Por Fernando Gómez *
Los aviones privados se agolpaban en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Mar del Plata. Trasladaban a los empresarios que se reunieron en la 60ª edición del “Coloquio de IDEA” con un interrogante que denota la ofensiva desatada por los sectores más radicalizados ideológicamente de las clases dominantes en la Argentina: “Si no es ahora, cuándo”.
El Coloquio de IDEA es un espacio de lobby y presión política de los principales grupos económicos que operan en la Argentina, en el que la clase política suele desfilar gustosa para exhibir que su programa representa cabalmente las aspiraciones de rentabilidad de un puñado de empresas, a las que muy poco importa el destino del país.
Viejos conocidos
El coloquio de IDEA es un espacio de reunión del establishment económico que opera en el país y se autodefine como “la voz activa del empresariado argentino”.
“El IDEA fue creado en 1960 por iniciativa de trescientas empresas líderes. Los tradicionales coloquios anuales comenzaron en 1965. La primera edición se realizó en un curioso lugar: la Base Naval de Puerto Belgrano. Un año después, la dictadura de Onganía destituiría a los miembros de la Corte Suprema de Justicia, disolvería y confiscaría bienes de partidos políticos e intervendría sindicatos y medios de comunicación. Las compañías integrantes de IDEA apoyaron fervientemente el “proyecto modernizador” impulsado por la autodenominada “Revolución Argentina”. Para el elenco golpista, la “partidocracia” era un obstáculo para el desarrollo económico” supo describir Diego Rubinzal.
Los títulos rimbombantes suelen caracterizar los espacios jactanciosos en los que se reúne el sector empresario. Modernización, desarrollo sostenible, empleo de calidad, el futuro de la educación, suelen ser tópicos que se insertan en el título para desarrollar luego la tesis que concluye inevitablemente en reducir al Estado a su mínima expresión, erradicar el cobro de impuestos y flexibilizar las condiciones de trabajo para garantizar la rentabilidad empresaria.
El descaro de los miserables
En un país que exhibe indicadores de pobreza inauditos, en el que los ingresos populares, salarios y jubilaciones son objeto de un ajuste brutal que los empuja progresivamente a engrosar las estadísticas de pobreza e indigencia, en el que se pierde trabajo registrado en el sector privado, se exhibe con crueldad los despidos en el sector público, los empresarios de los principales grupos económicos del país han decidido dejar de esconderse en el disfrute extravagante de la riqueza que acumulan.
La miseria es culpa de los hombres miserables cantaba el gran Tabaré Cardozo desde la otra orilla. Y los empresarios se distribuían entre los cuatro almuerzos de “Networking” organizados como espacio de lobby y presión en el que se distribuyeron los convites Mauricio Macri, Martín Menem, Javier Milei y el presidente del BCRA, Santiago Bausili. Otros empresarios optaban por degustar vinos en la oferta de la bodega Trapiche con un almuerzo y música chill out para matizar el ambiente.
Los autos eléctricos de Renault, la experiencia a bordo de autos de Ford y el torneo de golf organizado por el propio Coloquio eran los espacios en el que, ninguna actividad recreativa, importaba un gasto menor al equivalente a una parva de jubilaciones mínimas con las que cuatro millones de compatriotas intentan sobrevivir mes a mes en nuestro país.
Un living al aire libre en la exclusiva bodega Trapiche, en un encuentro regado en vino, los empresarios debatían acerca de la enorme presión fiscal que sufren en nuestro país, repasaban las ventajas que les acerca el saqueo planificado del RIGI y seguían demandando una reforma laboral aún más profunda y con severos castigos a todo aquel trabajador que decida presentar conflicto gremial, frente a la decisión patronal de esquilmarle salarios o dejarlo sin trabajo.
Ningún empresario participante del Coloquio de IDEA, o los financistas y lavadores de divisas que concurrieron a Mar del Plata al almuerzo organizado por Javier Milei, se acercaron al mar. Desprecian la Costa Atlántica, sus preferencias estivales tienen mas que ver con la polinesia, el caribe o el mar mediterráneo, allí donde también afloran escondites financieros en el que protegenq una parte enorme de la riqueza que saquean de la Argentina sin tributación alguna.
