Hernán Brienza, historiador, escritor, militante y director del Instituto Nacional de Capacitación Política en diálogo con Gabriel Fernández y Hernán Jaureguiber en Radio Gráfica, analizó el devenir movimiento nacional y popular y la pobreza del debate político en la Argentina como resultado de una “derrota cultural” que comenzó en el año 2013. A su vez, reflexionó sobre la dialéctica entre moderación y profundización de las políticas de estado que marcan a fuego la historia del peronismo.
El historiador criticó “a quienes utilizan el espacio político para desprestigiar a otros compañeros y compañeras, para tildarlos de ‘no peronistas”. Además, resaltó la importancia de que el movimiento nacional continúe siendo “un espacio de debates y que no lleve a los gobiernos populares a caer frente a fuerzas destruidoras de las esperanzas del pueblo”.
Brienza reflexionó que “uno no puede decir ‘si es parte del movimiento nacional’. Eso lo dicen varias cosas: primero, lo dicen los demás, después lo dice el trabajo de uno, lo dice la forma de pensar y discutir, de debatir de uno”.
En cuanto al movimiento nacional, el funcionario resaltó que a lo largo del devenir histórico “tiene momentos de profundización, momentos de radicalización y tiene momentos de mayores dificultades o timideces”.
“Alguien podría decir, como Carlos Astrada –de enorme relevancia como pensador durante el Primer Peronismo y recordado por su protagonismo en el Congreso de Filosofía realizado en Mendoza en 1949- ‘que Perón fue un cobarde cuando se dejó hacer el golpe del 55’, cuando llamó al Congreso de la Productividad’, pero que abandonó al peronismo cuando el peronismo entró en crisis económica en el 52. Y cerró la forma de redistribución del ingreso que había tenido entre el 48 y el 52”.
El historiador analizó que “el movimiento nacional tiene sus vaivenes”, y explicó que “es como una marea: hay momentos en los cuales tiene su mayor profundidad y hay otros en los cuales no”. Y agregó que está “la sensación de que hay alguien que sí puede decir o atribuirse la potestad del movimiento nacional, y decirle al otro, dentro del movimiento nacional, ‘que no es parte del movimiento’”.
Al poner el foco en las rugosidades del movimiento, Brienza apuntó: “Yo diría que hay un supuesto tótem del pensamiento nacional que va y le dice a Perón ‘usted no es nacional porque hizo el Congreso de la Productividad’ o ‘Perón, usted no es peronista’”.
En la misma línea, el autor de El loco Dorrego: el último revolucionario, evaluó que “si alguien se arroga el derecho a decir ‘usted Alberto Fernández no es del movimiento nacional y Cristina tampoco, el movimiento nacional soy yo, yo y los diez gatos locos que me siguen’, pero doctrinariamente somos puristas y somos los dueños del movimiento nacional’, eso no es el movimiento nacional tampoco”.
En todo caso, “será una vanguardia, una ‘patrulla perdida’ del movimiento nacional”, consideró el historiador, y añadió: “yo creo que parte del movimiento nacional somos todos”.
“Cuando las ‘patrullas perdidas’ del movimiento nacional son más condescendientes con Carlos Menem que con Alberto Fernández, o tienen más misericordia con Carlos Menem, por ejemplo, ¿desde qué lugar comprenden?, se preguntó Brienza. Porque el caudillo riojano “fue claramente un hombre que desde el movimiento nacional y popular hizo un acuerdo con los sectores del liberalismo conservador absolutamente desfavorable al movimiento nacional”, opinó.
Sin embargo, el historiador observó “que aun así no excluyo al menemismo de la historia del movimiento nacional, aunque sus políticas no lo hayan sido”.
“Pero cómo decirle a miles y miles de compañeros que atravesaron el menemismo, que antes y después de la década del ’90 habían tenido un comportamiento verdaderamente nacional y popular, que no lo son”, lanzando un interrogante decididamente punzante.
En cuanto a las medidas llevadas adelante en diferentes gestiones gubernamentales, Brienza subrayó que “uno podría entrar en un debate sobre las características de las políticas públicas llevadas adelante por un gobierno u otro”.
“Una cosa es pensar en las políticas públicas en términos de si están acordes a lo que se espera de un movimiento popular, pero otra cosa, es decir, ‘tal ya no forma parte del movimiento nacional y popular’. Hay como una forma de expresar el descontento o no con cierto momento histórico diferente”, precisó.
Sobre la capacidad del movimiento para generar debates, Brienza destacó que “lo más valioso que tiene en movimiento nacional y popular es su característica de diálogo con el momento histórico, y sobre todo la pragmática en el mejor sentido del término. No estoy hablando de oportunismo, sino de pragmática, de estudiar también hasta donde se puede ir o se debe ir”.
