Por Osvaldo Jara
“Yo creo que una de las actividades permanentes en la vida de los pueblos modernos es el deporte. Todas las deformaciones a que asistimos en la humanidad son, precisamente, más profundas donde se ha prescindido o se ha olvidado al deporte”.
(Juan Domingo Perón)
Esta frase esgrimida hace casi cincuenta años por el General Perón no sólo fue reveladora sino también, predictiva. Desde aquella época se produjo una serie de acontecimientos que explican el panorama desolador de la cultura física en nuestro país. La ausencia del deporte no se circunscribe simplemente a las plataformas programáticas de los partidos políticos. Se encuentra ausente en el debate nacional, en la agenda pública que debe marcar el horizonte.
Asistimos ante la necesidad de fomentar la actividad física y la práctica deportiva en la población. Sin embargo, no se toma seriamente esta problemática. El deporte en la actualidad y desde hace mucho tiempo ocupa un rol marginal. No tiene anclaje en el proyecto nacional y esto explica por qué no es política de Estado.
Ante este panorama resulta necesario entender por qué la cultura deportiva no es reconocida como parte fundamental en la vida de los pueblos. Su significado resulta difuso, a pesar de algunos tibios intentos por convertirlo en un derecho concreto. La expansión de la perspectiva liberal, además de la evolución de las plataformas económicas, logró la consagración del deporte espectáculo como única razón de ser. Se produjo la escisión con la actividad vivida, experimentada y gozada por las mayorías.
Sin embargo, no es la única causa que explica este fenómeno…
Existe la renuencia de casi la totalidad de la dirigencia de abordar al deporte como categoría política. Esta circunstancia no es casual ni aislada sino que se trata de unos mecanismos utilizados para negarle su verdadera entidad. Al invisibilizar su carácter político enajena su esencia y erradica sus verdaderos fundamentos. Cambia su matriz y borra las huellas que lo unen con el pueblo, en una de sus creaciones más genuinas.
Abordar al deporte desde lo político implica entenderlo como instancia de organización para la conquista y la aprehensión de derechos. Como arena de puja para forjar identidades. Como apropiación de lo material y de lo simbólico. Como espacio para la manifestación de los cuerpos y de las expresiones colectivas.
Para adoptar esta perspectiva resulta necesario despojarse de una narrativa ahistórica, apolítca y descontextualizada. Detrás de la versión romantizada del deporte se encuentran los intereses de las multinacionales deportivas, de las corporaciones económico/financieras, además del desconocimiento y/o falta de compromiso de la dirigencia política.
Para construir el proyecto deportivo nacional es necesario dejar de lado los eufemismos y consignas vacías de contenido. Resulta imprescindible introducirlo en la cuestión nacional como parte de los procesos de lucha.
QUE ES EL SER NACIONAL EN EL DEPORTE
Existe una incapacidad para registrar la importancia del deporte como lugar donde se dirime, al igual que en otros terrenos, la formación del Ser Nacional. La renuencia a reconocerlo en su faceta política impide entenderlo como parte de la conciencia que encauza el destino de los pueblos libres. Para superar esta instancia resulta fundamental que el deporte se desligue de un sentido vacuo. No hacerlo es trastocarlo, envilecerlo, corromperlo. Desviarlo de su objetivo primordial es profanar el destino como Nación.
Esta mirada “apolìtica” no corresponde únicamente a ministros, secretarios y funcionarios que deben ejecutar en beneficio del pueblo argentino. También es replicada en buena parte de los integrantes de la comunidad deportiva.
Para la mayoría de los funcionarios resulta conveniente rehuir de la dimensión política pues los exime de convocar a la militancia. De esta manera, el deporte ocupa un rol secundario y los proyectos tienen un mero carácter asistencialista. Esto significa que la comunidad deportiva puede ser o no beneficiaria de planes y programas pero no de la participación real y democrática.
La cultura física es parte de las actividades en donde la comunidad se reivindica como tal. Se ejerce de manera directa e intransferible por las mayorías. Practicarlo no es una cuestión de azar sino que implica la toma de posición para accionar (colectivamente).
Aquí es donde se encuentra el punto nodal pues es el propio pueblo el creador y estilista de su experiencia física y deportiva. Que no surge de un momento a otro sino que se desarrolla en el tiempo, atravesado por distintas dimensiones; se forma y organiza de acuerdo a su contexto geográfico, histórico y social.
El deporte es un hecho cultural producido por los hombres y mujeres de este suelo. Es el Ser Nacional manifestado como expresión original.
El Ser Nacional, diría José Hernández Arregui, es “la conciencia revolucionaria de las masas frente a la cuestión nacional e iberoamericana”. Es constituida como una unidad establecida en una geografía específica, ordenada jurídicamente, con una lengua, historia, creencias y tradiciones comunes, conservadas en la memoria del pueblo y ajenas a los intereses imperialistas.
Existe la necesidad de entender a la cultura deportiva como parte del proceso de liberación nacional, de la misma forma que existe en otras facetas de la cultura. La disputa emancipación/dependencia surge en las creaciones humanas colectivas que venimos describiendo. Por esta razón, la actividad no puede quedar sujeta al arbitrio de organizaciones deportivas internacionales. No se pueden adoptar planificaciones copiadas en otras partes del mundo sin prestar atención a la raigambre de los argentinos. No puede ser cooptada bajo la lógica del mercado, desde el perfil del deportista hasta el uso de las tecnologías.
Es necesario crear un proyecto deportivo nacional que se asiente en los clubes de barrio, las organizaciones de base, las federaciones y confederaciones nacionales. También en los movimientos sociales, las organizaciones políticas y sindicales que fomentan la actividad con el objetivo de ampliar este derecho inalienable.
El deporte no es una expresión marginal. Su sentido toma cuerpo en la experiencia celebrada por los pueblos emancipados que conocen su verdadero destino. Recalcar su dimensión política es la tarea necesaria para evitar eufemismos y accionar en tiempo y espacio.
Periodista y escritor / Movimiento Social del Deporte / Abrí la Cancha.
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