Por Lucas Molinari
“Sólo un Estado totalitariamente popular podía disponer de la libertad, la independencia y el poder indispensables para emancipar la economía argentina nacionalizando sus sectores básicos”, reflexiona Rodolfo Puiggrós en “La democracia fraudulenta”, que integra la obra titulada “Historia de los partidos políticos argentinos”.
Es en el capítulo donde cuenta sobre el Pacto Roca-Runciman y la denuncia posterior del senador Nicolás Lisandro de la Torre.
Vale la pena repasar ese caso, porque lo ocurrido esta semana en la Cámara Alta no tiene nada de novedoso.
El Pacto se había sellado el 1 de mayo de 1933. En julio de 1935 se hizo pública la investigación en la que Lisandro de la Torre acusó al frigorífico Anglo de evasión impositiva y señaló la existencia de un entramado de corrupción que involucraba al gobierno del presidente Agustín P. Justo, y en particular, al ministro de Hacienda, Federico Pinedo y al ministro de Agricultura, Luis Duhau.
En la investigación se evidenció la existencia de “una alta burocracia de funcionarios, asesores y técnicos (que) compartía con abogados sin patria el triste privilegio de estar al servicio incondicional del monopolio frigorífico” (norteamericano e inglés), comenta Puiggrós, quien describe los límites de aquella “democracia fraudulenta”: “… la impotencia del Poder Legislativo para destruir las “situaciones creadas” y abrir nuevas perspectivas nacionales, Poder que la concepción de la democracia representativa liberal suponía el órgano regulador de la conducción del Estado y el único instrumento constitucional activo, a través del cual hacer valer sus derechos la oposición emergente de una sociedad que se sentía económicamente expoliada y políticamente engañada. De la Torre se alejó, con justificado desprecio, del “Senado de la decadencia”. No dijo, ni podía decirlo sin negarse a sí mismo, que la decadencia del Senado era apenas el reflejo de la decadencia integral del liberalismo en la teoría y en la práctica”.
A Lisandro de la Torre el 23 de julio de 1935 quisieron asesinarlo dentro del recinto. Ramón Valdez Cora fue el sicario que terminó con la vida de otro senador, Enzo Bordabehere. Una tragedia que se erige como marca de esa “década infame“. De la Torre, un 5 de enero de 1939, se quitó la vida con un disparo en el corazón.
En el debate de la Ley Bases se mencionó este hecho y se hicieron comparaciones entre ambos “estatutos legales del coloniaje”. En aquellos ’30, beneficiando a los frigoríficos, en este caso abriendo las puertas de un proceso de disolución nacional.
Por eso, urge la Resistencia, pero también la discusión sobre el Futuro.
Puiggrós habla: “Un Estado totalitariamente popular…”
Se refiere al peronismo que irrumpió años después en la escena nacional, pero se venía gestando (como estrategia de poder del sindicalismo revolucionario).
En este sentido, retomamos otra cita que puede servir para este debate, saliendo de esta rabiosa y acuciante actualidad. Decía el General:
“Yo les voy a decir lo que hicimos. Primero, nacionalizamos el Banco Central, convirtiendo ese directorio en manos de los consorcios internacionales en un instrumento de la Nación, convirtiendo a todos los bancos de plaza e instrumentos del redescuento de ese Banco Central (…) El segundo paso fue recuperar para el país todo aquello que había sido vendido a los consorcios extranjeros. Y en eso entraban los ferrocarriles, todos los transportes terrestres, gran parte de los transportes aéreos, los transportes marítimos, el gas, los teléfonos, en fin, señor, todo: elevadores, el puerto de Buenos Aires, que aquí para allá era inglés, el puerto de Rosario, el de San Nicolás, el de La Plata, todo, señores, todo…” (Fragmento del folleto titulado “Habla el Gral. Perón a oficiales superiores, jefes y oficiales de las Fuerzas Armadas”, de 1951).
Hoy, ante el “Senado de la decadencia”, vale entonces reflexionar sobre qué significaría en este siglo XXI un “Estado totalitariamente popular”.
Una discusión que debe surgir de la militancia, por fuera de los moldes de la política profesional.
Fernando Gómez, director de Infonativa y dirigente del Encuentro Patriótico, plantea con tono crítico: “Sesiones plagadas de debates sin fundamentos, discursos pensados para la autopromoción desvergonzada de la acción individual de quien ocupa la banca. Una oposición abrazada al denuncismo, apelando a llorar frente al saqueo como estrategia de victimización frente a un altar ético donde flashean una República que hace rato se la llevó puesta la extranjerización de nuestra economía y la subordinación política que autorizó durante décadas un funcionamiento sistémico que no permitiera mucho más que administrar en forma próspera una colonia”.