La contracara del espectáculo ofrecido por las clases dominantes es la Mar del Plata real, en la que revolver la basura, trabajar en condiciones de sometimiento en el fileteado del pescado o sobrevivir con changas mal pagas, son testimonios de la dinámica económica de una ciudad que destila una desigualdad social insoportable.
Quizás por eso, además de la tumultuosa coyuntura, se explique la enorme movilización popular que se arrimó para repudiar la visita de Javier Milei, quien expuso en el cierre del encuentro.
Aplausos
“Nosotros en primer lugar teníamos claro que por el tipo de ajuste que estábamos haciendo era muy probable que el impacto más fuerte se sintiera durante el primer trimestre. Por lo tanto, también era importante hacerlo durante vacaciones, para que la gente no se enterara tanto, por decirlo de alguna manera, lo que estaba ocurriendo” dijo Javier Milei, el personaje que decantó en Presidente, tras décadas de una democracia moldeada para que los grupos económicos que concurren a IDEA se apropien de la riqueza que produce nuestro país.
Con su habitual dificultad para esconder sus debilidades intelectuales, Javier Milei recitó sin escrúpulos el ramillete de convicciones que exponen la radicalidad ideológica que una nueva hegemonía en las clases dominantes han impuesto como motor para la planificación política, económica y social de nuestro país.
Así, Milei agregó la idea de que la inflación es consecuencia de los aumentos de precios que imponen los empresarios, a las ya célebres máximas que indican que los que fugan capitales o evaden impuestos son héroes nacionales, o que la Justicia Social es producto de la envidia que le tienen la mayoría del pueblo a los que se hacen millonarios a expensas del saqueo del país.
“Me gustó. Fue didáctico y equilibrado” dijo Javier Goñi, CEO de Ledesma. “Estamos claramente frente a un cambio de paradigma donde el Presidente se compromete a continuar con su plan de acción e interpela al sector privado a hacer sus negocios” sostuvo Andrea Avila, CEO de Randstad para la Argentina, Chile y Uruguay.
“Reset de la economía exitoso, déficit cero es clave y necesario. Ahora para crecer no hay otra que exportar e invertir más. Para eso el tema de los impuestos distorsivos y las retenciones es importante, y además es necesario un mercado de cambios que no penalice la agregación de valor en la Argentina y que permita el giro de dividendos. De hecho, el RIGI demuestra que eso hace falta”, afirmó el CEO de Ternium, Martín Berardi.
“Fue un discurso muy concreto respecto de la herencia recibida y las acciones que tomaron para resolverlo, en la que claramente se verifica una mejora muy importante de todos los indicadores macro”, dijo Federico Amos, CEO de Acindar. “Nos entusiasma que desde el sector público y específicamente a través del Presidente se hable de las oportunidades que nos trae la inteligencia artificial”, dijo Silvia Tenazinha, directora general de Salesforce Argentina.
Mignone, presidente de IDEA y PwC LAN Senior Partner, habló de una Argentina “competitiva e insertada en el mundo”. Pidió “la transformación del Estado, para que sea eficaz y eficiente” y dijo que se habló, durante el Coloquio, de “cómo transformar el sistema fiscal, eliminando impuestos distorsivos, simplificando el sistema y ampliando la base de contribuyentes a través de su formalización”.
Todos aplaudieron a Javier Milei, y le exhibieron a los medios que estaban celebrando que el acuerdo con Mauricio Macri que se testimonia con la designación de la ex gerenta general de Camuzzi, actual CEO de la multinacional norteamericana NRG, al frente de la cartera de Energía, para poner al servicio de los intereses geopolíticos yanquis recursos que consideran indispensables, mientras autorizan negocios escandalosos para los grupos económicos del sector.
Pero en lo esencial, lo que estaban poniendo a la vista los empresarios con su aplauso, es que consideran que la democracia puede vulgarizarse al extremo de tener un idiota con escasa ubicación de tiempo y espacio al frente de la presidencia, que celebra que toda protesta social necesita ser violentamente reprimida para asegurar los climas de inversiones. Aplauden el aumento de la miseria, la transferencia de recursos producida desde salarios y jubilaciones hacia los balances de sus empresas.
