Por Fidel Fourcade *
La banda que durante años definió el funk rock nacional volvió a los escenarios tras un pequeño impasse. En la era donde cualquiera puede llenar un espacio, la banda de Paso del Rey fue más allá y llenó expectativas de un reencuentro a la altura de sus canciones.
Desde el primer acorde, quedó claro que Mustafunk no había perdido la chispa que combina riffs y humor. Lejos del óxido que puede amenazar una estructura tan noble, el groove se hizo presente no tan paradójicamente en Groove, en una de esas noches de las que pasan normalmente a la historia por A o por B.
Una noche que osciló entre el virtuosismo y el desenfreno durante las dos horas y monedas que totalizó el primero de los reencuentros de la banda del oeste con su gente. Faltaban un cuarto para las nueve de la noche cuando empezó a sonar “Sincero”, el primer tema del primer disco de los Musta, back to bases y la muestra del show eminentemente rockero que estaban por vivir todos los presentes.
“Pimp my ride”, “Opera” y “Mambo negro” siguieron la tanda del comienzo del recital que prometia pasar por toda la discografia de la banda y vaya que cumplió. Las transiciones entre las canciones y sus partes fueron fluidas, reflejando una química en el escenario que muchas bandas activas envidiarían.
Riffs, humor y sudor: el ADN de Mustafunk
Conforme avanzaba la noche, la masa de gente que asistió al recinto ubicado en avenida Santa Fe al 4389 se hundía en las canciones (y el sudor también, prendeme el aire juan carlos groove por favor). Otro de los grandes pasajes encadenó “Calefón”, “Cloná ese funk”, “Mastodonte” y “Mi Hendrix”.
Pero no todo fue distorsión y acordes en quintas, también existen canciones tersas y suaves como “En tu mirada” y “Detrás de un manto”, que hermanadas sonaron en el pasaje low tempo de una noche que a estas alturas, lo tenía todo.
Otra máxima de la noche, fue el despliegue del Turco Marinelli. Se extrañaba ver en vivo a uno de los grandes guitarristas que tiene Argentina. Verlo tocar tanto sin salir de su metro cuadrado es un espectáculo en sí mismo. Incluso días después, uno imagina sus dedos moviéndose por inercia, víctimas del funk que los posee.
Existen pocas duplas que juegan de memoria como Agustin y Camilia, hechos a medida y, el mejor ejemplo es el tándem “Sapo Rey” y “Monos”, una lección de sincronización y complicidad consolidando el poder de un repertorio que se mantiene fresco y vibrante.
También tocaron casi íntegro canciones de su nuevo disco “El Jardín de los Siguientes”, lanzado en julio de este año, como “Prescidente” , “Puca 3”, “Marcelus” , “Instafarmer” y “Granadas al cuerpo”. Lo que nos invita a pensar, que en realidad no volvieron, solo querían presentar ese disco.
Hay una señora que me dice que no puedo ser así, y no es mi mamá
El setlist (¡28 canciones!) fue una montaña rusa emocional, transitando desde el desenfreno de los temas más movidos hasta momentos íntimos que demostraron que Mustafunk sigue teniendo todos los pergaminos que debe tener una gran banda.
Sobre la última parte del show sonaron otras clásicos del funk rock como “Laboro Chamanik”, “Ciudad Albinogólpica”, “Abrazo Diente Sueño”, “Fever” y “No me mires”. Sección aparte para “Yogurt” su especie de “Jijiji” en palabras de ellos.
Los casi cuatro años de ausencia parecieron evaporarse en el aire denso de Groove, donde cada riff, cada plato de la batería, cada tecla de Fontana, tejieron un puente directo a la manija de cantar canciones que estaban ahí guardadas, esperando su ratito.
Mustafunk llenó algo más Groove; llenó de alegría a quienes esperaron tanto por esta noche. El regreso del funk rock argentino? Abandoné Palermo pensando que quizás, comenzó un nuevo capítulo.
Siguiente fechas en la vuelta de la banda del oeste:
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6/12 en el Centro Cultural Güemes, Rosario
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7/12 en El Floreal de Haedo
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13/12 en Ciudad de Gatos, La Plata
(*) Columnista de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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