En la relación del movimiento nacional con la sociedad, en la actualidad “no es tan seguro que esté exigiéndonos el cumplimiento de las tres banderas” del peronismo, de soberanía política, independencia económica y justicia social, indicó el historiador. Y reflexionó: “creo que eso tiene que ver con una derrota cultural previa, que fue la derrota que sufrimos en el 2015, en el 2017 y quizás en el 2013”.
Como resultado de esa derrota, Brienza explicitó que “eso hace a las características en los cuales se ha conformado la sociedad y el espacio público de debate”, y para tenerlo en concreto, ejemplificó que “hoy la sociedad está hablando de la foto de Alberto Fernández y de Fabiola del 14 de julio de 2020, y no está hablando de la negociación con el FMI, no está hablando del Río Paraná, no está hablando de las políticas de distribución de la riqueza”.
Y continuó: “la sociedad está hablando de una foto y eso habla de la pobreza de una sociedad que no debate y que no exige el cumplimiento de las tres banderas, sino que exige que un presidente no se reúna con nueve personas en una pandemia. No es que la foto no sea grave en sí misma, pero creo que eso no es política pública”, estimó.
Respecto del lugar político de Cristina Fernández de Kirchner en la administración del Estado, el militante manifestó que “Cristina no pudo ser candidata a presidenta porque la sociedad no votó la profundización del modelo nacional y popular. Votó otra cosa”.
No obstante, Brienza señaló que “hay una gran mayoría dentro del movimiento nacional y popular que está pidiéndole la profundización y que aumenta la legitimidad de Cristina. Sí. Pero eso no alcanzó para ganar las elecciones del 2019”, admitió.
“Para ganar vos tenías que de alguna manera quedar prendado de aquellos sectores que no buscaban una profundización, sino una moderación”, examinó, y agregó: “de esa trampa todavía no se ha podido salir. Si en el 2019, y según como se lean las elecciones, si uno obtiene una mayoría, y si esa mayoría va hacia una profundización del modelo nacional y popular, y eso refrendado en el 23, es otra la situación en ese momento”, evidenció.
Brienza recordó que en el peronismo “siempre se debatió de manera ‘quilombera’. Los que hacen congresos son los radicales. El peronismo termina en todo caso a los ‘cadenazos’. Es más irregular el debate en el movimiento nacional”.
“Finalmente las redes, las calles, aunque no pudimos salir a la calle, las reuniones en las unidades básicas terminan siendo los espacios del movimiento nacional donde dialogan con mucha mayor libertad que otros espacios políticos”, valoró.
“Es una verdad muy ‘peronística’, que cuando una idea gana se la escucha de manera con mayor atención. La discusión y el debate se ganan también en la cancha. Esto es lo brutal que tiene el peronismo: que quien gana conduce y quien conduce es quien gana”, ilustró Brienza, y propició: “A mí lo único que me interesa es mantener la lógica de que el debate siempre es entre compañeros, siempre es entre gente que está dentro del movimiento nacional”.
A su vez, el militante del campo nacional se preguntó: “¿en qué momento esa moderación no termina siendo deficiente para el propio movimiento nacional y popular? Y apreció “que también hay que decir que, y vamos a hablar brutalmente, las tradiciones del menemismo fueron eficientes en el 95 para ganar las elecciones. Entonces también ahí hay un debate para dar. Las moderaciones ¿son eficientes para ganar elecciones? ¿O no? Y ¿desde en qué momento la táctica por el mantenimiento de la estructura política no se convierte en un oportunismo del aparato político y no de las políticas públicas que hay que llevar adelante? ¿En qué momento recitar el dogma peronista no te hace perder elecciones y les deja el campo libre a los enemigos del pueblo y la patria?”.
“Es un debate que tiene que ser lo suficientemente calibrado sin chicanas de un lado ni del otro, sin frases demagógicas”, ponderó.
De igual manera, sobre una América Latina que está dejando atrás gobiernos neoliberales que pusieron en evidencia que no hay relación entre liberalismo y democracia y han masacrado a sus pueblos, el historiador indicó: “A mí me gustaría pensar que la crisis terminal en la cual está (Jair) Bolsonaro, la victoria del MAS en Bolivia, la nueva experiencia en Perú, (Andrés manuel) López Obrador en México, y sobre todo el cambio de administración en Estados Unidos nos permitiera tener cierta recuperación de una política internacional más soberana e integracionista en cuanto América del Sur”.
Por último, también acerca de la situación regional, Brienza analizó que “hay que tener en cuenta que en Uruguay gobierna la derecha y en Brasil también gobierna la derecha, los socios económicos, comerciales, culturales y políticos naturales de Argentina, inclusive cuando gobierna la derecha”. Y concluyó: “en Colombia todavía gobierna la derecha”.
- Entrevista realizada en La Señal (lunes a viernes de 18 a 20)
- Redacción por Carolina Ocampo
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