Por Nehuén Gusmerotti*
¿Quién imaginaría que algunos éxitos llegarían tan tempranos en la vida de una banda? Hoy acostumbrados a años en la escena emergente, pensar en un Led Zeppelin de gira mundial apenas haber lanzado su primer disco es casi utópico. Más raro aún soñar con una banda que en su segundo disco destrona nada menos que a los Beatles y su Abbey Road, para liderar la cima de los rankings más influyentes del globo. Así fueron los días del segundo material de Led Zeppelin, presentado en Reino Unido el 22 de octubre de 1969.
El cuarteto formado por Jimmy Page, reconocido sesionista, que tuvo en sus frustradas intenciones incluso a miembros de The Who, alcanzó límites de perfección en tiempo récord. La alquimia fue perfecta. Entre el “Dios Dorado”, Robert Plant, y su virilidad griega al frente del grupo; el metódico y multifacético John Paul Jones como un volante de marca y juego de esos que ya no se ven; y la desatada energía del fugaz John Bonham que apareció para cambiar totalmente la forma en la que se pensaba una batería en un grupo de rock. Led Zeppelin ingresó en la escena musical como un volcán en erupción.
Liberada la bestia, Zeppelin atravesó 1969 en giras repartidas entre Estados Unidos y Reino Unido. En ese contexto fue grabado su segundo álbum. Las sesiones de grabación reúnen once estudios repartidos entre Londres, Los Ángeles, Memphis, Nueva York y Vancouver. En algunos casos se trataba cuanto menos de una “casucha con agujeros”. Pero cuando tiene que ser, tiene que ser. La creatividad del cuarteto estaba en un nivel violentamente elevado. De las zapadas y composiciones en cuartos de hotel fueron saliendo las nueve canciones que integran Led Zeppelin II. Para coronar un sonido consolidado y poderoso a pesar del rodaje y los diferentes estudios, Jimmy Page puso todo su seso en guiar a la banda a puerto seguro. No estuvo solo, Eddie Kramer, uno de los ingenieros más reconocidos de los 60´ tras grabar con los Beatles, Jimi Hendrix, los Stones y el mismo Woodstock, fue quien acompañó el proceso sonoro de la banda.
Entre las criaturas gestadas en las mentes de los Zeppelin hay joyas como “Whole Lotta Love”, “The Lemon Song”, “Heartbreaker”, la épica “Ramble On” y la oda a la batería de “Moby Dick”. Solo por mencionar algunas. El disco fue muy bien recibido en términos críticos y comerciales. Destronó a Abbey Road de los Beatles y se ubicó en el puesto número uno de los rankings de Estados Unidos e Inglaterra.
No todo fue un lecho de rosas para el cuarteto británico. La banda recibió varias intimaciones por parte de reconocidos bluseros para ser mencionados en los créditos debido a ciertas similitudes insoslayables en algunas canciones. Willie Dixon debió ser incluido como coautor de “Whole Lotta Love”, mientras que otro ícono como Howlin´ Wolf pactó el reconocimiento en “The Lemon Song”, incluso en “Bring it Home”, tema que cierra el álbum, parte de los créditos fue a Sonny Boy Williamson, años después, un tanto fastidiado, Page diría que se trató tan solo de un tributo a él.
Nueve meses bastaron para gestar este material. Nueve meses repartidos en hoteles, shows, rutas y vuelos internacionales. Aun así podemos llegar a coincidir, sacando alguna opinión desperdigada por ahí, que se trata posiblemente del mejor disco del grupo. Plant encuentra finalmente en este trabajo el disfrute de ser parte de Zeppelin. “Se trata de un disco muy viril, más carnal que el blues”, explicó un tiempo después el Dios Dorado, que le dedicó “Thank You” a su esposa, Maureen Wilson. Era un poco un reconocimiento al aguante que le tenía. Para esos años Plant vivía las giras plagadas de sexo, drogas y rock and roll más grandes del mundo. Entre las joyas perdidas del disco está la popera “Living loving maid (She’s just a woman)”, dedicada a una fan. Tan odiada por Page que nunca fue interpretada en vivo.
Por si fuera poco, la carátula del disco estuvo a la altura de las circunstancias. Encargada a David Juniper, solamente le pidieron que fuera “interesante”. Juniper no decepcionó. Inspirado en una histórica foto de la Undécima División Jasta de la Fuerza Aérea Alemana, conducida por el mítico Manfred von Richthofen, el Barón Rojo. Realizó varios cambios en las caras de los miembros de la fotografía, ubicando a los miembros de la banda y personas cercanas al grupo en la portada. Fue nominada al Grammy como “Álbum con la mejor portada” de 1970.
A 52 años de su lanzamiento, Led Zeppelin II sigue siendo uno de los discos que define el rock pesado. En su momento encarnó el puente necesario entre los psicodélicos 60´ y un rock fuerte que comenzaba a pujar en la pérfida Albion. Para muchos críticos incluso se trata de un pre momento del heavy metal, que poco tiempo después interpretaría majestuosamente Black Sabbath en Birmingham. Por el lado de Zeppelin, todavía quedaban siete discos por delante y un torrente de magma incontrolable que encarnaban esos cuatro músicos, tanto sobre un escenario, cómo dentro de un estudio de grabación. Led Zeppelin había conquistado el mundo a base de riffs y blues rock desenfrenado.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (sábados de 18 a 20, domingos de 16 a 18)
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