Por Fernando Gómez *
1.
18 de noviembre. Avenida Gelly y Obes al 2400, en el coqueto barrio porteño de Recoleta. Una larga fila de hombres en trajes elegantes y mujeres en largos y costosos vestidos aguarda su ingreso a la embajada británica en nuestro país.
La potencia extranjera que mantiene ocupado ilegal e ilegítimamente nuestro territorio nacional, abría las puertas de su representación diplomática para celebrar los 77 años del Rey Carlos III de Inglaterra.
Mezclados entre los cipayos del poder económico local, se exhibían sonrientes el flamante canciller Pablo Quirno, los ministros Cuneo Libarona, Torrendell y Sturzenegger. Posaban para la foto los jueces de la Cámara Federal de Casación Penal Daniel Petrone, Diego Barroetaveña y Carlos Mahíques; representantes legislativos y representaciones institucionales de distintos niveles.
800 invitados asistieron al evento. Todos recorrieron las cinco “Estaciones del Bicentenario” que, en palabras del embajador inglés, constituye una muestra de la “rica historia bilateral” de los “doscientos años de relaciones bilaterales”. Una retórica insultante para la potencia extranjera que protagonizó sucesivas invasiones a nuestro territorio y mantiene nuestra soberanía cautiva de sus pretensiones hegemónicas.
“Esta complaciente asistencia no puede explicarse como un gesto de diplomacia inteligente, sino como un bochornoso espectáculo de alineamiento automático con el poder colonial” describen desde el sitio Agenda Malvinas. Una auténtica claudicación simbólica.
“Cada gesto de acercamiento argentino es utilizado para normalizar el hecho colonial” explican desde el sitio, y agregan “este episodio quedará registrado como uno de los momentos más bajos en la historia de la política exterior argentina, donde la confusión entre cortesía y claudicación alcanzó su expresión más grotesca.”
El portal de noticias Infobae, representante local de las operaciones de inteligencia de Estados Unidos, envío un fotografo para exponer la capitulación. Los dirigentes políticos, empresarios y judiciales exhibieron sin culpa la actitud cipaya que caracteriza este tiempo de ofensiva política, económica, social y cultural contra los intereses de nuestra Argentina.
2.
El salario mínimo vital y móvil de nuestro país se mantiene congelado desde el mes de agosto. 322.000 pesos es la suma reconocida como el umbral legal de los salarios en nuestro país. Una auténtica miseria.
El salario mínimo se establece en una reunión del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, en el que participan las cámaras patronales, las centrales obreras y el Estado Nacional que, si no media acuerdo, fija por decreto la suma del emolumento mínimo.
La reunión se desarrolló en forma virtual, el pasado 26 de noviembre. Las cámaras patronales ofrecieron 1,5% de aumento para las próximos meses, que a fuerza de agarrar una calculadora, se puede determinar que el aumento significaría en 4.800 pesos.
4.800 pesos ofrecieron las cámaras patronales como aumento del salario mínimo vital y móvil, lo que transforma el acto simbólico en algo más que una simple reunión paritaria y lo lleva al terreno de la ofensa y la burla al conjunto de los trabajadores de nuestro país.
Una actitiud provocadora, que marca el orgullo con el que vive la élite económica de este país, la inobjetable certeza de ser una banda de miserables.

3.
Celebrar la compra de tanques y aviones fabricados en Estados Unidos, alinear en forma suicida las decisiones diplomáticas con Estados Unidos e Israel, endeudar diariamente al país para garantizar la apropiación de la riqueza futura, transferir los recursos estratégicos a manos de corporaciones locales y multinacionales que promueven el extractivismo y la extranjerización de nuestra riqueza, se ha transformado en una habitualidad insoportable.
Despidos, salarios de miseria, desmantelamiento de cualquier germen de industria nacional, neutralización de cualquier fondo del Estado Nacional que repare injusticias y su transferencia al engorde de la rentabilidad empresaria por el camino del financiamiento de la timba financiera y la fuga de capitales, constituyen postales cotidianas del programa de miseria planificada que se ejecuta en nuestro país.
Cipayos y miserables como emblema de un tiempo oscuro de una hegemonía nacional, títere de los personajes que ostentan la narrativa occidental en pleno colapso civilizatorio.
En éste desierto de moral, también hay un pueblo que atraviesa severos desencuentros con la idea de felicidad, de comunidad y de destino común nacional.
Es el tiempo en el que la historia demanda de patriotas que, con coraje y dignidad, empiecen a alumbrar un futuro de esperanza para una Patria que duele.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.














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