Luego Gómez, se refiere a “Unión por la Patria”: “Dirigentes que, por comodidad o conveniencia, se aferran a pensar que todos los problemas que atraviesa el movimiento nacional se explican por algún cierre de lista, o dar lecciones acerca de la importancia de que las mismas personas que diseñaron las listas en los últimos veinte años lo sigan haciendo hacia el futuro, pero ahora sí de manera infalible”.
Se trata de romper con la lógica de las “vanguardias funcionariales”, como definió Carlos Avondoglio. Se trata de profundizar la organización popular y reconstruir la representación política de las mayorías.
CGT, “PRAGMATISMO” SIN ESTRATEGIA DE PODER Y RECAMBIO GENERACIONAL
Andrés Rodríguez, secretario general de UPCN y adjunto de la CGT, fue el encargado de explicar por qué no marcharon al Congreso el miércoles contra le Ley Bases: “Como somos respetuosos de las decisiones del Congreso, la CGT había decidido no movilizarse, producto de que muchas de las negociaciones que modificaron el espíritu de la reforma laboral y del empleo público se lograron a partir de negociaciones”.
En la calle hubo grandes columnas de Camioneros, SMATA y la Unión Obrera Metalúrgica. También estuvo la Corriente Federal, entre otros espacios sindicales.
En la cabecera de la columna de los metalúrgicos (mucho más nutrida que en anteriores marchas), Radio Gráfica dialogó con el secretario adjunto, Naldo Brunelli: “Esta movilización me recuerda a los años `90 cuando Menem destrozó el ferrocarril, la siderurgia. Bueno, esto que van a hacer ahora es directamente por 30 años enajenar el futuro de nuestros hijos, con el RIGI. Esto ni siquiera es obra del gobierno, fue diseñado en grandes estudios jurídicos para enajenar el patrimonio y vamos a perder hasta el control del acuífero. Todo, entregan todo, y la manera en que lo entregan es salvaje, porque va a haber mucha, mucha gente en la calle”.
Consultado por lo que pensaba que iba a pasar en el Senado, Brunelli dijo: “Acá hay mucho dinero en juego”.
“Vuelan los billetes”, dijo otro dirigente al respecto… Para cualquiera que haya asomado su mirada en el Senado esta semana, era evidente que se amasó una nueva “Banelco” (corrputela del año 2000 que también quedó impune).
Lograda la aprobación, que fue ajustada y obligó a Milei a retrasar su viaje a Italia para que desempate la vicepresidenta, hicimos una entrevista con dos jóvenes dirigentes que están al frente de sus sindicatos y participan activamente de la CGT: Agustín Lecchi (SIPreBa) y Matías Velázquez (Federación Gráfica Bonaerense). Vale escuchar los planteos que coinciden en no caer en el derrotismo y encarar los desafíos de esta etapa que podríamos sintetizar: construir una salida política a partir de una estrategia de poder con centralidad en el pueblo organizado.
Aquí dos fragmentos del diálogo que da cuenta del Futuro en disputa, también en la CGT.
Agustín Lecchi: “Lo ocurrido en el Senado pone de relieve lo que es hoy la política profesional, como no importa la coherencia, no importa la perspectiva política, lo único que importa son los negocios individuales. Creo que ahí nosotros tenemos que fijarnos en forjar una nueva generación de militantes, más allá de los que tenemos algún cargo de dirección en los sindicatos, que va a ser la que va a tener que reconstruir la Patria después de esta etapa. Que eso se tiene que parir en las luchas actuales, pero que hay que pensar no sólo en la resistencia sino también en una salida política, y ahí tenemos que, tomando lo mejor de las experiencias históricas del movimiento obrero. Cuando decimos Solo el pueblo salvará al pueblo, lo tenemos que pensar en perspectiva política, que trabajadores y trabajadoras estemos en el centro de las decisiones”.
Matías Velázquez: “La clave es tener estrategia de poder. Si hay algo que tiene un común denominar entre la conducta que han tenido algunos en no movilizar, el pragmatismo que han tenido, así también como senadores y senadoras corrompidas por un contubernio con el gobierno actual, me parece que lo que une es no tener estrategia de poder y si ambiciones propias, en el plano individual. Entonces, me parece que nosotros tenemos que poner sobre la mesa eso, empezar a discutir una estrategia de poder donde la centralidad la tenga la clase trabajadora y que pueda dimensionar un proyecto de país. Si no tenemos eso, evidentemente vamos a estar resolviendo acciones siempre dentro del marco táctico todo el tiempo y corriendo detrás de la agenda que nos imponen”.
GUERRA PSICOLÓGICA
Este gobierno antiargentino, dirigido por las corporaciones extranjeras, tiene funcionarios que se han formado para jodernos la vida.
