Por Fernando Gomez *
El 22 de octubre empezó a quedar lejos, lejísimos. Las urnas se cerraron conteniendo en su interior un resultado que se mantuvo lejos de las augurios de los fabricantes de encuestas. Sergio Massa, al frente de Unión por la Patria se terminó imponiendo por encima de Javier Milei, quienes relegaron a un lógico tercer puesto a la hoy extinta alianza denominada Juntos por el Cambio, encarnada en la descabellada candidatura de Patricia Bullrich.
9.645.983 votos contabilizó Sergio Tomás Massa, y hay que remontarse a la primera vuelta de 2015 para encontrar un resultado tan raquítico de la encarnadura electoral que expresa al peronismo. En aquella oportunidad, Daniel Scioli cosechó 9.338.390 votos. Paradójicamente, en aquella contienda electoral Sergio Massa había obtenido 5.386.977, votos que luego se terminaron dispersando entre el candidato del Frente para la Victoria y, por lógica, fortaleciendo el caudal antiperonista que expresaba Mauricio Macri, que terminó alzándose con la presidencia.
7.884.336 votos colectó Javier Milei, apenas un 10% mas de lo obtenido en las PASO, donde obtuvo 7.116.352 votos. El techo de Javier Milei se exhibe sólido, mucho más firme que su estabilidad mental.
6.267.152 votos obtuvo Patricia Bullrich y abrió las puertas para que Mauricio Macri terminara por destrozar la alianza antiperonista construída hace una década.
Hasta acá la crónica de un resultado electoral, apenas eso. De acuerdo a la intensidad con la que cada quién vive el proceso electoral, se disparan dos lecturas posibles de los acontecimientos de ésta semana.
Mientras una pequeña porción militante de la sociedad fue siguiendo de cerca los obscenos acuerdos entre Mauricio Macri y Javier Milei y, a partir de ello, la desintegración política de Juntos por el Cambio, una enorme mayoría de nuestro pueblo asiste a un notorio desabastecimiento de combustibles y un aumento de precios que no se compadece con el clima calmo que acompañó los indicadores cambiarios que exhiben los medios de comunicación.
Y ese desfasaje, a su vez, encierra una advertencia necesaria frente al clima que atravesó las filas de Unión por la Patria luego del alivio que mostraran los resultados del 22 de octubre. Ni el clima de algarabía que exhibía el búnker de campaña, se coteja con el clima social en el que viven sus propios votantes. Ni la mística fabricada sobre una candidatura, reemplaza las carencias ideológicas de un tiempo que exhiben las limitaciones programáticas de un presente electoral desdibujado de peronismo.
Alianza antiperonista
Horas antes del cierre de esta edición, Javier Milei otorgó una entrevista en el amable clima que le ofrecen los reportajes del “pelado de crónica” que ahora trabaja en A24.
Una hora y cuarto de entrevista que desnudaron exageradamente las limitaciones intelectuales y los severos trastornos mentales que atraviesan la existencia de un candidato que aspira, seriamente, a la presidencia de nuestro país.
Gestos exagerados, desvaríos notorios, ideas desordenadas y frustraciones exhibidas con cuerpo y lenguaje, fueron el resultado de una entrevista bisagra en su candidatura. No tanto porque sean una novedad sus limitaciones, sino dado que fue una de las primeras oportunidades que tenía para darle cuerpo a las propuestas para enfrentar a Sergio Massa y Unión por la Patria, como síntesis electoral de un acuerdo celebrado entre gallos y medianoche con Mauricio Macri.
Sucede que la alianza entre Macri y Milei, apenas contiene las aspiraciones de un banda de especuladores financieros, asaltantes de la cosa pública y funcionarios al servicio de fondos de inversión que están llamados a ocupar eventuales perforaciones en el Estado que pudiera obtener Mauricio Macri para asegurar rentabilidad a sus patrones.
Mauricio Macri apenas le aporta financistas y algunas terminales en el rancio espacio político internacional del neoliberalismo extremista. Algo con lo que Milei ya contaba parcialmente durante la campaña. Ofrece a cambio de la transacción, limitarse a ser un instrumento de negocios para Mauricio Macri y, eventualmente, ser la coraza sobre la que explote socialmente los conflictos derivados de la implementación de un modelo económico irracional.
No cuentan con mucho más que el antiperonismo como clivaje electoral. La única razón por la que un personaje de la oscuridad y el pasado reciente de Mauricio Macri, en alianza con el circo de subnormales que encabeza Javier Milei, pueden aspirar a ser competitivos electoralmente en Argentina es por la oportunidad de expresar monopólicamente el más rancio voto antiperonista y, fundamentalmente, por los impresentables resultados económicos que exhibe la actual alianza gobernante.
Cuatro años de gestión política de gobierno en franca violación del contrato electoral que depositara a Alberto Fernández en la Casa Rosada son la explicación del magro resultado electoral de la alianza gobernante, pero también, de la aptitud electoral de Javier Milei, quien frente a resultados económicos apenas decentes, hubiera estado condenado a colectar un 3% de reconocimiento electoral a sus delirios televisados.
