Por Ariel Weinman
Como es ya una tradición en las plazas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, las organizaciones de la economía popular nucleadas en la Unión de Trabajadoras y Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) salieron a la calle a comercializar sus productos el jueves 21 de diciembre a partir de las 9 horas.
Bajo la consigna “del productor al consumidor”, varias decenas de puestos desplegados en la Plaza de los Dos Congresos -sobre la Avenida Entre Ríos, Rivadavia e Hipólito Yrigoyen- atendieron con productos de primera calidad y a precios justos a un pueblo preocupado por el desborde inflacionario en alimentos y otros rubros esenciales para la vida cotidiana.
Las verduras y las frutas frescas fueron las más demandadas de toda la Feria: alrededor de los puestos de emprendimientos nucleados en la Federación Nacional Campesina, el público presente se ordenó en largas hileras humanas para que fueran atendidos y cerca del mediodía esas mercaderías ya estaban agotadas.Además, había stands que vendían artículos de almacén y otros que ofrecían delicadas producciones textiles.
El Feriazo puso en evidencia una vez más que el pueblo de Buenos Aires sigue comiendo frutas y verduras gracias a la agricultura familiar, que es posible producir alimentos sin agrotóxicos y que a pesar del momento de desmesura económica promovido por los vampiros del “capital humano”, es posible comercializar los productos a precios razonables porque esas organizaciones no están orientadas por la maximización de beneficios, sino por el principio de la comunidad organizada.
El Mercado Popular frente al Congreso, a su vez, fue un momento de encuentro del pueblo organizado en el sindicato de los humildes. Y un mensaje de unidad hacia dentro de la clase trabajadora, pero también para el Congreso de la nación para que como poder del Estado no sea cómplice del proyecto derogador de los todos los laureles que supimos conseguir en largas décadas de lucha.
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