Las detenciones tras la represión en Plaza Congreso, la actuación del infame fiscal Stornelli y el encarcelamiento de compatriotas, agrava una coyuntura de entrega y colonización.
Es crucial redoblar los esfuerzos para mantener la organización y seguir soñando con un futuro de liberación nacional.
Para esta edición, Javier Vitale, delegado por ATE del Ministerio de Capital Humano e integrante del Centro de Estudios para el Movimiento Obrero, realizó un interesante aporte que describe el ataque cotidiano a quienes son parte del Estado Nacional, a la vez que postula los desafíos de esta etapa de resistencia:
“Las y los trabajadores estatales estamos sufriendo un hostigamiento nunca antes visto. A la ofensiva laboral y anti sindical -con despidos masivos, histórica pérdida salarial y destrucción del principio de estabilidad laboral- se le suma un avance menos visible pero igual de profundo en sus objetivos y en resultados: un ataque simbólico con tácticas específicas que se asemejan a una guerra psicológica. Por ejemplo, detrás de cada ola de despidos -como sufrimos el 31 de diciembre y el 27 marzo- hubo acciones por parte de los funcionarios de los organismos para infundir un miedo generalizado, construyendo rumores, informaciones contradictorias, operaciones mediáticas que lograron un fuerte impacto mental y emocional entre las y los trabajadores. En paralelo, en cuanto a la efectivización misma de los despidos, los mismos se montaron sobre hechos de mucha crueldad, donde la desestimación de toda idea de “criterio unificado” entre los despidos por parte del empleador, generó una sensación muy real de que le puede tocar a cualquiera sin mediar supuestos criterios de justicia o injusticia. Al voleo y masivo. Cruel y perverso. A esto se le sumó, por ejemplo en marzo, que en muchísimos casos estos despidos se sucedieron mediante correos electrónicos despersonalizados y a altas horas de la noche previo al fin de semana largo de semana santa. Hay un aspecto central de esta historia, que complementa todas las estrategias anteriores, y es la decisión del ejecutivo de desmantelar o inoperar al Estado Nacional. Desde las frases de Milei autodefiniéndose como el topo dentro del Estado para destruirlo hasta la anarquía planificado en la que estamos sumidos con constantes cambios de funcionarios (muchos sin haber tenido nombramiento formal alguno), inexistentes estructuras estatales y nula ejecución presupuestaria, las y los estatales arrastramos un desgaste mental sin antecedentes. Es una operación digna de las patronales, donde lo mental y lo psico emocional son parte de la estrategia de expulsión de trabajadores. La sensación entre lxs estatales de estar transitando su actual momento laboral con un empleador que constantemente ataca la propia actividad (¡al Estado!), su capacidad de acción, el valor del trabajo estatal y de lo público, y las tareas que venimos desarrollando o que podemos realizar es que delante hay un profundo interés por derrotarnos no solo material sino también espiritualmente. Estamos transitando una manipulación feroz para desmerecernos hacia afuera pero también hacia adentro. A esta ofensiva mileista, lxs estatales tomamos la decisión de oponernos desde la defensa del interés por lo público, de los valores éticos y políticos de construir estatalidad al servicio de nuestro pueblo, de los derechos laborales y de la organización colectiva y sindical”.
YAPA: ¿INFILTRADOS?
Para finalizar esta edición, compartimos una reflexión de la periodista Úrsula Asta, de Radio Gráfica. Lamentablemente, cuando el pueblo se defiende en las calles ante la violencia de las fuerzas represivas, “es cantado” que comunicadores y dirigentes de diferente pelaje hablen de infiltrados, o de “los violentos de siempre”.
En cambio, aquí una mirada plantada “desde el pueblo y desde el sur”:
“Una importante movilización. Si no hubiera pasado nada ante la represión en las calles, la jornada podría catalogarse de derrota y tristeza; pero hay patria porque hay memoria y hay resistencia en el pueblo. Lo de ayer, durante el tratamiento en Senado de la Ley Bases, fue realmente una muestra de dignidad del pueblo argentino. ¿La ley? Salió en una situación de debilidad del gobierno: Milei no pudo viajar antes debido a la opción de que su vice desempate y para no dejar un senador menos, tuvieron que comprar voluntades a troche y moche todo este tiempo y encima tuvieron que reprimir. Aún así hubo un empate. Algunos hablan de infiltrados, esa es la lectura derrotista. La gente peleó y sostuvo con el cuerpo la concentración durante casi 4 horas de represión, que inició alrededor de las 14 hs. Eso es lo que nos da dignidad. El pueblo en la calle escribe su historia y ayer fue una muestra magnífica de ello. Viva la patria”.
Discusión acerca de esta noticia