Los referendos en la zona rusa de Ucrania. Las Naciones Unidas del futuro. Poder, votos e institucionalidad. La propuesta multipolar para una Europa disciplinada. El agujero negro sigue acrecentando su vacío. Un nuevo éxito del BRICS. La Argentina ratifica tendencia con ramificaciones. Estados y estadistas.
Por Gabriel Fernández *
PODER, VOTOS E INSTITUCIONALIDAD. Se registra un quiebre en la cuestión ucraniana. La decisión de los pueblos de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón de realizar referendos destinados a integrar sus distritos a la Federación de Rusia cuenta con el respaldo del gobierno que encabeza Vladimir Putin y resulta adecuado situar allí la movilización de tropas adicionales. Ese es el sentido: el Kremlin conoce los resultados de antemano, no porque los establezca de modo fraudulento sino porque están configurados por el clamor incesante surgido desde los mismos territorios afectados.
La llamada movilización parcial -300.000 tropas adicionales rusas–, pretende garantizar que las decisiones masivas en esas zonas se concreten sin ataques de Kiev forzados por el bloque anglosajón que comanda la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El panorama es de interés para absorber la ligazón existente entre poder e institucionalidad en la política internacional. Dejemos de lado, entonces, el barrido bajo la alfombra y reflexionemos abiertamente.
Pase lo que pase con las votaciones en esos poblados, Occidente no lo aceptará. Sin embargo, y a sabiendas de esa realidad, los afectados directos y el Estado al cual aspiran pertenecer insisten en acciones que brinden dimensión legal a sus anhelos. Anhelos que, con una superpoblación de soldados bien pertrechados, podrían concretarse aun sin elecciones desprestigiadas por gobiernos y medios del Norte tradicional. Sucede que el volumen que ofrece un pronunciamiento inocultable refrendado por conteos justos, también es un trazo del poder que ampara lo fáctico.
La experiencia de Crimea es el gran antecedente. En 2014 el proceso Multipolar ya era potente, pero no tanto como en la actualidad. Occidente, con su Consenso de Washington agonizante, todavía podía insertar un golpe de Estado efectivo como el desatado contra el presidente legítimo, Víktor Yanukóvich. El rechazo a ese movimiento antidemocrático resultó ostensible en todo el Dónbas, pero sólo se expresó plebiscitariamente en la península. El resultado fue que Crimea y Sebastopol se escindieron de Ucrania y se integraron a la Federación de Rusia como sujetos federales: la República de Crimea y la ciudad federal de Sebastopol.
Es posible afirmar que desde hace unos dos siglos en todo el planeta, el sufragio popular, importa. Puede resultar denostado, vilipendiado, ignorado o roto a través de asonadas violentas, pero deja un rastro en la conciencia de unos y otros, en el trasfondo cultural de la actividad política que no logra deshacerse, y retorna una y otra vez como elemento concreto de legitimidad que incide en el dimensionamiento del orden en cada territorio. Lo que es más: mientras que en el centro occidental esa baraja pierde vigor –comicios fraudulentos en los Estados Unidos, elección de la premier británica por una faja reducida de un partido-, en un Oriente antes reticente se vigoriza con intensidad.
¿Existe un enlace conceptual de semejante fenómeno a nivel internacional, esto es, trascendiendo zonas puntuales? Claro: se percibe cuando la Organización de Cooperación de Shangai conmina a los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea a cumplir con la Carta de la Organización de las Naciones Unidas. Es decir: aténgase a la legalidad que ustedes mismos imprimieron después de la Segunda Guerra Mundial. Más claro: nosotros tenemos sistemas representativos, mostramos cumplimiento de los acuerdos globales y bilaterales, y ustedes no son capaces de garantizar el voto con el cual martirizaron a las naciones comunistas y al conjunto de los pueblos del Tercer Mundo por décadas.
Si observamos el progreso organizativo interno de varias naciones trascendentes, así como el despliegue de cada PBI, podemos aventurar que la estrategia del centro occidental se basa, desde mediados de la primera década del siglo, en disciplinar a Europa. Alguien preguntará ¿pero el objetivo no es quebrar y acorralar a Rusia y a China? Si, pero las dificultades están a la vista y esa cúspide financiera que se trasunta en la OTAN no puede operar sin afirmar su poder en la región “propia”. Sobre todo, otra vez, en Alemania.
EUROPA, DE RODILLAS. La experiencia Angela Merkel en la tierra germana es, quizás, la víctima más cercana de la andanada atlantista. Como explicamos en estas páginas, el andamiaje democrático extendido hacia las acciones económicas internas y el comercio internacional, debatido con sindicatos y cooperativas, más la institucionalización de un esquema que impide la monopolización, configuraron desafíos muy fuertes a los poderes financieros concentradores y al mismo tiempo ejemplos bien interesantes para el resto de la zona.
