Luego de grandes manifestaciones realizadas por agrupaciones ecologistas y sectores diversos de la ciudadanía, Cancillería postergó la firma del acuerdo porcino con China para el mes de noviembre. El riesgo ambiental que conlleva la instalación de megagranjas para la explotación ganadera agudizaría la crisis climática en la región por la sobreproducción del suelo, el uso excesivo de agua, la expansión de la frontera ganadera, la quita de bosques nativos y la proliferación de los monocultivos.
Por Juan Patricio Méndez*
El plan para la instalación de 20 megagranjas en el territorio nacional tenía, como objetivo, proveer de carne de cerdo a China. El mismo pretendía configurar una suerte de bilateralidad comercial entre ambas naciones, y a su vez avanzar en términos de alianzas estratégicas a nivel global. Sin embargo, los riesgos ambientales que el mismo memorándum conlleva son altos, a un punto crítico. Incluso se consideró la posibilidad de que se agoten varios recursos con la implementación de este plan. Es por ello que numerosas agrupaciones ecologistas reclamaron y pusieron el alerta ante el eventual ecocidio que implica la producción ganadera a gran escala.
En este sentido, el repudio generado impulsó al gobierno nacional a postergar la firma del memorándum de entendimiento con el gigante asiático, y a incorporar algunos puntos donde queden explícitas las formalidades ambientales, cuyas aristas implican la preservación del medio ambiente y la biodiversidad.
Si bien las leyes locales son fuertes en materia ambiental (el artículo 41 de la Constitución Nacional establece el derecho a vivir en un ambiente sano), la actualidad ha mostrado la constante vulneración a la carta magna, y por consiguiente, a los ecosistemas regionales. Los constantes incendios provocados intencionalmente han llevado al ecocidio de, aproximadamente, el 30 por ciento del territorio. La expansión de la frontera agraria y de los monocultivos caminan el mismo sendero, y la eventual alimentación de los cerdos demandaría aún más producción soja y gran cantidad de agua.
“Hemos incorporado especialmente al Memorándum de Entendimiento con China un artículo donde se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad. Por eso, su firma se atrasará hasta noviembre”, expresó la Cancillería Argentina en un tweet publicado durante la noche del 31 de agosto. En consecuencia, y según trascendió en las últimas horas, fuentes cercanas al Ministerio de Relaciones Exteriores, encabezado por Felipe Solá, indicaron que la incorporación de estos aspectos marca el rumbo de una Argentina movilizada por las problemáticas ecosociales.
Hemos incorporado especialmente al Memorándum de Entendimiento con China un artículo donde se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad. Por eso, su firma se atrasará hasta noviembre.
— Cancillería Argentina 🇦🇷 (@CancilleriaARG) August 31, 2020
El proyecto
El proyecto contempla la instalación de 20 megagranjas de ganado porcino, e implicaría un desembolso aproximado de 4.000 millones de dólares anuales. Para China quedaría un aproximado de 900.000 toneladas de carne de cerdo en el mismo periodo de tiempo, incorporándose a un mercado que ostenta de 40 millones de toneladas del mismo tipo de carne.
El Secretario de Relaciones Económicas Internacionales de Cancillería, Jorge Neme, indicó que el proyecto representaría una inversión de casi 3.500 millones de dólares, con los cuales se podrían implementar 9.500 puestos de trabajo directos y hasta 42.000 de forma indirecta. Asimismo, señaló que “las provincias de Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Entre Ríos, Salta y Corrientes aparecen como potenciales sedes de las granjas a instalarse, donde se pretende alcanzar en seis años 1.800.000 toneladas de carne para China”.
Los módulos porcinos productivos se instalarán en zonas dotadas con establecimientos agropecuarios de un mínimo de 120 hectáreas, y en puntos del país donde se garantice la disponibilidad de un aproximado de 17.000 hectáreas de maíz y soja. Este aspecto recorta las posibilidades de las provincias que carecen de estos transgénicos para el forraje, y del mismo modo pone en puerta la extensión de los monocultivos.
El impacto ambiental
Vale la pena destacar que la quita de bosque nativo en la región del Chaco y Formosa ha sido sistemática en el último tiempo. En 2019, Greenpeace difundió su informe anual de deforestación en el norte argentino, el cual revela que se perdieron 80.938 hectáreas de bosques en las provincias con más desmontes del país: 25.513 hectáreas en Santiago del Estero, 23.521 hectáreas en Formosa, 14.664 hectáreas en Salta y 17.240 hectáreas en Chaco. En los últimos 12 años, la pérdida de bosque nativo alcanza las 2,8 millones de hectáreas. En el caso específico de Formosa, 99.522 hectáreas de monte han sido barridas por las máquinas en los últimos cuatro años.
