Por Úrsula Asta
En 2002, cuando la Argentina se encontraba en una profunda crisis económica y social, producto de políticas neoliberales ejecutadas durante el menemismo y, luego, con el gobierno de la Alianza, previa institucionalización del modelo económico rentístico y financiero por parte de Videla y Martínez de Hoz con la dictadura de 1976; organizaciones de trabajadoras y trabajadores ocupados y desocupados, que habían enfrentado las políticas de ajuste con trabajo colectivo y con luchas en las calles, se movilizaban nuevamente en aquel junio para exigir aumentos salariales, mayores subsidios y alimentos para comedores populares.
Un conjunto de fuerzas represivas del Estado: Policía Federal, Policía de la Provincia de Buenos Aires, Gendarmería Nacional y Prefectura Naval, esperaban en los accesos a la Capital Federal para impedir la manifestación. Los militantes Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron ejecutados por los oficiales de la bonaerense Franchiotti y Acosta en la estación Avellaneda del ramal de trenes Roca. Al otro día, el diario Clarín tituló “La crisis causó dos nuevas muertes”.
Sobre el accionar de los medios de comunicación durante la jornada del 26 de junio del 2002, el periodista Pablo Llonto, en el documental de nombre homónimo a la portada del “gran diario argentino”, realizado en 2006, dice que “la imagen del colectivo incendiado, que fue una de las que más se repitió ese día, evidentemente era una imagen con manejo político, porque fue la imagen que fue pegando ese día en cierto sector de la sociedad para decir: ahí está, ven, la culpa es de los piqueteros, esto lo empezaron los piqueteros, incendiaron ese colectivo, etcétera. Eso se fue repitiendo y va cargando el mensaje durante todo ese día, sobretodo en la televisión, que era lo que, en ese momento, durante horas, fue lo que más se vio”.
Para la portada del periódico, se optó por una Parcialidad y se la cubrió de Objetividad, en el sentido de transformación del discurso de clase en discurso universal, al elegir las fuentes, los puntos de vista –en este caso de la policía- y el enfoque –en relación a que las muertes fueron consecuencias de la crisis social del país y no de los disparos concretos efectuados por agentes del Estado-.
Laura Vales es periodista. Escribe en Página/12 y en El Grito del Sur. Su rol como cronista sobre lo acontecido el 26 de julio de 2002 significó desde un inicio contrarrestar la versión oficial que pretendía instalar que “los piqueteros se mataron entre ellos”, y señalar que la Policía Bonaerense había disparado balas de plomo.
Pepe Mateos, fotoperiodista que entonces trabaja en Clarín, captura en una secuencia fotográfica de importantísimo valor documental cómo Darío Santillán, militante de la Corriente de Trabajadores Desocupados (CTD) de 21 años, asiste a Maximiliano Kosteki, de 22, un compañero al que no conocía y que estaba malherido en el suelo de la estación de Avellaneda. En ese momento, el policía Franchiotti le dispara con balas de plomo.
A 20 años de la Masacre de Avellaneda, en diálogo con Radio Gráfica, Laura Vales rememoró aquella jornada. “Recuerdo del día de la represión que había mucha gente, y la policía fue muy brutal. No se limitó a impedir que subieran al puente. Hubo 33 heridos con balas de plomo ese día, además de los asesinatos. Eran por lo menos veinte años de políticas económicas neoliberales. Y la militancia era muy anticapitalista, muy áspera. Había que hacer algo por cambiar las cosas. Y la represión era muy fuerte”.
“Mi impresión es que el gobierno de Duhalde decidió disciplinar a las organizaciones piqueteras, que estaban creciendo mucho en organización. La represión era constante en ese tiempo”, siguió.
En cuanto al tratamiento madiático sobre los asesinatos de los militantes populares Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, el rol de la prensa y la cobertura de los hechos en el lugar, expresó: “Pepe Mateos, gran fotógrafo, hizo las fotos del momento de los asesinatos de Darío y Maxi. Pero el diario (Clarín), no las publicó“.
En ese momento Laura Vales escribía en Página/12 sobre organizaciones sociales, y al volver a la redacción contó lo que había presenciado, que nada tenía que ver con la versión que intentaba instalar el Gobierno. “En el diario el jefe de la sección política, que era Mario Wainfeld, y el director, me dijeron que contara lo que había visto”, dijo, y así lo hizo.
“La hipótesis del enfrentamiento entre los grupos piqueteros era delirante“, enfatizó sobre lo que se pretendía instalar del 26 de junio del 2002. Pero la realidad no pudo taparse.
En el documental al que hacíamos referencia, realizado por Patricio Escobar y Damián Finvarb, se aborda la perspectiva, mediante entrevistas, del papel que desempeñaron los medios de comunicación de la antipatria. Actualmente, en contexto se cumplirse 20 años de la Masacre de Avellaneda, se presentó un adelanto de la segunda parte de “La crisis causó dos nuevas muertes”.
Pepe Mateos, también consultado en este medio sobre aquel día, recordó: “En ese instante estaba tomado por una sensación de mucha violencia, me refiero a mí y al resto de los compañeros que estábamos trabajando. Lo que sentía particularmente era una bronca muy contenida, porque estábamos viendo que lo que estaba sucediendo era muy desproporcionado”.
También caracterizó, sobre la actualidad del oficio, y la situación de la precarización laboral, que “muchos periodistas tienen una distancia con lo que sucede en la calle, algo que viene pasando en los últimos 20 años; el periodismo empezó a perder dinámica de calle y entonces cuesta mas interpretar algunos hechos”.
Así como los nombres retomados aquí, otras trabajadoras y trabajadores de prensa contribuyeron en el relato de lo que efectivamente aconteció en aquella jornada. A dos décadas y así como cada año, este sábado 25 y domingo 26 de junio, el recuerdo fue colectivo y se extendió en paredes, unidades básicas, reuniones, en la misma estación Avellaneda y en el Puente Pueyrredón. Ello ocurrió incluso para quienes no habían nacido entonces, así como para la generación que lo vivió.
¡A 20 años, Maximiliano Kosteki y Darío Santillan presentes!
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