El crecimiento asentado en la producción está siendo desplazado, Olaf Sholz impotente mediante, hacia el clásico modelo de absorción de recursos sociales para destinarlos a la Defensa. Esto no es otra cosa que el deterioro general en beneficio de las compañías que controlan la formación de ejércitos y la producción y venta de armas, orientadas por sus regentes del mundo rentístico. En el orden político interno implica el corrimiento del eje de la toma de decisiones: de una comunidad organizada democráticamente hacia una condensación de la toma de decisiones en pocas manos. Manos que ni siquiera son alemanas.
Un estudio del Centro de Análisis Geopolítico (CIPI Foundation) difundido hace días y oculto bajo una tonelada de declaraciones distorsivas, indica que no sólo las potencias multipolares se han desarrollado, en este siglo XXI por fuera de la influencia de Washington, sino también el Viejo Continente. “Estados Unidos ha considerado a Europa como una posición que no debe ser accesible a otros ni desarrollar autonomía estratégica. Por ello, constantemente la Casa Blanca ha presionado a Alemania por su atrevimiento de desafiar a Estados Unidos mediante el establecimiento de acuerdos con Rusia y China”.
El documento analítico va más lejos: “Los planes para desestabilizar a Alemania y la Unión Europea comenzaron entre 2004 y 2008, y se intensificaron a partir de 2014, con el uso de Ucrania como un caballo de Troya contra la Unión Europea y contra Rusia”. Por eso, ahora, “la integración a Rusia de las regiones que celebran referendos convertirá cualquier acción militar en esos territorios en una guerra directa en su contra”, lo cual configura “un disuasivo fuerte que funcionó en el caso Crimea. Si Estados Unidos o algunos países de la Unión Europea no entienden este punto, la intensificación de la guerra es una certeza”.
En estos momentos y durante cinco jornadas, los pueblos del Sur y Sur Este hasta ahora ucranianos, están resolviendo su integración a la Federación de Rusia. Tras las informaciones vertidas en los párrafos anteriores se comprende con nitidez, lector: esos contingentes humanos se sienten parte de la determinación y, junto al Ejército ruso, defenderán sus renovadas institucionalidades.
EUROPA, MULTIPOLAR. Pero no dejemos de mirar a Europa. Los amigos de Fuentes Seguras recordarán que en el cierre del año 2020 informamos sobre la inminencia de un acuerdo estructural formidable entre la UE y China. Ese pacto convertía al bloque esencial de la civilización occidental en una gran potencia multipolar. Hizo retemblar los cerebros atlantistas y fue clave para poner en marcha la acción de disciplinamiento que estamos visualizando. Leamos juntos lo que este periodista narró –en soledad- en la columna de diciembre de 2020:
“El año 2021 llega con un acuerdo bajo el brazo. Es, quizás, el anuncio más indicativo del período que comienza y abarcará un lustro hasta la composición de un panorama más equilibrado. ¿De qué se trata? Europa y China están –en estos momentos- suscribiendo un pacto económico que supera con holgura las parcelas y se instala como general. Es que involucra, preste atención, elaboración de manufacturas, servicios financieros, bienes raíces, construcción y servicios auxiliares al transporte marítimo y aéreo.
La confluencia es presentada por los protagonistas como un acuerdo de inversión. Se trata de un significativo ida y vuelta, que facilitará a compañías europeas acceder al gigantesco mercado chino, pero también –reflexionemos sobre la acción financiera asiática en el marco de la Organización para la Cooperación de Shangai en la década reciente- viceversa. Zhang Ming, embajador chino en la Unión Europea, señaló que “ambas partes están trabajando para finalizar las conversaciones sobre el cierre de este año”.
Añadió que el presidente Xi Jinping está siguiendo cada paso de las gestiones y puso la marca al realzar su trascendencia. “Es bastante inusual que un jefe de Estado chino le preste tanta atención a un acuerdo en negociación” advirtió el mismo Zhang, adoptando postura de observador para obtener el efecto subrayado. Nuestros informantes especializados estimaron que “lo que se va a firmar fomentará el acceso al mercado para las compañías europeas a través de la eliminación o reducción de barreras que condicionen fusiones e inversión”.
En la misma dirección que Zhang, los voceros señalaron que la Unión Europea está realizando consultas con cada país miembro para asegurarse de concordancia en detalle. En diálogo con el Financial Times, los negociadores del viejo continente señalaron que “vamos a tener un acuerdo que valga la pena. No priorizaremos la rapidez sobre el contenido”. Es preciso recordar que hace poco la coalición europea había catalogado al coloso asiático como “contendiente económico” y “rival sistémico”. El giro que esto implica es un extraordinario baño de realidad para todos.
