Por Viviana Civitillo *
No me dejes morir donde no debo
que no quiero dejar de ver el cielo
largas filas de álamos quisiera
restallando su verde en primavera
Víctor Heredia. Álamos en primavera
Cuando Rafael salió de casa el 28 de agosto de 2020 para no regresar y partir definitivamente el 5 de julio pasado, había terminado de escribir el que iba a ser, según él, su último ensayo historiográfico. Luego, proyectaba dedicarse por entero a la literatura, su otra gran pasión. Le aguardaban un conjunto de cuentos con los que dialogaba todavía buscando la palabra justa y la pausa imprescindible que transformara en narrativa de ficción sus profundas y bien arraigadas convicciones y prácticas políticas.
En esos días, antes de su internación, corregíamos juntos su redacción y otras formalidades del que iba a llamarse (y se llamará) El golpe que duró tres meses: se aborda allí, el análisis del periodo que se inicia con el bombardeo a cielo abierto del 16 de junio y culmina con el derrocamiento del gobierno constitucional del general Juan Domingo Perón, el 16 de septiembre de 1955.
Dos cuestiones dieron origen y articulan los ejes centrales del ensayo: en primer lugar, “el golpe que duró tres meses” se constituye en el hecho fundante del Terrorismo de Estado que atravesó la historia argentina durante la segunda mitad del siglo XX; en segundo lugar, no se trató de un hecho incruento: su violencia constitutiva, que produjo numerosas víctimas, fue silenciada por la mayoría de los actores políticos que de una u otra manera fueron protagonistas y/o testigos de los acontecimientos y ocultada mayoritariamente por los historiadores de diversa filiación historiográfica. El trabajo es continuación de la investigación iniciada en el Archivo Nacional de la Memoria en los años 2013 á 2015 y describe -a grandes rasgos- el origen y el desarrollo del conflicto social y político, que tiene lugar entre los años 1944/45 y 1955 y que, desde las identidades políticas del peronismo y el anti-peronismo, atraviesa nuestra historia hasta el presente.
La alianza que se constituye como peronismo accede al gobierno del Estado en 1946. Sus propuestas y realizaciones generan una fuerte oposición de las fuerzas antiperonistas apenas se inician. Hasta 1951, esta oposición se lleva adelante por medios institucionales: participación electoral, decisiones del Poder Judicial, reclamos al gobierno, declaraciones, solicitadas. En 1949, el gobierno convoca a una Convención Constituyente en busca de institucionalizar la nueva orientación del Estado. Con contradictorios argumentos, la oposición boicotea las sesiones y finalmente se retira de la Convención para deslegitimar la sanción del nuevo texto constitucional. A partir de entonces, se inicia una estrategia ajena por completo a los mecanismos institucionales que busca destituir a las autoridades legal y legítimamente constituidas.
Este camino sedicioso conlleva niveles crecientes de violencia hasta llegar a 1955: intentos golpistas en 1951 y 1952, atentado terrorista con víctimas fatales en 1953. Junio y septiembre de 1955 pueden considerarse dos momentos de un mismo hecho histórico: la etapa final de la estrategia sediciosa. Hecho histórico que significa un salto cualitativo en el terror de Estado dirigido hacia el conjunto de la población civil por parte de la clase dominante. De esta manera, se convierte en un punto de inflexión en el camino hacia la constitución del Estado Terrorista en 1975/76.
En el repaso de los antecedentes del golpe, en el proceso constitutivo y el desenvolvimiento de ambas fuerzas políticas, Rafael Cullen pretende actualizar la reflexión acerca de su vigencia en la (mal) llamada “grieta” que, en estos tiempos, y con diferentes eufemismos, sigue ocupando gran parte de los titulares de la mayoría de los portales, zócalos y editoriales periodísticos. En síntesis, en éste, su último escrito, deja bien sentado que la grieta no empezó con el kirchnerismo. Y agrego: en todo caso, se agrava con Cristina porque expone en el espacio público su condición de mujer, despliega un pensamiento propio y un discurso empoderado sin despojarse de su condición de género; muy por el contrario, enfatizando su costado seductor. No sólo porque es mujer, sino porque desde ese lugar, ordena la agenda política a propios y ajenos: entre otras decisiones trascendentes, fija límites al capital financiero cuando completa la reestructuración de la deuda en dólares y le arrebata las AFJP y la dolarización de las tarifas; avanza con la ampliación de los derechos de las grandes mayorías y discute de igual a igual sobre y con el poder.
Sin demasiadas consideraciones, pedí que su cuerpo fuera enterrado. Hoy reconozco, en aquella decisión, mi intuición de alguna necesidad reparadora del innombrable dolor que atravesaba su vida por la desaparición de Lucía, su hermana -para quien no hubo restitución de sus restos-, y que devastó su espíritu tanto como, más tarde, lo haría el Covid con su cuerpo ya cansado y más endeble.
Se fue con su gorro y envuelto en la bandera de Huracán, abrigado con las fotos de los grandes amores de su vida y la carta de despedida de su nieta. Hoy, sus restos descansan recostados en una larga fila de álamos.
(*) Compañera de vida de Rafael Cullen. Profesora del INDEAL (Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina) – Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
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