Por Fernando Gómez *
La exhibición de un absurdo para cuestionar lo posible. Las tensiones inexplicables de una fantasía cruelmente realista. No pretende ésta editorial definir la pulsión nuestramericana hecha palabra por Gabriel García Márquez en su realismo mágico. Lejos de esa pretensión, apenas para mencionar que Gabo hubiera soltado una carcajada preocupada al escuchar la vocación privatizadora del mar por parte de la familia Benegas Lynch, asesora del inefable Javier Milei.
En su maravillosa novela “El otoño del Patriarca”, García Márquez retrata un dictador de una nación insular rodeada por mar. Un personaje sin nombre, cruel con su pueblo sumergido en la miseria, impuesto en el gobierno por ingleses y “gringos” según se presenta en la novela, que es presionado por sus patrones extranjeros para que venda el mar para sanear la deuda externa contraída por el viejo Patriarca.
Seis capítulos circulares, que se inician con el eterno retorno del descubrimiento de un muerto: El Patriarca. Personaje que en su otoño, en el ocaso de una existencia plagada de ignominias, decide vender el mar. A lo único que se había resistido durante su incontable existencia, termina siendo el acto final de bochornosa entrega.
Los gringos se quedan con el mar y provocan un cráter gigantezco, inexplicable y flagelante para la moral de un pueblo que forjaba su existencia en relación al mar y la luna.
La conmoción frente al cráter exhibe el absurdo de vender el mar y colorea con ello los flagelos del endeudamiento externo para las naciones nuestramericanas.
Y un día, un Benegas Lynch, se dotó de una fuerza política con aptitud electoral para imponer la ignominia a la que un nefasto personaje como El Patriarca se había negado hasta su otoño.
“¿Por qué hay propiedad privada en la tierra, pero no se puede en el mar? Se están extinguiendo las riquezas más ricas que están en el planeta, porque están en el mar. Esto no está en debate porque no entendimos que los precios tienen que ser libres” dijo Benegas Lynch, lo reivindicó otro Benegas Lynch con el que comparten apellido y endogamia, y lo exhibimos como absurdo mientras siguen nutriendo el espanto de caudal electoral en éstos, los 40 años de una raquítica democracia.
Los ritmos electorales permiten magnificar la extravagante propuesta de Benegas Lynch. De éste lado de la historia, quienes confunden proyecto político con victorias electorales a cualquier costa, exhiben al infausto doble apellido para mostrar la brutalidad de su provocación privatizadora. Pero lo cierto es que nuestro mar está privatizado.
Empresas multinacionales tienen, algunas de ella radicadas en el país, tienen concesiones de explotación otorgadas por nuestro país para la captura y exportación de 800.000 toneladas anuales de pescados y moluscos. De nuestra Zona Económica Exclusiva, buques extranjeros explotan 700.000 toneladas anuales de recursos pesqueros.
Como bien explica César Lerena “1.639.900 Km2 (equivalente al 52% de la ZEE Argentina) están ocupados por el Reino Unido de Gran Bretaña (RUGB); otros 1.430.367 Km2 de la plataforma continental están en disputa con el RUGB, además de los espacios del Tratado Antártico”. Los británicos “otorgan licencias pesqueras ilegales a unos 120 buques extranjeros para la explotación de estos recursos y extraen en este territorio nacional 250.000 toneladas anuales de productos pesqueros y, están iniciando también, la explotación de hidrocarburos”
Mientras en la refriega electoral, desde nuestro rincón de la historia, se señalan las ideas de Benegas Lynch como delirios propios del circo de subnormales que acompaña la candidatura de Javier Milei, formas menos extravagantes de idéntico ideario, siguen poniendo en manos extranjeras idénticos recursos que se pretenden aún mas privados, o sometidos a un delirante alambrado.
Pero claro, como decía Gabo acerca del otoño de ese Patriarca que “La mentira es más cómoda que la duda, más útil que el amor, más perdurable que la verdad, había llegado sin asombro a la ficción de ignominia de mandar sin poder, de ser exaltado sin gloria y de ser obedecido sin autoridad cuando se convenció en el reguero de hojas amarillas de su otoño que nunca había de ser el dueño de todo su poder, que estaba condenado a no conocer la vida sino por el revés, condenado a descifrar las costuras y a corregir los hilos de la trama y los nudos de la urdimbre del gobelino de ilusiones de la realidad sin sospechar ni siquiera demasiado tarde que la única vida vivible era la de mostrar, la que nosotros veíamos de este lado que no era el suyo, este lado de pobres donde estaba el reguero de hojas amarillas de nuestros incontables años de infortunio y nuestros instantes inasibles de felicidad”.
Meseta
La faltante de combustibles matizó una semana compleja para cualquiera que pretenda batallar en el terreno electoral. Una disputa inexplicable contando el Estado Nacional con una empresa petrolera que le es propia. Paradas técnicas en el terreno del refinamiento que escapan de cualquier lógica política, y ejecutada por presuntos amigos de la fuerza gobernante, pusieron la política energética entre el aumento de precios y la pared.
Y Sergio Massa optó por el aumento. Una vez más, como antes fue con la devaluación, la épica para devaluar o aumentar estuvo ligada con los moderados guarismos porcentuales frente a la desmedida pretensión de los grupos económicos. Los combustibles aumentaron, pero no tanto como las petroleras pretendían. La devaluación se llevó adelante después de las PASO, pero no tanto como el FMI quería.
Pero claro, como mas allá de las pretensiones, ambas decisiones tienen impacto económico que garpan los que votan, el impacto electoral fue exhibido por aquellos que viven aferrados a encuestas que nunca aciertan, pero son bálsamos para la brújula resquebrajada con el que exploran la realidad.
La alianza antiperonista de Macri y Milei sufrió al ensamblarse en materia de estructuras. Y ahora sufre por la incapacidad de ocultar al pabellón psiquiátrico que rodea a un candidato presidencial que exhibe severas limitaciones.
Es cierto, la irracionalidad del antiperonismo es tan profunda que es capaz de aportarle aptitud electoral a un personaje delirante como Javier Milei, pero también, es capaz de otorgarle peronismo a quien difícilmente exprese el sentido histórico de nuestro movimiento.
El antiperonismo ordena una parte de su fuerza, pero también ordena ferozmente al movimiento nacional detrás de una contienda electoral.
Pero sólo eso. Es sólo hasta el 19 de Noviembre que el abismo al que nos enfrentamos permite ordenar el lado propio de un movimiento nacional que sufrirá con la recomposición de un sistema político que pretenderá ordenarse sin la incomodidad de aquellos que desafíen los fundamentos de su existencia.
El 20 de Noviembre, cuando estemos en plena reivindicación de nuestro día de la soberanía nacional, las urgencias que debilitan la representación con la que vamos a las urnas, seguirán latentes. Doliendo en un cuerpo social que no tolera mas frustraciones. La miseria seguirá en agenda de los grupos económicos que también se sentirán dueños de la recomposición del sistema político.
Será patrimonio de algunos el tiempo de los codazos para la ocupación de porciones de Estado, mientras una mayoría silenciosa seguirá encontrando en la organización popular el fundamento de su supervivencia.
Y ahí, sobre la experiencia de los muchos, por sobre la voracidad de los pocos, es donde se impone pensar el tiempo futuro.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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