Asimismo, la proliferación de forraje transgénico para la alimentación de este tipo de ganado supone la exponencialización del uso de agroquímicos, que estima aumentar la velocidad en la producción agraria. Esto entra en juego con lo señalado por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, cuando manifestó la necesidad de apuntar hacía una transición productiva agroecológica, con el fin de bajar considerablemente la utilización de, como señaló el Ministro, “venenos”.
Por otro lado, las agencias internacionales de investigación, así como ONGs -como Greenpeace-, concluyeron en sus estudios que en países de producción porcina intensiva (como es el caso de México), los establecimientos productivos generan emisiones diarias de gases letales -dióxido de carbono y metano, entre otros-. En un rango similar a la circulación diaria de millones de vehículos, la consecutiva y constante emisión de gases de efecto invernadero como los aquí descriptos, evidenciaron la creciente crisis climática. La suba de las temperaturas en el mundo, en los mares, y fundamentalmente en los polos, ha evidenciado un profundo cambio climático que está destruyendo los ecosistemas. Así lo evidencia, por ejemplo, la Organización Meterológica Mundial, que relevó que el año 2019 fue el segundo año más cálido registrado después de 2016. La temperatura global anual en 2019 fue de 1,1 grados centígrados más que el promedio de 1850-1900 informaron los estudios.
Asimismo, un informe elaborado por la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, indicó que“los sistemas de producción porcina pueden liberar grandes cantidades de nitrógeno y fósforo al ambiente, así como las dosis de cobre y zinc utilizadas para acelerar el crecimiento, que pueden acumularse en el suelo. Los cerdos, por ejemplo, excretan el 95% del zinc, el 86 % del cobre y el 79% de manganeso que ingieren en su dieta“. Siguiendo este razonamiento, un acuerdo que no contemple el impacto ambiental generado por la producción porcina a gran escala, llevaría al deterioro sistemático de los suelos nacionales. En este contexto, el citado estudio añade que el sector productivo mencionado es el “responsable del 1% de las emisiones ganaderas en Argentina. Si se efectiviza el proyecto con China, un escenario “de mínima” indica que las emisiones podrían llegar a duplicarse”.
El agua es también factor fundamental en esta problemática. Al mismo tiempo que atravesamos una crisis hídrica en ciertos sectores como la mesopotamia (por las pocas precipitaciones) y en el oeste del país (por el gran caudal utilizado para la explotación minera), se sumaría el eventual consumo de agua tras este acuerdo. Según indica el informe de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales, “se estima que un proyecto que produzca 900.000 toneladas de carne para exportación podría demandar unos 12.000 millones de litros de agua potable a lo largo de toda la producción. Y eso sin contabilizar el agua necesaria para la limpieza”.
Las declaraciones
La crítica desde sectores especializados ha conducido a la reflexión gubernamental a la hora de postergar los acuerdos. Alberto Fernández explicó en relación los temas ecológicos que “vamos a hacer todo lo posible para que la producción en Argentina sea cada vez menos contaminantes”. Del mismo modo, desde Cancillería confían alcanzar pronto un acuerdo con China. El mes sería noviembre y el lugar, la Feria Internacional de Shangai donde Argentina es invitada de honor.
Por su parte, el especialista en ganadería y actual secretario de Agroalimentos del gobierno de Santa Fe, Jorge Torelli, explicó que la producción a gran escala requiere de estrictas normas en bioseguridad y bienestar animal. “La bioseguridad en estas grandes granjas opera en un camino de doble carril donde se controla rigurosamente que no salgan enfermedades pero que tampoco entren, que es el principal riesgo”. Por otro lado, destacó que “hoy rige un nuevo paradigma del cual vamos a empezar a escuchar más a menudo: ‘Un mundo una salud’ y no se habla de salud pública y sanidad animal porque es evidente que hay vectores del hombre que se transmiten al animal y viceversa, como vino a reconfirmar la pandemia de coronavirus”.
En otro orden de cosas, el periodista Enrique Viale indicó que fue el movimiento de los grupos organizados el que frenó el acuerdo: “Sacamos un comunicado que explicaba que esto era traer una fábrica de pandemias a nuestro país, pedimos adhesiones y fue una explosión, hubo 200.000 firmas en pocos días”. En el mismo sentido, explicó que “estamos guardados por un virus zoónotico y quieren, por la espalda, traer algo parecido”.
En este recorrido, la postergación del memorándum de entendimiento con China permitió vislumbrar un escenario de lucha permanente por un ambiente sano. La incorporación de cláusulas ambientales es una victoria de las agrupaciones ecologistas y de toda la ciudadanía, y es una posibilidad más de debatir la soberanía, no solo alimentaria, sino también territorial.
(*) Columnista de Ambientalismo de Abramos La Boca (lunes a viernes de 16 a 18 horas) / Radio Gráfica 89.3
Discusión acerca de esta noticia