El resto de los peligros, los termina de configurar un antiperonismo ancestral, tan arraigado en una minoría social acomodada o una mediana porción aspiracional a estar acomodada socialmente, que tiene ribetes irracionales que le permiten calificar de peronismo a cualquier cosa que busque referencialidad en la estructura partidaria del justicialismo.
Lo más peronista que tiene esta conformación electoral de Unión por la Patria, es la calificación que así le depara el antiperonismo. En su programa ofrecido como promesa de gobierno y la exhibición de la realidad efectiva de su gobierno, distan mucho de la más relajada observación que uno pueda formular del sentido histórico de un movimiento nacional que precisa urgentemtemente reflexionar sobre su presente y futuro.
Límites y desbordes
“Tienen los bienes que el mundo está necesitando hoy” había dicho el embajador norteamericano Marc Stanley hace un año atrás, mas precisamente el 18 de agosto de 2022 en el Consejo de las Américas, allí donde oficialismo y la oposición que entonces encarnaba Rodriguez Larreta, habían coincidido en que las riquezas de nuestra Patria debían estar puestas al servicio de los intereses de Estados Unidos.
“Lo he oído a Horacio (NdeE: Rodriguez Larreta) hablar de que el próximo gobierno se constituya en una fuerte coalición para rescatar al país. Y yo les digo: trabajen esos acuerdos desde ahora y no esperen a ver los resultados de las elecciones de 2023” dijo por aquel entonces el hiperactivo embajador Stanley, quien se animó a sentenciar que “Olvídense de las ideologías y los partidos y armen ya esa coalición. Se los digo como representante del país que quiere ser su socio y como alguien que ama la Argentina y ve su potencial: trabajen esos acuerdos ahora, no esperen 16 meses”.
Hace un año atrás, Javier Milei era un personaje pintoresco que amenazaba al sistema político con hacer peligrar la hegemonía en la gestión política del Estado. No era convocado por Estados Unidos a sus encuentros con la “gobernabilidad” que ofrecían oficialismo y oposición en nuestro país.
Hace muy pocos días, la Secretaria de Energía anunció que Vaca Muerta alcanzaba el record de producción de 305.000 barriles de petróleo diarios. Argentina, sostuvo, produce en total 645.500 barriles diarios de petróleo. Y aún así, el mercado acogota la producción nacional y nos enfrentamos a una autorización de importacion de combustible refinado para garantizar el abasto local. Es decir, exportación de petróleo que asegura dolares competitivos a las empresas, y dólares baratos para importar combustible refinado.
Nuestro país integra el podio de exportadores de granos en el mundo. Es el tercer exportador de maíz, el quinto de trigo. Producimos ganado, exportamos en cantidad y limitamos el consumo interno por el camino de los precios. Tenemos un frente oceánico enorme, nuestra pesca está puesta al servicio del extranjero y somos incapaces de controlar la pesca ilegal en nuestras zona económica exclusiva.
Argentina integra el triángulo del litio y ha crecido en exportaciones durante el año 2023. Multinacionales se disputan extensiones de tierra para la producción de un químico al que se lo reputa como minería para garantizarle exenciones impositivas y beneficios que se arrastran del menemismo a nuestros días.
Nuestra cordillera y sus minerales. Nuestros ríos y su volumen de agua potable. Nuestra tierra y nuestra integridad bicontinental y bioceánica. Y en medio de toda esta riqueza cuantificada en dólares de exportación, con los salarios medidos en dólares mas bajos de latinoamérica y una administración de la miseria que resulta lacerante para cualquier que pretenda cotejarlo con la idea de Justicia Social que alguna vez logró conquistar nuestro pueblo.
Sin dudas, la Argentina tiene condiciones como Nación, y su clase política aptitud para administrar una colonia, que lo hacen demasiado trascendente para que terminen en manos de un personaje con la estabilidad emocional y la integridad intelectual de Javier Milei.
Con toda evidencia, el sistema político se dispone a poner un límite a semejante disrupción irracional. Aquella estrategia que intentó acelerar Marc Stanley, es una parte de lo que -a las apuradas- terminó exponiendo la UCR y el resto de partidos integrantes de Juntos por el Cambio, incluído el derrotado Rodriguez Larreta; el presidente de las Corte Suprema y una cantidad de cámaras empresarias, que aspiran a conservar un sistema en el que bipartidismo sea expresión de gestión de la crisis y agonismos estéticos que no afecten el clima de negocios que ofrece la riqueza de nuestra Patria.
Pero claro, gestionar la crisis como única propuesta de gobernabilidad, encierra en su propuesta los peligros de desborde de su propia estrategia.