Celebran la primarización de la economía nacional, la recesión que desmantela sectores industriales que, aún diezmados, son el garante de una mínima perspectiva de generación de empleo. Celebran una inflación record, una caída estrepitosa del consumo y un ajuste que amenaza con profundizarse como anunció Sturzenegger ante sus propios oídos.
Los empresarios celebran haber reducido la democracia liberal al sufragio, ese enorme pelotero en el que la clase política se entretiene disputando negocios, migajas y conchabos, mientras el formateo de la economía exhibe una planificación económica en la que la riqueza de nuestro país, se pone al servicio del extranjero y las condiciones de vida de los que pisan este suelo, se empobrece en forma paulatina, agigantando asimetrías sociales que se vuelven insoportables.
Celebrar la miseria ubica esta nueva fase de radicalidad ideológica y salvajismo político por parte de las clases dominantes, como una nueva hegemonía inescrupulosa, que transforma en inviable cualquier diálogo racional para proyectar un destino de mínimo desarrollo para el país.
Quizás por eso, hace 79 años atrás, se gestaba en la Argentina esa epopeya popular fundante del peronismo. Un 17 de octubre en el que se amasaban las convicciones que transformaron en identidad, bandera y canción, aquella certeza de pensar la Justicia Social “combatiendo al capital”.
Lealtades
El 17 de octubre de 1945, un pueblo en la calle comenzaba a tomar para sí las riendas de su propio destino. Salía a demandar la libertad y construir un encuentro con un liderazgo forjado a fuerza de conquistas en clave de agenda de gobierno. Un pueblo en la calle, sublevado para exigir que Perón pudiera transformar en política de Estado una planificación abrazada a las banderas de independencia económica, soberanía política y justicia social.
El estado de salud del peronismo, setenta y nueve años después, fundamentalmente en su sentido de confrontación a la injusticia social predicada por las clases dominantes, es el que permite que los gerentes y autoridades de los grupos económicos aplaudan alegremente un programa de miseria planificada, mientras el peronismo es empujado por su dirigencia a contarse las costillas para simular estar disputando poder, mientras desertifica ideológicamente al movimiento nacional y se ofrece con mansedumbre bovina a aceptar los tiempos institucionales de una democracia que las clases dominantes moldean acorde a sus intereses.
De hecho, en las vísperas de una disputa por la vida interna del Partido Justicialista, mientras en el seno del kirchnerismo se libra una batalla por ver quién queda mejor parado para tener en su mano la lapicera que escriba los nombres de diputados y senadores que luego lloraran ineficacia refugiados en la eterna imposiblidad de las relaciones de fuerza, el ex ministro del interior Wado de Pedro había intentado una autocrítica en la que expresaba que si algo le había faltado a los gobiernos de Néstor y Cristina, era escuchar a los empresarios.
En tiempos de reivindicación de las lealtades, en la que parece que resulta más importante discutir el ombligo de la dirigencia antes que resolver el desvío ideológico que infesta de colonialismo a las pragmáticas decisiones que se toman desde los lugares institucionales que se conquistan en nombre del peronismo, resultaría muy oportuno que alguien recordara a los invisibles de esta historia.
Esos que revuelven la basura, los que tienen que morfar en un comedor o en un merendero para sobrevivir, los que ven en cada importación que se abre el riesgo a que baje una persiana y se quede sin trabajo. A los que no llegan a fin de mes, a los que les congelaros sus ingresos populares y los acusaron de gerentes de la miseria, a los jubilados que les anuncian que van a seguir perdiendo capacidad de compra. A los que demandan soberanía pera pensar la planificación política, a los que debaten un Estado que asuma las riendas del desarrollo nacional, que genere trabajo y ofrezca un destino de bienestar.
A todos ellos, hace rato que se les debe lealtad.
Demasiada lealtad se les debe, para andar llorando -después- crisis de representatividad.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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