Por Cinthia Wanschelbaum *
En la última semana tuvimos récord de casos de Coronavirus desde que empezó la pandemia. En muchos medios de comunicación y en conversaciones sociales informales recorre la pregunta de por qué se están produciendo tantos contagios. Cepas más contagiosas es una de las respuestas. Sí, claro. Encuentros sociales en lugares cerrados y sin distanciamiento. Sí, también. Pero hay un hecho puntual que inauguró esta etapa: las clases presenciales, aunque las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires insistan en negarlo y persuadan con éxito en la población de que no es así.
Como educadora que soy es muy doloroso afirmar que el retorno a las aulas en las escuelas de forma presencial ocasionó la escalada de casos. Pero lamentablemente, es así. Y no lo digo en términos de opinión. Hay informes estadísticos que demuestran cómo la curva ascendió y se aceleró a partir de dos semanas después del regreso a la presencialidad. Y tampoco es arbitrario de mi parte decir que lo sabíamos. El mundo nos enseñó que en los países en los que se había optado por abrir las escuelas, ocurrió lo mismo. Pero hubo una diferencia sustancial, en casi todos los demás países se decidió volver a las aulas y clases virtuales como medida de protección.
Esta lamentable situación cuya consecuencia es la pérdida de vidas, nos deja unas cuantas enseñanzas. A saber:
⁃ Que toda educación es política. Sí, ya lo sabemos. Aníbal Ponce, Paulo Freire, por nombrar a algunos de los que más aprecio teóricamente, nos lo advirtieron hace muchos años y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo viene demostrando con su insistencia de presencialidad y la judicialización de la educación, cuando sabemos que el derecho a la educación no es algo que genuinamente les preocupe. E insisto, no es cuestión de opinión; existen variadas investigaciones científicas que muestran cómo estos sectores neoliberales y neoconservadores se caracterizan por atacar sistemáticamente a la educación pública. Cuatro años de macrismo a nivel nacional y casi quince años a nivel de la CABA, han arrojado mucho dato de la realidad para concluir esto.
⁃ Que en la educación argentina tenemos un problema muy grave que está profundamente naturalizado: la descentralización educativa. Si bien existen argumentos que podríamos denominar progresistas para sostener la necesidad de una educación descentralizada, más de cincuenta años de este proceso que tuvo sus momentos claves con la dictadura cívico-militar-eclesiástica y con el menemismo, nos permiten afirmar que lejos de significar una democratización de la educación, la profunda descentralización educativa permite que hoy Rodríguez Larreta decida autónomamente qué hacer en el sistema educativo de la ciudad y/o hasta cada escuela en cada jurisdicción haga lo que le parezca empresarialmente más conveniente. Arriesgo a decir que nunca antes en la historia de la escolarización argentina fue por encima de la legislación educativa la decisión de dueñxs o directorxs de escuela.
⁃ Que la derecha es capaz de todo con tal de desestabilizar gobiernos nacional-populares y/o de izquierda. García Linera viene insistiendo en artículos y entrevistas, que pecaron de ingenuos frente a la ofensiva de la derecha boliviana (latinoamericana). Dicho de un modo más correcto, subestimaron las herramientas que la derecha es capaz de usar, en su caso, el golpe de Estado. Sí, la derecha utiliza lo que sea como instrumentos de acumulación política, sean ahora contagios o muertes.
⁃ Que a la derecha el derecho a la educación no la interpela. Son una minoría que gobierna para una minoría. Las necesidades y demandas populares no son parte de su agenda. O si lo son, lo son como forma de oportunismo político y de construir consenso en un sentido que, al mismo tiempo, atenta contra esas necesidades y demandas de los sectores mayoritarios de la población.
Con estos cuatro puntos no estoy diciendo nada que a esta altura no sepamos. No obstante, como cientificxs sociales tenemos la responsabilidad política y ética de analizar críticamente el momento histórico que nos convoca. Es un primer paso más que necesario para transformar este mundo que a gritos nos lo está pidiendo.
Por el momento, le respondemos con nuestro grito más que justo, claro y desesperado: educación virtual para no contagiar, suspensión de la presencialidad escolar para no morir y resistencia frente a las políticas de Rodríguez Larreta por el derecho a vivir.
(*) Investigadora del Conicet-IICE/UBA, profesora de la Universidad Nacional de Luján y presidenta de AGCE
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