Por Fernando Gomez *
Sin lugar a dudas, los inexistentes dragones, se llevan toda la atención a la hora de expresar en forma simbólica aspectos atractivos de la cultura y tradición china. Sin embargo, una antigua leyenda que atravesaba los palacios de la dinastía Han, dos siglos antes de cristo, e involucra a los simpáticos perros de raza oriental Shar-Pei.
Según esta leyenda, aquel perro de impronta guerrera, que en las calles era adiestrado para la pelea y en los palacios era mimado como mascota, es la última reencarnación como animal y, enseñaba, que en su próxima vida sería un ser humano y con ello alcanzaría la capacidad de autodeterminarse.
Los simpáticos Shar-Pei que hoy conocemos, han sido occidentalizados por distintas oleadas de comercio bilateral con oriente que los fueron arrastrando a otras tierras y cruzando con otras razas que a la mirada oriental, pueden resultar exóticas.
Lo único cierto, y sin atisbo de dudas, es que no se ha logrado comprobar científicamente aún que el Shar-Pei haya logrado reencarnar y dejado de ser perro.
El avión, el avión
La isla de la fantasía era una serie de televisión yanqui de la década del 70. La frase “el avión, el avión” era repetida por Tattoo, un enano que acompañaba al señor Roarke, el anfitrión de la isla. La frase, emblema de la serie, escondía una escena en la que se sabía a la perfección quién mandaba y quién estaba al servicio de los visitantes.
Alberto Fernández no pudo estrenar el avión presidencial que compró durante su gestión como Presidente. Lo estrenaron Sergio Massa, Máximo Kirchner y la delegación que se dirigió a China con el ansiado objetivo de conseguir algún alivio financiero de parte de uno de los polos de poder mundial, sin aceptar condición alguna que lesione el vínculo con los Estados Unidos.
En el desierto ideológico que atraviesa a una parte importante del movimiento nacional, la imagen de Massa y Máximo Kirchner estableciendo acuerdos de inversión con multinacionales chinas en materia de extracción de productos primarios, la rogatoria de poder pagar importaciones en yuanes a una importante tasa de interés, y la búsqueda de adelantos financieros para avanzar en obras que llevan años y años de demora, son reconocidas como una suerte de péndulo o cintura geopolítica que permite transitar un tiempo turbulento de la reconfiguración del mapa global.
Lejos de ello, la gira encabezada por Sergio Massa tiene una multiplicidad de aristas que reflejan el estado de cosas en la alianza gobernante.
El viaje se gestó en el encuentro bilateral que mantuvieron Alberto Fernandez con Lula da Silva hace algunas semanas atrás, en las que participaron Sergio Massa y su par brasileño. Aquella visita puede ser recordada por la despedida de Lula a Alberto Fernández, cuando le señaló que -palabras más y palabras menos- le dijo que su amigo se volvía sin una moneda, pero con el apoyo de Brasil para ir a tirarle un mangazo al banco de los BRICS que encabeza Dilma Roussef.
El pedido de financiamiento que encabeza Massa no parte de una situación de fortaleza argentina sino del desvergonzado reconocimiento de nuestras exhaustas finanzas.
Argentina llegó aquella vez a Brasil con un supervavit notorio en los últimos años en su balanza de comercio exterior y con las finanzas por el piso como consecuencia de la deuda externa que pesa sobre el país, pero más aún y fundamentalmente, porque Argentina no controla su comercio exterior. La rentabilidad que producen nuestras exportaciones, se diluyen en la canaleta de la rentabilidad de los grupos económicos que controlan nuestra economía.
Y eso lo sabe Brasil, y también lo sabe a la perfección China, que tiene en su gigante cerealera COFCO la segunda exportadora de granos del país, detrás de la norteamericana Cargill. COFCO y Cargill son un festival de subfacturación de exportaciones (contrabando) y sobrefacturación de importaciones para quedarse con la parte de dólares que deciden liquidar en el país.
Pero no está en la agenda política de la delegación argentina sentarse a discutir el rol de COFCO en el comercio exterior de nuestro país. No está en la agenda controlarlo siquiera, para que no estemos experimentando con la excusa de la sequía un ciclo de importación de soja inédita en éste país que vende granos al extranjero.
Menos aún está en la agenda sentar a China en una mesa y discutir la necesaria nacionalización del comercio exterior de granos, lo que impactaría en el rol de su empresa estratégica, pero al mismo tiempo, importaría un descomunal hecho político que pondría a nuestro país en el umbral de las decisiones que lo empujan hacia la independencia económica.
Si no está dispuesto Sergio Massa a discutir el rol de Cofco con China, imaginemos si va a discutir con Estados Unidos el rol de Cargill. La ausencia de una agenda geopolítica que marque escenarios de conquista en clave de soberanía política, e involucren decisiones efectivas que acompañen un ápice de los discursos de ocasión con el que disfrazan una parte de sus actos, es la tónica de un gobierno que ha forjado una y cada una de las condiciones de la crisis a la que se enfrenta escudado en excusas.
Lejos está el viaje a China de significar un gesto de autonomía política. Muy por el contrario, la actitud mendicante ante la asfixia financiera a la que nos condenó la dependencia económica que celebra el gobierno y el acuerdo con el FMI que celebró Macri y hoy profundiza Massa, nos pone ante la mirada china en condiciones de debilidad inaceptables para cualquier digno gobierno que se arrogue condición de peronista.
