a los acontecimientos violentos, las disputas electorales en Argentina, Bolivia y Uruguay parecen expresar la misma contradicción pero por la vía electoral. El fortalecimiento de un modelo neoliberal rentístico o el de un proyecto nacional de desarrollo. En definitiva, por una vía un otra, las coincidencias generales en la realidad latinoamericana desperdigada entre sus naciones confluye hacia los mismos duelos como no podía ser de otra manera.
Una vez cerrado el acuerdo de que el enemigo ataca y que en las calles o en las urnas el pueblo responde, la discusión vira hacia lo interno, es decir, hacia las discusiones propias de los movimientos populares en cada uno de estos países. Sabiendo que al imperialismo no se le puede pedir tregua y que no nos puede ofender su accionar natural, el pensar debe enfocarse en el conocimiento popular.
Sabiendo que al imperialismo no se le puede pedir tregua y que no nos puede ofender su accionar natural, el pensar debe enfocarse en el conocimiento popular
Pregunté entonces a los camaradas que tantos países habían recorrido ¿Qué piensan nuestros compañeros, nuestros pueblos, los propios movimientos?
No grata fue mi ¿sorpresa? cuando descubrí que la principal inquietud que habían recogido era sobre la comunicación. Peor aún. Ni siquiera como análisis en tanto el quehacer o la posición individual, sino entendiendo que era un problema central para los pueblos latinoamericanos.
Podría aceptar que la respuesta hubiese rondado la evaluación por parte de especialistas en el tema o de militantes que hacen un análisis luego de un relevamiento sobre dificultades particulares en la organización. Ahora bien, descreo absolutamente que en Barrio Carrillo de Villa Soldati, en El Alto de La Paz, en la Favelas cariocas o en Petare, Caracas, sus humildes habitantes manifiesten como prioridad o emergencia el problema de la comunicación. También un dislate sería exigir que planteen un diagrama acabado y prolijo de la situación regional en esos términos, sin embargo, ni en las demandas de campaña en Argentina o los gritos acompañados de piedras de Chile se ha visto que sea “desmonopolización de los medios concentrados” o “libertad de prensa”. No porque no fueran válidos, simplemente porque no son lo que motivan las revueltas masivas ni las preocupaciones caseras.
Sí. Los medios hegemónicos latinoamericanos se ocupan de construir sentido. Sí, tienen un poderío económico y político notable que redunda en su crecimiento y también en el discurso de una buena parte de la sociedad. Sí. Sus distintas tácticas expresadas en plataformas de difusión hacen al fortalecimiento de su estrategia particular de imposición de agenda y general de dominio cultural.
Los medios hegemónicos latinoamericanos se ocupan de construir sentido
Pero. La comunicación no es “el” problema. A lo sumo será “un” problema. Quizás por las características de nuestro oficio, quizás por la exposición o quizás porque estamos imbuidos en la transmisión de muchas otras realidades, los comunicadores tendemos a pensar que somos el eje.
No obstante lo cual, este mismo análisis nos da la pauta de que estamos abordando cual estrategia enemiga un eje táctico. Y, más preocupante aún, nos ocupamos de cerrar la mirada integral del problema sobre este brazo que es el que peor utiliza el imperio. ¿Por qué el peor? Pues con los medios hegemónicos en contra, en Argentina, Bolivia y Uruguay se están imponiendo candidatos populares, con los medios hegemónicos en contra se están dando los alzamientos chilenos y ecuatorianos, con los medios hegemónicos en contra, en Venezuela Maduro sigue siendo respaldado mayoritariamente por su pueblo. Tuvieron sus batallas ganadas, pero no fueron exitosos en plenitudo como suele decirse de manera pesimista.
A su vez, la concepción de “alternativo” constituye a un medio en relación a su opuesto natural: lo “central o mayoritario”. Si en esa disyuntiva, lo oligárquico es central y lo popular es alternativo, nuestros pueblos estarían ubicados en un plano expectante de la agenda económico política. Y sabemos que no es así.
No es Latinoamérica la región que esquiva los problemas de fondo. Siendo la región más desigual del mundo, la realidad es explícita y los latinoamericanos la conocemos. Pecado es montar un velo desde los comunicadores por pensar que conocemos o hacemos cosas que nuestro pueblo no sabe. Estas últimas semanas han demostrado que nuestros pueblos saben y hacen siempre más que quienes decimos conocer “a fondo” la verdad.
(*) Desde el Barrio / Sindical Federal / La Señal Medios
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