Los especuladores que ajustan su clima de negocio a los aumentos de precios, a la dolarización de sus carteras, a la licuación de los salarios. Los pasamanos empresarios que especulan con el desabastecimiento para condicionar precios en el mercado interno, son algunas de las razones que explican que el deterioro económico de la vida cotidiana de la enorme mayoría, sigue siendo la mayor amenaza a cualquier intento del sistema político por estabilizar las propuestas de oficialismo y oposición para el próximo gobierno.
Pasado, presente y futuro
Ganó Massa y permite respirar. Pero apenas eso, y aún con el riesgo de hiperventilarse de tanto respirar eufórico.
Quedan tres semanas para enterrar el delirio de la propuesta electoral de Milei y que el sistema político pretenda recomponer la administración de la economía argentina para cancelar el crédito del FMI, administrar la economía doméstica devaluada y evitar los desbordes lógicos de una crisis cargada de dolor social.
Porque eso es lo que viene. No por mucho que el antiperonismo diga que si gana Massa, gana el peronismo, se va a impregnar la agenda política del futuro de un programa que reivindique la soberanía política, avance hacia la independencia económica y conquiste justicia social.
Para que eso ocurra, tendrá que consolidarse una voluntad política que sea capaz de fortalecer organización popular, pensar desde sus propios zapatos un programa político que reivindique el anhelo de los más humildes e imponga una voluntad de poder que condicione el horizonte.
Y por capricho del calendario, un poco para echar luz sobre nuestros desafíos, siempre viene bien ir al rescate de Néstor, el reparador de sueños de una generación que está en falta con sus conquistas.
En el año 2001, en un acto en Dolores en la Provincia de Buenos Aires, Néstor fustigó al gobierno de De La Rúa al señalarle que “A los que gobiernan la Argentina hoy, lo único que les importa, es el establishment, los grandes números, las bolsas, y el resto de la Argentina parece que está demás” y le espetaba al conjunto de la clase política “hay una dirigencia política, que está detenida en el tiempo, que vive asustada, que tiene miedo, porque le dicen: “Esto o el caos”. Y yo les pregunto: Si esto no es el caos, cuál es el caos que está viviendo hoy la Argentina. Qué otras penurias nos esperan. Cuál otra traición nos tienen preparada”.
Néstor, que supo interpretar como nadie la rebelión popular del 20 de diciembre de 2001 y el tiempo agotado de una dinámica de repetir hasta el hartazgo la agenda neoliberal que nuestro pueblo había hecho volar por los aires, ya había anticipado ese cierre de ciclo meses antes. No hay que tenerle miedo a desafiar al futuro.
A 20 años de aquel tiempo que se pretendía cerrado, Néstor sigue siendo una incomodidad para quienes encuentran siempre una razón para justificar cualquier barbaridad.
Había clima de festejos en el búnker de campaña. Una alegría que contrastaba con las desesperanzas que inundan a los propios votantes de Unión por la Patria. Hay un sector de esa dirigencia que ya asume que se avecina el tiempo de andar a los codazos repartiendo cargos que aún no se conquistaron, no sea cosa que tengan que andar exponiendo las convicciones politicas que dicen abrazar y que alguien se las constate con la realidad efectiva.
Pretende impregnar esa dirigencia política el clima de “unidad nacional” como latiguillo para achatar discursos y hacer cuentas aferradas a encuestas que no sirven para comprender la dimensión de los conflictos sociales que atraviesan la agenda cotidiana de una Argentina que cada día menos terminan de comprender.
¿Cómo no va a resultar incómodo recordar a Néstor Kirchner? Aquel que proclamaba que “No estamos en el negocio de la política, estamos en la transformación de la Patria”.
Aquel Néstor que decía que “No queremos más la práctica de un culto al individualismo, a la personalidad y a la teoría del jefe. Esas teorías que tanto daño han hecho a la política argentina y han quebrado su calidad y hasta su propia moralidad los que quisieron llevarlas adelante” o el que señalaba que “no pasarán a la historia aquellos que especulen, si no los que mas se la jueguen”.
El repaso incómodo de aquel Néstor Kirchner que se preocupaba por la salud política de nuestro país y se preguntaba a que sistema se pretendía volver cuando se atacaban las conquistas populares. Néstor preguntaba si recordaban “¿Esa Argentina que votaba las leyes que pedía el Fondo, de esa Argentina que condenó a millones de argentinos a la pobreza, de esa Argentina que condenó a nuestros jubilados al hambre permanente, después de haber trabajado una vida, de esa Argentina que trabajó y generó leyes para salvar a los bancos sobre los argentinos?”
Néstor Kirchner no es sólo incomodidad, es también información del futuro. Hay mucha más agenda para el devenir de nuestra Patria en su vivo testimonio que en la agenda política de una dirigencia que se marchita sobre su propia crisis de representatividad.
Organizar a nuestro pueblo, aferrarnos a las convicciones y forjar agenda de futuro con la grandeza de la Patria como destino y la felicidad de nuestro pueblo como objetivo, siguen siendo al forma de recordar a Néstor Kirchner.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
- Artículo publicado originalmente en InfoNativa.com.ar
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