Sobre la tecnología dentro de las relaciones del trabajo y sobre cuáles son los debates que se generan en torno a ello, la investigadora Sofía Scasserra visitó Radio Gráfica y presentó su libro “Cuando el jefe se tomó el buque. El algoritmo toma el control”. Ferviernte defensora de lo que ella llama el “copyletf”, la economista, integrante del Instituto Mundo del Trabajo de la Universidad de Tres de Febrero, asesora en espacios sindicales y columnista en el programa Feas, Sucias y Malas explica porqué hay que regular la economía de plataformas.
“Al principio lo fui pensando como un libro de empleo y plataformas pero fue mutando con el tiempo. Comencé escribiendo para explicar y aclarar algunas cuestiones de cómo la figura del capataz ahora se reemplaza por una ecuación matemática y cuales son los desafíos que esto plantea en la agenda laboral”, dijo.
Habló de la importancia de dar los debates y las regulaciones que necesita las nuevas tecnologías en pos de una buena utilización. Y expresó: “El debate es entorno a la algoritmización de las relaciones del trabajo. Hoy las empresas empiezan a manejar de manera logarítmica a los trabajadores, calificarlos, despedirlos y promoverlos dependiendo de su performance y la big data que van arrojando”.
La economista planteó que hay que interiorizarse en esta nueva realidad que se presenta. Sostuvo que la educación en términos digitales es muy importante y que “no sólo implica manejar un celular y aprender a mandar un mensajito, sino entender los debates en torno a esta tecnología que son sistemas de acumulación. La tecnología está presente en la humanidad desde que inventamos el fuego, el cuchillo, la rueda. En esos términos es lo que diseñamos de ellas”.
“no sólo implica manejar un celular y aprender a mandar un mensajito, sino entender los debates en torno a esta tecnología que son sistemas de acumulación”
“El whatsapp, el Facebook, el celular, las aplicaciones, los algoritmos son tecnologías que estamos creando y que tienen un vacío legal regulatorio. Como sociedad tenemos que empezar a debatir este uso y entender cómo es que funciona, para poder construir los marcos regulatorios que estamos necesitando”, sumó.
El libro se puede descargar de manera gratuita online aquí.
“Lo hice en formato e-book, libre, como militante del copyleft que soy. Lo quise redactar de forma muy amena, fácil de leer, con un tono jocoso, como soy yo. El título ya te llama a algo más divertido, que sea corto y entretenida la lectura. Aquellos que lo leyeron me comentaron que no lleva más de dos horas leerlo y que no pone demasiada resistencia”, añadió.
En materia de datos personales surgen nuevos desafíos. Muchas veces sucede que no se logra aprehender el hecho de que los datos tienen un valor monetario, por lo que generan ganancias. La economista explicó que es preocupante que las generaciones que se encuentran actualmente en el poder no comprendan estos debates.
“En la Ciudad de Buenos Aires existe el sistema de reconocimiento facial que ha generado muchísima controversia. Es ahí donde empezamos a ver la necesidad de tener marcos regulatorios. Así como tenemos instituciones que regulan los medios o las finanzas, necesitamos legislación sobre la tecnología de datos y que sea regulada en base no solo del Estado, porque también este puede cometer abusos, sino instituciones que sean de control social“, planteó.
Muy lejos de estar contra la tecnología, dijo: “No hay que ser anti tecnología, no hay que irse de las redes, tenemos que exigir la regulación. ¿Por qué no la podemos diseñar en base al beneficio de la población en vez de alguna transnacional para que acumule más capital? Me parece que para ese lado debería ir el debate, cómo hacemos para que esto que está buenísimo nos sirva a todos”.
Específicamente en torno al manejo de los trabajadores y las trabajadoras, propuso que es importante entender que existen espacios que por ser tecnológicos no significan que sean mejores. Eso sucede con las relaciones del trabajo: “Que una tecnología pueda ser desarrollada no implica de deba serlo, por ejemplo puedo desarrollar una bomba atómica pero no está bueno hacerlo, bueno esto es lo mismo“.
“No hay que ser anti tecnología, no hay que irse de las redes, tenemos que exigir la regulación. ¿Por qué no la podemos diseñar en base a beneficio de la población en vez de alguna transnacional para que acumule más capital?”
Precisó en ese sentido que “los algoritmos tienen sesgos de por sí en programación, de categorización de datos y esto genera que todo dato no parametrizado sea descartado. Lo que está por fuera es excluido y puede generar que haya gente que no consigue trabajo por culpa de algún dato de su realidad, sea su condición social, género o sexualidad no lo vaya a conseguir nunca, es decir, estamos generando una masa de exclusión a través de la tecnología como antes no se había visto”.
Por último, concluyó que “cuando se trata de una condición humana, probablemente la decisión no tenga que pasar por un algoritmo porque este no tiene corazón, yo no le puedo explicar que mi hijo se enfermó o que el colectivo llegó tarde, no acepta explicación y no da lugar a la humanidad, a entender que tal vez el otro necesita que se lo ayude. Plantearnos si queremos que la tecnología esté a nuestro servicio o nosotros al servicio de ella son debates que como sociedad debemos tener”.
JM / GF / RG
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