Por Gabriel Fernández *
El triunfo de Gabriel Boric, de 35 años, entorna las puertas de la política para una generación que empezó a desplegarse al ritmo de las demandas sociales de 2011 y 2019. En Santiago de Chile se registró, la noche del domingo, una explosión de alegría. Ante decenas de miles de personas reunidas en La Alameda, la principal avenida de la capital, el presidente electo anunció “Este será un Gobierno con los pies en la calle, las decisiones no se tomarán entre las cuatro paredes de La Moneda”.
Concurrieron a votar 8,3 millones de personas, el 55% de la ciudadanía habilitada. En un país visualizado como poco apegado a la política, es el mayor porcentaje desde 2012. Vale consignar que Boric es el único candidato en ganar un desempate después de salir segundo en el primer turno. Cuando asuma, el 11 de marzo, tendrá 36 años y se convertirá en el más joven en portar la banda.
El pinochetista José Antonio Kast reconoció la victoria de su rival. “Desde hoy es el presidente electo de Chile y merece todo nuestro respeto y colaboración constructiva. Chile siempre está primero”, expresó. Está claro: En marzo, Sebastián Piñera deberá transferir el gobierno a quienes se movilizaron en su contra. Entre la derrota de uno y el retiro del otro, la sombra que dejó la dictadura parece empezar a desvanecerse. Sin prisa, obviamente.
Boric no había nacido cuando se registró el golpe, y contaba con apenas cuatro años cuando Pinochet entregó el poder a un gobierno civil. Dicen los analistas trasandinos que “por eso mira hacia adelante, sin el lastre militar”. Es, también, una generación defraudada por la centroizquierda tradicional que entre 1990 y 2010 llevó adelante una muy incompleta transición democrática en el marco de la Concertación. Durante todo el período, la nación estriada hacia el Pacífico observó de reojo el potente aglutinamiento del Unasur.
Desde hace bastante tiempo Chile se percibe ajena al destino de sus vecinos. El Pensamiento Nacional, con enormes generadores en nuestro país y grandes antecedentes en Perú, Venezuela, Nicaragua, Cuba y tantos más, es un delgado espacio conceptual sin influencias sobre la política chilena. Los esfuerzos del intelectual Pedro Godoy en ese sentido han resultado estimables, pero carentes de carnadura masiva. En materia de Política Exterior, el vínculo con Gran Bretaña está instalado con firmeza y allí radica uno de los desafíos de desmonte para la nueva gestión.
En sintonía, habrá que ver cómo encara la reorganización de las Fuerzas Armadas y la Seguridad Interior. Todo un problema, pues la formación impuesta por años en ese país contiene una deformación integral de las prioridades. Las hipótesis de conflicto suelen ser barajadas sobre las cercanías, mientras que los Carabineros, hasta hoy mismo, estiman a la población más modesta como el adversario a combatir. Es probable que la moderación planteada por Boric no resulte tan valuada entre los uniformados: El repudio a la izquierda es parte de la educación que han recibido.
Boric quedó segundo en la primera vuelta del 21 de noviembre. Se pensó que no lograría revertir el resultado pero su táctica fue inteligente. Abrió los brazos a los partidos de la Concertación, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista. Venció con holgura en los barrios populares y alcanzó mayoría entre las mujeres y los votantes menores de 30 años. El miedo, que en ocasiones es zonzo y en otras no, también contribuyó a aglutinar a muchos veteranos que, ante una eventual nueva hegemonía pinochetista, preparaban sus valijas.
Los chacales, ya están operando. El analista Juan Jesús Aznarez advirtió pocas horas atrás desde El País, que Boric “no conseguirá estabilidad si los capitanes de empresa y las élites que disfrutaron de barra libre en el acopio de ganancias e influencia no arriman el hombro. No será fácil el acuerdo hacia una nueva redistribución del poder, porque los emporios políticos, económicos y militares recalcitrantes siguen encapsulados en una insolidaria subestimación del sufrimiento ajeno y capean los cambios estructurales que resten privilegios”.
El joven electo ha prometido cambios hondos. Tomó parte de la agenda surgida en las calles, donde se notó el rechazo a una sociedad desigual y a un Estado reducido y represor. ¿Quién será el Ministro de Hacienda de Boric? Algunas respuestas a las inquietudes se asientan allí. ¿Se buscarán acuerdos más sólidos con las naciones vecinas –el tema Bolivia no es menor en Chile- en relevo de la tradicional cercanía con el Norte? Habitualmente, el gabinete es designado en el mes de enero. Entonces se develarán algunos misterios.
La Argentina, espera y reflexiona. La capacidad política de Lula asoma en Brasil. Hay un ABC inconcluso que merece ser redimensionado.
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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