(…)
La política europea está haciendo un esfuerzo para retomar el comando y aunque tendrá sus dilemas al aplicar esta decisión audaz (el acuerdo será condenado por populista y hasta por comunista) revela la dimensión que la realidad económica planetaria posee a la hora de definir los rumbos. No se trata de desear un ideal sino de obtener lo mejor posible dadas las fuerzas agrupadas. Es probable que este paso netamente político impulsado por los indicadores económicos, permita atenuar el hasta ahora firme declive de la UE.
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Es de interés leer este segmento del Financial Times: “Los objetivos de China en las conversaciones incluyen garantizar el derecho a invertir en partes de la economía de la Unión Europea, sobre todo en el sector de energía, a pesar de la creciente sensibilidad de Europa sobre la propiedad extranjera. A diferencia de Estados Unidos, que trató de obligar a China a hacer concesiones comerciales a través de aranceles punitivos, Bruselas le dio prioridad a la negociación y reforma de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para adaptarla al modelo económico de Pekín”.
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¿La desesperación puede llevar a intentos bélicos? La historia está por escribirse y quién puede asegurar algo en medio de la asombrosa irresponsabilidad del gran capital financiero occidental”.
El artículo completo, aquí: Fuentes Seguras. El acuerdo menos previsto. El acuerdo más pensado.
EL RÉGIMEN AGUJERO NEGRO. El centro financiero detonó las presiones que hoy se perciben en el orden internacional. Y sigue apremiando a “sus” gobiernos para que vayan más y más lejos. Una de las compañías realmente importantes del régimen que hemos caracterizado Agujero Negro, acaba de plantear con firmeza su postura. Icahn Enterprises –conducida por la leyenda de Wall Street Carl Icahn– cuestionó la suba de tasas dispuesta por la Reserva Federal norteamericana ¡por su timidez! Según la gigantesca corporación, es preciso admitir que “la recesión no se puede curar” y que la FED debería ser “más agresiva”.
El director de la empresa expresó su pesimismo ante Market Watch: “Lo peor está por llegar. Imprimimos demasiado dinero y pensamos que la fiesta nunca terminaría. Y se acabó la fiesta”. Aunque respaldó la medida antiinflacionaria de la Reserva Federal de aumentar las tasas de interés en 75 puntos básicos, Icahn apuntó que se necesitaba mayor agresividad y que, “habría apoyado incluso un aumento de hasta 100 puntos”. Si la decisión conocida ya está influyendo en la caída del segmento industrial del PBI estadounidense y en el alza del desempleo, imaginemos lo que podría originar la radicalidad propuesta por el gurú.
Lo interesante radica en la oscuridad de los consejos a los inversores. El referente sugirió hallar “áreas de oportunidad para los inversores” y recordó que las “estrategias de cobertura” fueron la clave para su éxito. Una estrategia de cobertura reduce la exposición del portafolio frente a la volatilidad del mercado, tomando posiciones que tengan el impacto neto de reducir los riesgos. ¿Qué significa ese slang? Ni se les ocurra invertir en producción porque esto no tiene vuelta atrás. De la economía real, sólo puede confiarse en el desarrollo de las energéticas. Nuestro futuro, como clase, está en la especulación. El lector sabrá disculpar la traducción sintética, pero este periodista considera haber llegado al nudo del asunto.
EL BRICS, CRECE. Con este panorama oculto pero inocultable, valga la ironía, la República Popular China aceleró el ingreso de la Argentina al BRICS. Como lo indicó la Gráfica el viernes, el Gobierno asiático dio la bienvenida. La cuestión está resuelta y las expectativas lograron un cauce. Nuestro país se integra al grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. El eje del texto difundido por la Cancillería que lidera Wang Yi, precisa que “China da la bienvenida a Argentina a unirse a la gran familia BRICS y está dispuesta a fortalecer la comunicación y coordinación entre los dos países en asuntos internacionales y regionales”.
Aunque la noticia es de espectacular dimensión para esta nación austral, es pertinente indicar que configura un éxito de suma importancia para el bloque euroasiático. ¿Por qué? Bueno, a través de la nueva inclusión, las dos grandes potencias de América del Sur se sitúan en una alianza que amplía su poderío en recursos naturales, know how, comercio e influencia geopolítica. Nadie se queja de la presencia rusa. Curado en salud, el dragón zanjó por arriba la dificultad que en otro período gestó el corcoveo brasileño a compartir ese privilegio con el clásico albiceleste e insertó a nuestro país más allá de la opinión vecinal.
En subrayado, entonces: este es un logro de la Argentina, pero sobre todo es un triunfo del BRICS. Hasta ahora, sus miembros en conjunto representaban el 22% de la superficie continental, el 42% de la población mundial, el 24% del Producto Bruto Interno (PBI) global, el 16% de las exportaciones y el 15% de las importaciones mundiales de bienes y servicios. A partir de la integración de otro gigante sureño será preciso sacar nuevas cuentas. Y recordar que una parte de las mismas se refieren a la Antártida.
