Por Juan Patricio Méndez (*)
La baja extraordinaria del Río se asemeja a un holocausto. Al fin de una era. Al principio de una época desértica, como pasó en La Pampa con el Río Atuel, y la conflictiva geo-provincial con Mendoza. “Es un auténtico holocausto ambiental”, describió Rafael Colombo, miembro de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas. “Es consecuencia directa de la acción humana asociada a la expansión del modelo agroindustrial, sumado a los efectos del cambio climático”, argumentó.
Esta posición es sostenida por un centenar de investigadores que recalcan que la metodología de producción vigente, vinculada con el uso extensivo de agroquímicos y fitosanitarios, es causa directa de la actualidad catastrófica que tiene lugar en el Río Paraná. “No es una bajante, no es una sequía. Es la deforestación”, señaló Daniel Verzeñassi, del Foro Ecologista de Paraná, para Agencia Tierra Viva. La lluvia que hace caudaloso al Río Paraná es producto de los ríos voladores de la Amazonía, que constan de procesos de evaporación y precipitación en los bosques, creando baja presión atmosférica atrayendo aire húmedo de los cuerpos hídricos.
“Los ríos voladores también giran hacia el sur y traen la humedad vital hasta Paraguay, el norte de Argentina y el centro y el sur de Brasil. Allí está el Gran Chaco Americano, que se está arrasando para la ampliación del agronegocio”, continuó Verzeñassi.
En Brasil, actualmente, está ocurriendo la sequía más importante de los últimos 90 años. La NASA fotografió el Lago Das Brisas, en el Río Paranaíba (Minas Gerais), y constató los bajos niveles de agua de la región, produciendo fallas operacionales en las represas hidroeléctricas que se encuentran en los caudales de los Ríos. Esta problemática, de índole regional, afecta a toda la cuenca del Río Paraná, que hoy demostró bajantes por debajo de 8,5 metros.
Desde el Instituto Nacional del Agua (INA), y siguiendo las perspectivas de Neiff, señalaron que la tendencia descendente “continuará predominando en los próximos (al menos) tres meses” y pronosticaron que julio será “especialmente crítico”. “Se esperan impactos en las tomas de agua para consumo urbano, para refrigeración de centrales de generación eléctrica y de procesos industriales”, concluyeron.
“El pronóstico indica que la situación continuará hasta diciembre”
Neiff indicó que “desde 1901, que se inició el registro hidrométrico en Corrientes, no se presenta una situación similar, tan extendida en el tiempo. La consecuencia más grave es la provisión de agua y pueden generarse problemas en muchas ciudades”. En este sentido, el dato que arrojó el hidrómetro este martes en el puerto de la capital de Corrientes fue 0,29 metros; “altura que no se registra desde 1944”.
Agronegocio y extractivismo: El fin de la sustentabilidad
Las advertencias sobre la irreversibilidad de los ecosistemas no es una discusión novedosa. Tampoco es de la última década. Hace más de 40 años que colectivos de todo el mundo vienen marchando y denunciando saqueos, extractivismo y políticas nocivas para el ambiente, y no han sido escuchados. Las consecuencias nos explotan en la cara, y la evidencia empírica sobre el tiempo transcurrido es una faceta que no se deja ocultar.
El fin de la sustentabilidad se suscribe en una metodología de producción altamente perjudicial para nuestros suelos, para la salud humana y para los ecosistemas de todo el planeta. El agronegocio muestra su cara más feroz al evidenciar biomas desérticos en espacios que, usualmente, son húmedos. Y es por eso que hay que utilizar bien las categorías: no es sequía, es deforestación, como destacó Verzeñassi.
“La consecuencia más grave es la provisión de agua y pueden generarse problemas en muchas ciudades”
El modelo productivo vigente procura una expansión de la frontera agraria, cuya intervención y acción sobre los suelos se da en términos nocivos para la salud pública, para la vida humana y para la sustentabilidad de los ecosistemas. Los agrotóxicos se han vuelto moneda corriente en los cultivos a nivel nacional, y parte de dichas prácticas. Colombo explicó que esta problemática está asociada “al modelo agroproductivo de expansión de la frontera agropecuaria, el incremento de superficies de cultivo como la soja, el maíz o el trigo, que son al mismo tiempo parte de un modelo agroindustrial”, y que a su vez “trae muchísimos impactos sobre la tierra a partir del uso de millones de litros de insecticidas agrotóxicos”
El estrés hídrico que hoy atraviesa la región no se debe meramente al cambio climático, sino que debemos analizar en conjunto las políticas extractivas que han tenido lugar en todo este tiempo. La ocurrencia de eventos climatológicos extremos, en donde convergen periodos de grandes precipitaciones y extensas sequías, es otra muestra más de cómo los ecosistemas están siendo modificados.
Por la Hidrovía circula cerca del 80% de las exportaciones a nivel nacional, y el tráfico que se maneja en la zona es de millones de toneladas durante un prolongado lapso de tiempo. Colombo destacó que se genera mucha presión y hostigamiento sobre el río, y por supuesto, también está ligado a la pérdida en la conservación del suelo fruto del derecho de los bosques, de la selva y los montes nativos que han generado que los suelos hayan perdido la capacidad de absorber el agua de las lluvias para reservar”.
Por otro lado, “el clima más seco está afectando a la producción de café, maíz, caña de azúcar y naranjas”, según los ministerios y secretarias de ambiente de las provincias afectadas.
Neiff señaló que se están investigando otros posibles efectos de la situación, y entre los que están la posibilidad de que, en el verano, “tengamos cianobacterias por algas que son tóxicas. Hay un aumento de probabilidades en el desarrollo de estas algas, lo genera que el tratamiento para la potabilización del agua sea más costoso”. Cabe mencionar que el consumo de estas bacterias puede ocasionar problemas hepáticos en los animales y también en las personas, así como también alergias en la piel.
En este orden de cosas, el Gobierno Nacional aseguró la puesta en marcha de los procedimientos estipulados en el Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo (Sinagir) durante una reunión del Comité de Crisis conformado para monitorear la situación, asignando 1.000 millones de pesos para hacer frente a la bajante y mitigar sus efectos, entre los que se encuentran la afectación sobre el abastecimiento y calidad del agua potable, la navegación y operaciones de puerto, el ecosistema, la fauna íctica y la generación de energía hidroeléctrica. Asimismo, sugirió “ahorrar agua en el consumo diario, y almacenar el agua de lluvia para el cuidado de la jardinería”.
En este mismo sentido, la emergencia hídrica fue decretada por 180 días. El decreto, publicado en el Boletín Oficial el día martes 27 facultó al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a “delimitar las áreas afectadas por la emergencia”, en su carácter de presidente del Consejo Nacional para la Gestión Integral del Riesgo y la Protección Civil.
El ecocidio perpetrado a lo largo del tiempo nos arroja estos resultados. Desertificación en regiones que deberían ser húmedas, sabanización de los ecosistemas y la muerte de los suelos. Las prácticas extractivas en los territorios son ejemplos de la nula gestión sustentable de los mismos, y son la causa directa de los problemas ambientales del presente. La bajante del Río Paraná, histórica, debe ser tomada por lo que es: el eventual final de algunos ecosistemas, tal como los conocemos.
(*) Columnista de Ambientales de Abramos La Boca (Lunes a Viernes de 16 a 18 horas) / Radio Gráfica 89.3
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