Por Florencia Vespignani*
Hace 6 años Mara no se imaginaba que sería parte de la comisión directiva de su sindicato junto con 10 compañeras más. Y mucho menos ser miembro paritario y parte del consejo directivo de la CGT. Pero lo es.
Mara Rivera nació un 8 de marzo y es parte de APSEE – Asociación del Personal Superior de Empresas de Energía. Es una de las flamantes integrantes del consejo directivo de la CGT, que modificó su Estatuto a finales del 2021. La Ley de Cupo de las Asociaciones Sindicales es del 2002, y la paridad es hoy un gran desafío para las sindicalistas.
Mara habla claro, se ríe mucho y siempre está rodeada de sus compañeras, que están orgullosas de que “esté en la CGT”. A varias le brillan los ojos cuando lo dicen y esbozan una sonrisa cómplice conmigo. Queda claro que ese lugar al que llegó Mara es resultado de una lucha colectiva.
Este cambio en la CGT no se podría explicar sin el esfuerzo militante feminista, el aquelarre que vienen haciendo las mujeres sindicalistas y por la marea verde que también llegó al emblemático edificio de Azopardo, ¿podremos revolucionarlo todo?
Le pregunto: ¿cuándo te diste cuenta de que eras feminista?
“Desde chica siempre preguntaba por qué el 8 de marzo regalan flores, nunca me cerró. Cuando empecé a leer y a investigar, pensé: la lucha no es esto, se está generando un estereotipo de mujer. De muy adolescente me di cuenta de eso, que es donde la sociedad te quiere llevar, cuando en realidad se trata de la conmemoración de una lucha de mujeres que pelearon por la reducción de horas laborales, y murieron”.
Hablamos de las dificultades de la representación sindical pero también de los sectores donde hay pocas mujeres en los lugares de trabajo. En APSEE cumplen y pasan el cupo de mujeres en el sindicato. El nuevo desafío es incorporar más mujeres en los puestos de trabajo masculinizados, como las áreas técnicas o gerenciales.
“Lo que necesitamos desde el trabajo gremial, desde la perspectiva de género y la Secretaria de Igualdad de Oportunidades es incorporar más mujeres a las empresas, no nos podemos quedar con esto que en el sindicato ya somos muchas, ese 10 % lo tenemos que superar, ese es nuestro objetivo: que haya más mujeres en los lugares de trabajo”, reafirma.
¿Qué estrategias se están dando, entonces?-, le pregunto.
“Primero ponerlo en discusión con las empresas: la importancia de incorporar mujeres, luego capacitar al 10% que hay, para que pasen a las categorías más altas. Decimos que la brecha salarial en nuestro país no está en que yo gano distinto que mi compañero haciendo la misma tarea, sino que está en la segregación ocupacional, que es que las mujeres ocupamos cargos de menores categorías y menos pagos, y en las categorías más altas faltan mujeres. Nuestra incorporación tiene que ser a los sectores técnicos, logramos incorporar algunas compañeras en las centrales eléctricas… Pero también somos conscientes que en Argentina lo que falta es la pata educativa, más alumnas en las escuelas técnicas. Esto viene desde abajo, las empresas te dicen ´no hay mujeres que presenten curriculum, si ustedes tienen tráiganmelo’”.
Por eso otra de las estrategias que están llevando adelante es ir a escuelas técnicas para dar charlas. “Necesitamos más alumnas en escuelas técnicas”, me repite.
Mara propone una perspectiva más integral de este problema: “Tenemos que impulsar el mercado laboral de las mujeres, creo que la lucha de las mujeres sindicalistas es que haya más mujeres en el trabajo formal, independientemente del sector, necesitamos sacar a las mujeres del sector precarizado, que es donde históricamente estamos”. Desde el sindicalismo feminista este es el gran desafío.
Su familia la entiende y en general la apoya en su militancia. Mara está casada y no tiene hijes. La mayoría de sus compañeras que militan no tienen hijes o tienen hijes grandes. El tema de los cuidados nos atraviesa muy fuerte, y nos retiene dentro del ámbito privado, nos limita en la militancia, pero también en el mercado laboral. Esta situación se repite. Es otro gran desafío para el sindicalismo feminista y para los feminismos.
Sus ganas de ser sindicalistas y luchar por derechos de lxs trabajadorxs, tal vez tenga que ver con la historia de su familia: su papá, en los noventa, fue obligado al retiro voluntario de SEGBA – Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires[1], y al no conseguir otro trabajo se tuvo que ir a Río Gallegos.
Con sus 39 años, Mara es una joven militante sindical que tiene experiencia y está organizada no sólo en su sindicato sino en la Corriente Federal, desde donde iniciaron la campaña “la CGT es con nosotras”. Desde este espacio, me cuenta, tiene claras las banderas de las mujeres sindicalistas: “la CGT tiene que tomar como bandera incorporar más mujeres al trabajo formal, no podemos pensar el mundo del trabajo sin incluir a las mujeres y las diversidades, eso lo tenemos muy claro, en la unidad puede haber tensiones, pero no tenemos que olvidarnos de este objetivo que está por encima de cualquier diferencia”.
En febrero de este año hicieron la primera reunión de mujeres del consejo directivo, ya que muchas no se conocían, y empezaron con los tejes y las redes que sabemos construir las feministas. Le pregunto si se imagina alguna vez una mujer en la conducción general del CGT. Nos reímos juntas… “¿Por qué no?”, me dice.
Mara piensa que luchar vale la pena, que nadie le diga lo contrario. Así convencida y hermanada seguirá caminando y construyendo el tan necesario sindicalismo feminista.
[1] SEGBA fue una empresa pública encargada de la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica en el Gran Buenos Aires, que fue privatizada en los 90s.
(*) Docente, artista popular y feminista.
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