Eva Rearte, psicóloga del centro de Salud 39 especializada en violencia, maltrato y abuso, fue entrevistada en Desde el barrio donde detalló cómo es la atención de una persona víctima de violencia de género, cómo es que se naturalizan estas situaciones y a dónde acudir.
Rearte señaló que el comienzo de las situaciones de violencia se encuentra en “el momento en que la mujer comienza a encontrarse con el derecho a salir cercenado, cuando se ve insultada o cuestionada por pequeñas insatisfacciones cotidianas, cuando se ve cuestionada por si educa bien a los hijos o no, en fin por cualquier situación en la que la mujer pueda sentirse mal y reciba de su pareja una descalificación de su sentir. Ahí ya es el momento de pedir ayuda, aunque no haya violencia física. No necesariamente tiene que ser la víctima la que haga la consulta o denuncia, cualquiera que vea la situación puede hacerlo. A partir de esa consulta nosotros podemos diseñar un plan para hacerle ver a la víctima que está en una situación insalubre”.
Otro aspecto que abordó la entrevistada es que “últimamente la mayor parte de las consultas son por parte de las mamás acerca de la violencia que sufren sus hijos. También sucede que una madre viene a consultar por el maltrato que sufre uno hijo y nos damos cuenta que el nene resiste la violencia y la madre la naturaliza. Eso pasa porque es una manera de sobrevivir por parte de la madre, de continuar en esa relación, donde además alguien estuvo trabajando con ella para que se entienda que la conducta del agresor es normal. No es que pase en todas las familias. Pasa en las disfuncionales con estas características”.
Por último Rearte explicó las raíces socioeconómicas de la problemática: “Estas situaciones son producto de la violencia política. Esta baja verticalmente a través de normativas, decretos o lo que fuera a las instituciones. En un contexto patriarcal, capitalista, globalizador, tienen reglas que tienden al dominio y al control de las personas. Con todos los problemas sociales, en particular la desocupación, que se arrastran desde los ’90, los hombres quedan relegados frente a las mujeres, que se convierten en el sostén de la familia. Habría que diferenciar, hay varones que creen que sostener a la familia les da derecho a ejercer la violencia, y hay otros que no, que lo hacen porque sí, porque la sociedad lo avala. Al igual que en la sociedad hay valores jerárquicos. Valen menos las mujeres, los niños o los ancianos que los hombres adultos”.
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