Un nieto más recuperado, el número 138 de una lucha que con persistencia llevan adelante Las Abuelas de Plaza de Mayo desde hace décadas. Se trata del hijo de Juan Carlos Villamayor y Marta Enriqueta Pourtalé, ambos detenidos desaparecidos durante la última dictadura cívico militar. El anuncio toma un mayor valor en un contexto sumamente adverso para las políticas de memoria, verdad y justicia a partir del vaciamiento que lleva adelante el Gobierno nacional de la Secretaría de Derechos Humanos.
Villamayor y Pourtalé fueron secuestrados el 10 de diciembre de 1976, ella con un embarazo de 8 meses y medio para luego ser trasladados a la ESMA según sobrevivientes de ese espacio. Pensaban llamarlo Manuel o Soledad.
Según detalló, Estela de Carlotto en una conferencia de prensa que se realizó en el Espacio de la Memoria (ex ESMA) Marta nació el 5 de mayo de 1946 en Azul, provincia de Buenos Aires. Juan Carlos en la ciudad de Buenos Aires el 28 de abril de 1955, militando ambos en Montoneros.
Allí Carlotto alertó por el vaciamiento que lleva adelanta el Gobierno nacional para las políticas de memoria, verdad y justicia, entre ellas la búsqueda de los nietos que aún faltan encontrar estimando que hay más de 300 sin identificar y enfatizó en la “necesidad de dar centralidad a las políticas de derechos humanos”.
Destacó el trabajo esencial que llevan adelante la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNADi) bajo la órbita de la Secretaría de DD.HH. y del Banco de Datos Genéticos que contiene las muestras los familiares para cotejar y establecer los vínculos familiares. “Ambos fueron instrumentos indispensables para la resolución del caso”, enfatizó Carlotto.
Sobre la CoNaDi alertó: “Este organismo del Estado se encuentra atravesando uno de los ajustes más brutales con reducción de su personal a partir de un plan de desmantelamiento”.
“Hoy celebramos la restitución del nieto 138 y desde Abuelas pedimos que se sostenga el trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos, una herramienta imprescindible para la defensa de estos derechos”, defendió Carlotto. La conferencia de prensa fue compartida con Buscarita Roa, vicepresidenta de Abuenas y con Tati Almeida de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Diego, hermano del nieto encontrado, celebró desde España donde vive. “Estoy embargado por la emoción, sos muy bienvenido. Gracias Abuelas, son el orgullo nacional, las adoro”.
El CoNaDi fue creado en el año 1992 con el objetivo de poder impulsar desde una institución del Estado el derecho a la identidad a partir de la búsqueda de los hijos e hijas de los detenidos desaparecidos nacidos en cautiverio y apropiados con el fin de restituir su identidad. Desde allí pueden solicitar pericias al Banco de Datos Genéticos para la realización de pericias genéticas. Esa entre algunas de las tareas que lleva adelante.
A lo largo de 2024, el Gobierno despidió más de 200 trabajadores de los poco más de 1000 que eran parte de la Secretaría de Derechos Humanos. Para estos días se esperan 400 despidos más y queda la duda sobre la continuidad de más 200 contratos que vencen el 31 de diciembre. Desde la Comisión Interna de ATE Derechos Humanos alertaron que eso implica el “desmantelamiento” de las políticas públicas, entre ellas de aquellas de memoria, verdad y justicia.
En defensa de los puestos de trabajo y de esas políticas, este viernes realizarán un abrazo simbólico el predio del Espacio de la Memoria (Ex ESMA) del cual participarán ATE de la Ciudad de Buenos Aires y organismos de Derechos Humanos.
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EL COMUNICADO COMPLETO LEÍDO POR LAS ABUELAS
Con enorme felicidad, las Abuelas de Plaza de Mayo comunicamos el encuentro de un nuevo nieto. Se trata del hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, nacido en diciembre de 1976. Son así 138 los casos resueltos en estos 47 años de búsqueda inclaudicable de verdad e identidad.
La familia
Marta Pourtalé nació el 5 de mayo de 1946 en Azul, provincia de Buenos Aires. Juan Carlos Villamayor nació el 28 de abril de 1955, era oriundo de Buenos Aires.
Juan Carlos y su hermana fueron criados por su mamá, su papá había fallecido cuando él tenía un año. La familia vivía en José León Suárez. A los 11 años, Juan Carlos empezó a trabajar en una zapatería de Boulogne. Fue Boy Scout y sus allegados lo recuerdan como una persona sensible, solidaria y con mucha iniciativa. Le gustaba organizar bailes, era fanático de River y de la música. Tocaba la guitarra y admiraba a Pappo, Spinetta y los Rolling Stones. Trabajó en la fábrica Fargo y en Colorín, por eso lo apodaban “Negrolín”.
Tenía 17 años cuando conoció a Marta. Ella era oriunda de Azul, donde cursó el profesorado de Historia en el Colegio Normal. Tuvo distintos trabajos como administrativa, el último en Entel. Marta era mayor que Juan Carlos y cuando se conocieron ya tenía un hijo, Diego Antonio, con una pareja anterior. Cuando Juan Carlos cumplió los 21 años, le dio a Diego su apellido.
