Las selecciones de Brasil e Italia se han enfrentado cinco veces en la historia de los mundiales, siempre en instancias trascendentales. Hoy nos centraremos en un encuentro histórico: Italia 3-2 Brasil en España 1982. Un partido que dejó, abiertos y sin solución, varios debates muy futboleros.
Por Martín Gorojovsky (*)
España ’82: el formato
La duodécima Copa del Mundo fue la primera en incluir a veinticuatro equipos en su fase final. Este aumento de participantes determinó una modificación parcial del sistema de competencia. En 1974 se había implementado el sistema de dos fases de grupos antes de la eliminación directa, limitada a la final y al partido por el tercer puesto. Dieciséis equipos competían en cuatro grupos de cuatro integrantes cada uno, al cabo de los cuales los dos primeros clasificados accedían a la segunda ronda, donde se armaban otras dos zonas cuadrangulares. Los ganadores de cada una jugaban la final, y sus escoltas el partido por el tercer puesto.
Con ocho selecciones más se agregaron dos grupos a la primera fase, todavía con dos clasificados por cada uno. La solución para ordenar en una segunda vuelta a doce equipos resultó ser, a juicio de quien escribe estas líneas, el mejor formato de las copas del mundo. Se armaron cuatro zonas de tres equipos cada una, y los ganadores de las mismas clasificaban a semifinales. Se ganó en competitividad, cada selección semifinalista tenía que ser realmente buena para superar dos fases de grupos, y se definía mano a mano quiénes jugaban los partidos por el oro y por el bronce.
El camino del campeón
Italia alcanzó su tercer título cuarenta años después del bicampeonato obtenido en los mundiales de 1934 y 1938, jugados en Italia y Francia respectivamente. En el interín, los azzurri, pese al poderío histórico de su liga, alternaron fracasos con participaciones destacadas. Entre 1950 y 1966 no superaron la primera fase, e incluso no clasificaron a Suecia ’58. Recién en 1970 volvieron a los primeros planos, cuando alcanzaron el subcampeonato en el primer mundial de México. Después de eso, soportaron una nueva eliminación en la primera ronda del mundial de 1974, un tanto amañada como hemos relatado oportunamente, y alcanzaron el cuarto puesto en Argentina ’78.
Para 1982, el técnico Enzo Bearzot había sido ratificado en su cargo. Este entrenador hizo una transición ordenada. Mantuvo diez jugadores del ’78, casi la mitad del plantel, e incorporó talentos juveniles, como Giuseppe Bergomi. Sin embargo, el inicio de la campaña fue discreto. Como cabeza de serie, Italia integró el Grupo 1, junto a Polonia, Perú y Camerún. En tres partidos solo logró tres empates, y pasó a la segunda fase por haber convertido un gol más que los cameruneses.
El triangular de la Segunda Ronda la ubicó en el Grupo C, junto a Argentina, la campeona vigente, y Brasil, conformando un verdadero ‘Grupo de la muerte’. Esta zona se había conformado así porque tanto itálicos como rioplatenses habían sido sorprendidos en la primera fase por sus rivales, y no se clasificaron en el primer puesto de sus respectivos grupos. Brasil, en cambio, aparecía como uno de los grandes candidatos a dar la vuelta olímpica.
El sello de Telé Santana
Brasil había sido campeón del mundo por última vez en 1970, con el inolvidable equipo liderado por Pelé junto a monstruos como Jairzinho, Roberto Rivelino, Gerson y Tostão. Los mundiales de 1974 y 1978 mostraron a una selección brasileña en transición, con jerarquía pero sin tanto brillos, que logró en ambas ocasiones ubicarse entre los cuatro mejores del mundo. Para 1982, el carioca Telé Santana había asumido la dirección técnica de la selección de su país, y había formado un equipo que generaba expectativa, con un estilo de juego donde la estética y la técnica estaban de relieve. Doce años parecía tiempo suficiente para esperar el tetracampeonato, y el plantel parecía a la altura del mítico equipo del ’70.
Con una línea de volantes de lujo, que incluía a jugadores como Sócrates, Zico, Falcao, Eder y Toninho Cerezo, más dos laterales como Júnior y Leandro, Brasil ganó el Grupo F de la primera ronda, tras vencer a la Unión Soviética, a Escocia y a Nueva Zelanda, en ese orden. Si bien el debut fue un triunfo agónico y ajustado, 2 a 1 sobre el final del partido, la diferencia se plasmó, como era de esperarse, en las goleadas frente a los británicos y los oceánicos.
