Acabo de escuchar, gracias a los amigos de Causas y Azares, el corte de audio en el cual el salame de Jorge Fernández Díaz afirma, en relación al impuesto a las grandes fortunas “no me vengan a saquear”. Como introducción había responsabilizado al peronismo por generar “una sociedad desigual”. El planteo se desplazó hacia aquella conclusión: “ustedes generaron el problema, ahora no me vengan a saquear”.
Por Gabriel Fernández *
La discusión conceptual con un pensamiento menor no es trascendente. No interesa aquí re valuar al peronismo para desmentir sus comentarios. Ya lo hemos hecho y, con millones de argentinos, hemos ganado esa discusión. La cuestión radica en un lugar más sencillo: varios amigos señalan que considerar salame a Fernández Díaz es un error pues sólo cabe caracterizarlo de modo integral, recurriendo a epítetos más duros.
No. Me interesa subrayar esa idea. Lo maravilloso de todo esto es que nadie le va a cobrar ese impuesto a Fernández Díaz porque ni en toda una vida de funcionar como alcahuete de las grandes empresas podría acumular semejantes beneficios. El afán de pertenecer a círculos que ni siquiera consideran la remota posibilidad de integrarlo, a él o a sus equivalentes, le lleva a presentarse como afectado directo. Pero es, apenas, una mínima voz rastrera de un liberalismo a la carta de los monopolios.
Para acceder al privilegio de ser incluido entre los que abonarán por única vez este tributo extraordinario, fundado en las necesidades sociales debido a la pandemia, es preciso contar –al menos- con 200 millones de pesos. (El cálculo está hecho: sólo mediante intereses, los heroicos aportantes tardarán entre un mes y un mes y medio en recuperar esos imprescindibles recursos). La posibilidad de hallar a Fernández Díaz y otros colegas entre los multimillonarios involucrados es nula, a menos que posea fuertes vínculos con La Morsa y sus columnas no sean otra cosa que una cobertura blanqueadora. Sabemos que no es así.
El debate, aunque posea un tono baladí, es interesante puertas adentro del gremio. El tema ya no es qué ves cuando me ves, sino qué ves cuando te ves.
Hace muchos años, el estimable Alejandro Dolina escribió la historia de un renunciador serial. Se trataba de un individuo que rechazaba con argumentos sólidos y altisonancia… premios, cargos y homenajes para los cuales jamás había sido propuesto. Tenía redactadas sus orgullosas réplicas a instituciones, medios, asociaciones y estados que no lo promovían para algo. El artículo, de buena repercusión en su momento, salió publicado en la legendaria revista Humor y pasó a integrar, tiempo después, ese libro desparejo y a la vez clásico de la literatura porteña, Crónicas del Angel Gris.
Resulta harto probable que las cuentas mensuales de Fernández Díaz, admitiendo que recibe un buen salario, estén mucho más cerca de las de un trabajador promedio argentino que de aquellas que configuran el peculio de propietarios y directivos de las compañías comunicacionales –y bastante más- que se encargan de definir los lineamientos periodísticos de sus empleados. Por eso, hubiera resultado harto comprensible que el chambón defendiera a sus patrocinadores con franqueza y se presentara contrario al gravamen en cuestión lanzando al aire razones económicas, culturales, filosóficas o políticas.
Pero que se incluyera en la grilla, afirmando “no me vengan a saquear” es un alarde que deriva en el ridículo.
Quien esto escribe aprovecha las líneas en curso para informar que no tolerará ser despojado de autos de alta gama que no posee; a su vez, señala que no aceptará repatriar capitales de empresas off shore que no tiene; en la misma dirección, aprovecha para rechazar el premio Pulitzer al cual nunca fue nominado. Como alguna vez pensó realizar narraciones destinadas a formar parte de un gran guión cinematográfico, considera pertinente rechazar el Oscar a ese texto jamás escrito.
Y que ni se le ocurra a Xi Jing Pin consultarlo sobre el rumbo que debería seguir la nación asiática porque recibirá un contundente desplante propio de quien valora su integridad.
Fernández Díaz ha quedado en el lugar justo para ser invitado a tomar un café con Jorge Lanata. Siempre y cuando pague el gordo, porque si hemos de comparar el éxito de cada uno en la vida, este último lo mira por encima del hombro.
• Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica / Sindical Federal
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