El equilibrio que viene realizando el Gobierno de nuestro país para persistir en una política exterior de rasgos terceristas sin quebrar lanzas con los Estados Unidos, es de gran interés para quienes deseen zambullirse en los rediseños globales. Las semanas recientes evidenciaron una cantidad equivalente de reuniones protagonizadas por el canciller Santiago Cafiero con Wang Yi por un lado y con el secretario de Estado de Joseph Biden, Antony Blinken por otro. Este último impuso al joven ministro la preocupación de su país por la creciente de China en América latina. Cafiero replicó que la Argentina seguirá adelante con su labor multilateral, pero que no desconoce los límites impuestos por la administración del Norte.
No está claro cuáles son esos bordes. Lo cierto es que China es el gran comprador del subcontinente en general y de estas tierras en particular, mientras que los Estados Unidos compran, pero siguen exigiendo pagos extremos por adeudos impuestos a través de los organismos internacionales que domina. No es cierto, como sugiere Infobae, que este andar oportuno del Palacio San Martín en sintonía con la Presidencia esté generando choques “ideológicos” de la “línea dura”; los debates existen pero transitan otro carril. La compulsión de la tríada comunicacional concentrada en el país para insistir en un kirchnerismo “de izquierda” frente a un albertismo “de derecha” no es más que literatura destinada a promover la división.
Los planteos nacionales en la Organización de Estados Americanos (OEA) y por supuesto en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), insisten en el rechazo de todo bloqueo y en el repudio a cualquier exclusión. Como en ediciones anteriores nos comprometimos a seguir el tranco externo argentino sin concesiones, lo señalamos. Nobleza obliga. En concreto, por el momento no se detecta que la presencia de Sergio Massa en el control económico haya orientado la totalidad de la gestión hacia Washington, como podía preverse. Mientras esta proporción no se desboque, la Argentina seguirá efectuando acuerdos de importancia para la resolución de problemas estructurales a futuro.
De hecho, se anunció que una delegación de funcionarios argentinos que integran la Secretaría de Asuntos Estratégicos viajará a Beijing (Pekín) en octubre para consolidar los 17 proyectos acordados previamente, y comenzar con las obras de infraestructura, transporte y energía sobre el cierre del año en curso. El embajador Sabino Vaca Narvaja confirmó a los medios la realización del viaje y apuntó que “están acordados los detalles técnicos para avanzar con la parte financiera y de seguros de los proyectos”. Esa fue otra de las temáticas abordadas días atrás por Cafiero y Wang Yi.
ESTADOS, Y ESTADISTAS. La complejidad del panorama es ostensible. Cuando la información se va cerrando y los aires primaverales entornan las reflexiones, vale sorber el mate sin prisa y dejar andar el pensamiento.
Aunque todo sea coronado por el éxito (si la Argentina resuelve su dilema energético, será muy difícil impedir su crecimiento) estos dos años previos de esgrima interna pueden dejar huella en la credibilidad del activo nacional popular. Si lo que se necesitaba era una reorientación económica como la que lleva adelante Massa, lo justo hubiera sido plantearlo a rajatabla sin macaneos progresivos. Es de prever que en marzo del año que viene el gobierno del Frente de Todos reanude el ciclo expansivo. Con vista a las elecciones, por un lado, y para desplegar el postergado mercado interno, base de toda razón y justicia. Si no es así, ya se sabe: los Ellos, en poco tiempo, desmontan todo y nos endeudan a todos.
La sabiduría de Héctor Germán Oesterheld amerita evocación práctica. Cerca de las imágenes de Francisco Solano López, lejos de la interpretación sugerida por Netflix.
El trazo mundial sigue su curso. Es preciso analizar en profundidad la idea euroasiática de reposicionar a las Naciones Unidas como coordinador global asentadas en una Carta con razones vigentes. Como se observa, la idea multipolar no contiene en su interior la intención de asesinar al rival ni aniquilar las naciones del Antiguo Régimen: hasta para la dañina Europa hay un lugar.
Pero claro, para avanzar hay que tener ganas de hacerlo. Eso depende, en buena medida, de la intensidad de los intereses de fondo en cada territorio –necesitan imponerse al poder des territorializado de las corporaciones financieras-, de los pueblos –hay indicios de lucha gremial allende los mares, pero también de adocenamiento- y de los estadistas.
Este último asunto fue detectado por Henry Kissinger recientemente: al evocar a Charles De Gaulle y a Konrad Adenauer, indicó “ya no hay estadistas en Europa”.
El problema del estratega, y de Bilderberg, es que Eurasia si los tiene.
No serán fáciles los próximos tiempos.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
Pinturas. Arte figurativo siglo XX
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