Choque de estilos
En la segunda ronda Argentina estuvo por debajo de las expectativas de un equipo que combinaba campeones del ’78 con el astro ascendente de Diego Maradona. Primero, Italia venció a los albicelestes, apelando a sus clásicos atributos de defensa cerrada, contragolpe y oportunismo. Luego, Brasil también derrotaría, con algo más de holgura, al equipo dirigido por César Luis Menotti. Así quedó dispuesto el cierre del grupo, entre italianos y brasileños. Como estos últimos habían convertido un gol más que los europeos, un empate los depositaría en la semifinal. Por lo visto hasta el momento, la selección de Telé Santana era la gran candidata.
¿Qué tenía Italia para oponerle? Un equipo con una identidad muy clara que y sufrió pocas modificaciones a lo largo del torneo. El sistema táctico era el clásico 4-4-2, en el cual la defensa se destacaba por su firmeza, el mediocampo recuperaba, y los dos tanques del ataque convertían.
Contaba con un arquero experimentado como Dino Zoff, el capitán, quien contaba cuarenta años al disputarse la copa. Los cuatro del fondo eran Antonio Cabrini, Fulvio Collovati, Claudio Gentile y Gaetano Scirea, mientras que la línea de volantes la integraban habitualmente Giancarlo Antognoni, Gabriele Oriali, Marco Tardelli y Bruno Conti. Finalmente, los delanteros, eran Francesco Graziani y Paolo Rossi, el cual se volvería decisivo precisamente a partir del encuentro ante Brasil. En suma, se trataba de un equipo que, a falta de brillo, demostraría tener oficio, orden táctico y oportunismo, y que, como muchos campeones, hizo un recorrido de menor a mayor en su rendimiento.
Justamente, el oportunismo sería clave para aprovechar las debilidades de los brasileños. Si bien hemos enumerado al mediocampo y a los laterales, también hay que mencionar que la pareja de centrales, Oscar y Luizinho, el centrodelantero, Serginho y, especialmente, el arquero, Valdir Péres, tenían menos nivel que el resto del equipo. Es decir, la columna vertebral no era tan firme.
Con estos elementos en la previa, el partido por la clasificación a las semifinales se jugó 5 de julio de 1982, en el desaparecido Estadio Sarriá de Barcelona. Italia se impuso por 3 a 2. Fue siempre adelante en el marcador, y el dramatismo del partido estuvo dado por la constante búsqueda brasileña del triunfo, contenida por la línea de fondo italiana. En ella se desatcó el joven Bergomi, quien ingresó pasada la media hora del primer tiempo en lugar de Collovati y jugó un partido consagratorio, que le valió la titularidad para la semifinal y la final. Paolo Rossi convirtió los tres goles italianos, todos ellos fruto de errores groseros del arquero Valdir Péres o de la defensa, mientras que Sócrates y Falcao metieron los dos empates provisorios, ambos en jugadas colectivas de alto nivel.
¿Triunfo de la mezquindad?
La discusión sobre ese atractivo y decisivo partido ante Brasil continúa hasta hoy, casi cuatro décadas después de haberse jugado. ¿Fue una injusticia el triunfo del ‘amarretismo’ italiano frente a la estética brasileña? ¿O era lógico se impusiera un equipo armado de atrás para adelante, frente a uno repleto de talento pero desequilibrado? Además también quedó planteado hasta qué punto sirve aferrarse a una identidad ofensiva cuando a Brasil le bastaba con empatar para pasar a la semifinal. ¿No le hubiera convenido ser un poco más contragolpeador las dos veces que logró igualar el marcador?
Los brasileños llamaron a este partido “La tragedia del Sarriá”. Buena parte del público y la prensa coincidieron en lamentar la eliminación de un equipo que llenaba los ojos a manos de uno que hizo del pragmatismo su primer arma. Frente a las críticas, el goleador Paolo Rossi afirmó con los años que Italia ganó por ser un equipo más fuerte que sus rivales, a priori mejores equipos, como Brasil o Polonia, su rival en semifinales, y que con el ánimo cada vez más elevado fue lógico vencer en la final a Alemania Federal, partido en el que Italia fue superior desde el principio hasta el final.
- Integrante del equipo de Abrí la cancha
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