Una cosa de locos
La segunda arista es la ausencia de compromiso efectivo con la relación bilateral de la que no sólo puede argumentarse responsabilidades en el gobierno de Mauricio Macri, también en la actual conducción del gobierno que ya está al borde de concluír su mandato.
Julio De Vido, ex ministro de Planificación Federal, sobre los acuerdos alcanzados en China destacó, en diálogo con Radio Gráfica que durante el gobierno de Cristina se habían “firmado contratos de ejecución en el caso de las represas Kirchner y Cepernic, que fueron paradas durante el gobierno de Macri y no fueron retomadas por este gobierno. No se reactivaron por la permanente oposición del (ex) secretario de Planeamiento Estratégico Gustavo Béliz. Las empresas deberían estar en operaciones y generando 1200 megavatios”.
Gerardo Ferreyra, responsable de la empresa que realiza las obras de las mencionadas centrales nucleares, sostuvo en redes sociales que “La falta de conducción de la relación con China es preocupante. Hay tres royectos estratégicos Financiados por CDB (China Development Bank) semiparalizados, con miles de millones de U$S hundidos durante 8-10 años!! y llega esta nueva delegación a pedir financiamiento para GNL,Amba I, Swap. Al mismo Banco!”
En sus redes sociales repasó que Argentina paralizó por 8 años las obras del Belgrano Cargas, de la Central Atucha III y las mencionadas represas. Era dinero comprometido por cerca de 15.000 millones de dólares.
Y además, Argentina llega a China sin querer sobresaltar siquiera el vínculo de subordinación que Sergio Massa ostenta con Estados Unidos, para lo cual, tiene impedido hablar de centrales nucleares, telecomunicaciones (5G) y en el control de la mal llamada “Hidrovía” y que involucra nuestro Río Paraná, cuyo control y explotación está comprometida por Massa a los Estados Unidos.
Quizás por eso la oferta de algunas inversiones en la explotación de minería de litio o la extracción de productos primarios; y la autorización a operar con yuanes para financiar importaciones, en lugar de trazar una estrategia de sustituirlas, son las premisas que configuran una filosofía política que atraviesa al sector que hoy hegemoniza el Frente de Todos.
Quizás no tanto por lo que dicen, si no por lo que hacen.
Y después a rendir cuentas
En medio de la gira, Sergio Massa se conectó ayer viernes con un alto funcionario del FMI. Sucede que está en medio de las negocaciones para conseguir el adelanto de los desembolsos que el organismo tendría que hacer este año y que le permitan usar esa plata para intervenir en el mercado de cambios, en mérito de evitar una presión devaluatoria a la que el gobierno no puede dar respuesta con los fondos existentes.
La reunión anticipa la próxima gira de Sergio Massa, la que tendrá como destino a Washington, lugar al que el ministro ya concurrió una vez por mes desde que asumió.
En Washington, un amigo personal de Massa, el principal asesor de Joe Biden para América Latina, Juan González, mantuvo una charla en la Comisión Andina de Fomento. Allí González sostuvo que “estamos haciendo lo mismo cuando ellos reestructuraron el acuerdo, que es seguir muy de cerca el trabajo del staff del FMI, y cuando lleguen a un acuerdo, nosotros, con el board, con la Argentina, con otros países, tratar de entender que el contexto en el que estamos es único”, evidenciando los diálogos de Estados Unidos para cumplir con los pedidos de Massa.
Antes de Juan González tomó la palabra en ese evento Brian Nichols, diplomático principal del Departamento de Estado para América Latina, que descartó que el viaje de Massa a China impacten las negociaciones con el FMI y el apoyo norteamericano.
El adelanto que Massa pretende del FMI, implica que el organismo le giraría la plata que el FMI le presta a la Argentina, para que la Argentina le pague al FMI. Es decir, si nos adelantan los desembolsos de éste año, igualmente durante el año, habrá que pagar esa misma plata al organismo, con el siempre latiguillo de “no caer en default”.
Las similitudes con aquél blindaje financiero que negociara Daniel Marx para Domingo Cavallo en el 2001 en nuestro país son evidentes. Tan evidentes, que Daniel Marx es uno de los encargados de dicha negociación. En el 2001 fracasó y el desbarranco financiero fue absoluto. En esta oportunidad, el éxito o el fracaso de la gestión, apenas aletarga los tiempos de una crisis latente producto de la ausencia absoluta de independencia económica que arrastra nuestro país.
La vuelta al perro
Más cerca en nuestra historia, en esta misma tierra que habitamos, don Arturo Jauretche repetía con su habitual sabiduría que “No se trata de cambiar de collar sino de dejar de ser perro”.
Ningún Shar-Pei dejó de serlo. Sencillamente porque la reencarnación es privativa de las leyendas. Pero Argentina necesita dejar de pensar en el color de los collares y edificar su destino de grandeza. No es una leyenda, ni un acto de fe. Es nuestra historia, puesta en clave de futuro. Y está en manos de nuestro pueblo y la potencialidad de seguir forjando patriotismo.
(*) Editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.
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