La pareja militaba en Montoneros. A ella la llamaban “La Negra” o “María” y a él también le decían “Ricardo” o “El Negro”.
El 10 de diciembre de 1976, la pareja fue secuestrada en su domicilio de la Ciudad de Buenos Aires, en un operativo perpetrado por personas vestidas de civil. Ella estaba embarazada de ocho meses y medio. La pareja fue vista en el centro clandestino de detención ESMA, que funcionó en este predio, donde posiblemente se haya producido el nacimiento del nieto 138. Hasta el momento se tienen contabilizados más de 30 nacimientos en este Centro Clandestino. Sus padres pensaban llamar Soledad o Manuel al bebé que esperaban.
La búsqueda
Al enterarse del secuestro, María del Carmen Villamayor, hermana de Juan Carlos, y su madre, Carmen Antonia Morinigo, emprendieron el recorrido que también debieron atravesar cientos de familiares: presentaron hábeas corpus, visitaron tribunales y cárceles, sin éxito.
En septiembre de 1979, Carmen Morinigo logró presentar la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de visita en el país para recoger información sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura. En la ampliación de esa denuncia, Carmen, de puño y letra, escribió: “En la carta que les entregué personalmente en septiembre pasado denuncié la desaparición de mi hijo Juan Carlos Villamayor y de mi nuera Marta Enriqueta Pourtalé (…) Ella en el momento que desapareció estaba embarazada de ocho meses y medio por lo cual queremos saber, como imaginará, qué fue del bebé”.
Por la rama materna, el tío Pedro Pourtalé fue quien recibió un llamado de la Comisaría de Villa Ballester para buscar a un menor de cuatro años. Diego, su sobrino, había sido dejado allí, pero le negaron información sobre el paradero de su hermana y su cuñado. Pedro junto a su mamá, crió al niño y, tiempo más tarde, denunció el caso de Marta y Juan Carlos ante la CONADEP.
Diego supo que esperaba un hermanito desde los primeros días. Cuando su mamá y Juan Carlos le contaron, hizo un dibujo de la familia incluyendo al bebé. Diego continuó esta búsqueda desde el grupo de familiares que participa activamente de Abuelas.
El caso
Las Abuelas, en 1988, habían presentado una denuncia que hablaba de un niño que podría ser hijo de desaparecidos. Desde 1999 la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) trabajó en la investigación del grupo familiar Villamayor-Pourtalé para que, a partir de esa reconstrucción, el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) fuera incorporando las muestras biológicas de la familia. Por otro lado, un joven que fue convocado por la justicia dio su muestra de ADN, que fue ingresada al BNDG en el marco de la causa 188/2000 impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo.
Esto demuestra, una vez más, la imprescindible e incansable labor de los distintos mecanismos que nuestro país fue creando para lograr resultados por los que somos admirados en el mundo.
Abuela junto a la CoNaDI abrió el legajo del grupo familiar Villamayor-Pourtalé. Luego, el BNDG fue cotejando todos los perfiles. A su vez, la Unidad Especial de Investigación de CoNaDI, y la Unidad Especializada para casos de apropiación fueron aportando datos relevantes al juzgado a cargo de la jueza María Romilda Servini de Cubría, que finalmente convocó al hombre a realizarse el estudio de ADN. Ayer, el Juez Daniel Rafecas informó al nieto 138 los resultados. Todo este proceso conjunto permitió la restitución de su identidad y abrió su camino hacia la verdad.
La verdad siempre sale a la luz
Esta restitución es, una vez más, la muestra de las consecuencias del terrorismo de Estado en el presente y, también, de la necesidad de dar centralidad a las políticas de derechos humanos para que los delitos de lesa humanidad cesen.
La CoNaDI y BNDG fueron instrumentos indispensables para la resolución del caso. En la consolidación de nuestra democracia la Secretaría de Derechos Humanos ha acompañado nuestra lucha en busca de las respuestas que los perpetradores nunca nos han querido dar. Este organismo del Estado se encuentra atravesando uno de los ajustes más brutales con la reducción de su personal a partir de una plan de desmantelamiento.
El delito más aberrante de la dictadura se hace evidente en cada restitución: mantener viva a una mujer embarazada, someterla a las peores vejaciones hasta dar a luz a su bebé en condiciones inhumanas, para luego robarle a su hijo y sustituir su identidad. Aunque tarde, con este encuentro, este crimen cesa. El pueblo argentino ya ha repudiado estos crímenes horrendos. Por eso llamamos a que lo siga haciendo y queremos agradecer a todas aquellas personas, instituciones, donantes y dependencias estatales que durante este 2024 nos acompañaron para seguir sosteniendo la búsqueda.
Hoy celebramos la restitución del nieto 138 y desde Abuelas pedimos que se sostenga el trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, una herramienta imprescindible para la defensa de estos derechos fundamentales.
Al hijo de Marta y Juan Carlos lo abrazamos en la verdad y esperamos que pueda construir un vínculo amoroso con la familia que siempre lo buscó y lo quiso.
Y a todos y todas les decimos que seguiremos trabajando para encontrar a los 300 nietos y nietas que aún nos faltan.
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