Por Guillermo Dillon*
La otra noche fui a Strummer Bar, un reducto de Palermo pensado para las bandas del under, regentado por Luciano Scaglione y Leo de Cecco de Attaque 77, con buen sonido, buenas luces, una barra accesible y hasta con baños limpios.
Tocaban dos bandas del under de los ´90 o el nuevo Rock argentino o la etiqueta que más te guste: primero Demonios de Tasmania, ahora DDT, que despliega necesaria actitud punk, y luego San Martín Vampire, la banda de Sergio Pángaro, quizá el mejor performer del país. No es la intención de esta nota hablar en sí de ellas, que las pueden ir a buscar a Spotify, sino destacar que a la baterista de DDT se le cayeron los palillos.
Como con cada aparición de una nueva tecnología, se abren nuevas discusiones y hay quienes miran con desconfianza, otros auguran un caos inminente y están los que reciben todo lo nuevo con alborozo: pasó con la máquina a vapor y con la calculadora, ¿por qué no habría de suceder con la música? En tiempos de Inteligencia Artificial y la proliferación de deep fakes, (esas versionas que utilizan la voz de un artista y le dan vida a una canción que nunca cantó) hay mucha gente incapaz de disfrutarlo, incluso de modo lúdico porque puede “sonar bien pero nunca será real”; entonces separemos el artista de la IA y compartamos el meme de Pappo con DJ Deró, donde, reconozcámoslo, nos es más cómodo ponernos del lado del Carpo. Aunque amemos a Kraftwerk y Depeche Mode.
Volvamos a los palillos, que si se cayeron al piso fue porque alguien los tenía en la mano, es una obviedad, pero las bandas que disparan baterías programadas, bajos o teclados, (San Martín Vampire lo hace de manera excelsa) proliferan en el circuito porteño y, repito, amamos a Kraftwerk y Depeche Mode. Todos. Y también gustamos de mirarle las manos al guitarrista cuando hace un solo, la velocidad y la cuerda que se estira y que a veces se rompe: lo orgánico. Como que se caigan los palillos, que la banda retome sin perder el tempo y salga airosa.
Que haya miradas cómplices arriba y abajo del escenario no es algo que pueda desaparecer a la ligera, como tampoco el buen uso del sampler, un recurso lleno de posibilidades y también amigable para conciertos en salas donde el espacio físico es un escollo. Los nuevos usos y costumbres de lA en la música en vivo están acá a la vuelta, para que les prestemos atención sin ser más pappistas que Pappo.
(*) Programa Fiebre de Sábado, sábados de 20 a 22 por Radio Gráfica.
Discusión acerca de esta noticia