En las últimas semanas hemos presenciado una fuerte presión hacia el Gobierno Nacional para que flexibilice la cuarentena y permitir de este modo que se vuelva a una nueva “normalidad”. Mientras sucede esto, los casos siguen en aumento.
Por Carolina Ocampo
En la última conferencia de prensa llevada adelante el día 17 de julio por el presidente Alberto Fernández, junto a Axel Kicillof, Jorge Capitanich, Gerardo Morales, Arabela Carrera y Horacio Rodríguez Larreta, se anunció la extensión de la cuarentena hasta el 2 de agosto, pero con una particularidad: flexibilizar el aislamiento para algunas actividades en el Área metropolitana, la zona donde se concentra la mayor cantidad de casos de coronavirus.
Ese mismo día, en número de contagios que informó el Ministerio de Salud de Nación fue de 4.158 casos, con un total de 66 decesos.
A partir de allí, los casos fueron en aumento. El jueves 30 de julio, Argentina alcanzó un nuevo récord de casos de Covid-19 al registrar 6.377 positivos y 153 muertes, llevando el total de personas infectadas a 185.373 en el país desde que arrancó la pandemia.
Desde los medios de comunicación masivos, el foco se corrió, la nueva pandemia parece ser la ola de inseguridad que se sufre en ciudades de alta densidad. Mientras que, el resto del tiempo, informan sobre las consecuencias de la cuarentena, y la necesidad imperiosa de la apertura de la economía.
Sin embargo, el dato que preocupa tanto al Presidente, como a quienes lo instruyen en esta particular coyuntura, es la saturación del sistema de salud.
Emmanuel Álvarez, director del Hospital Mariano y Luciano de la Vega, ubicado en la localidad de Moreno, en diálogo con Radio Gráfica evidenció que, hasta el 23 de julio, estaban con una ocupación de camas -en la localidad- de 85%. Luego de esta charla, pocos días después, ha llegado al 95%.
Este Hospital ha sido, como otros tantos, castigado por el abandono y la desidia de la gestión macrista de la ex gobernadora María Eugenia Vidal, por lo que, como consecuencia directa, los hospitales no estaban preparados para atender gran cantidad de pacientes en una eventual pandemia.
Con la decisión del Gobierno Nacional de llevar adelante una cuarentena estricta, se logró cuidar la salud de la población, pero al mismo tiempo se consiguió que hospitales a lo largo y ancho del país puedan acceder a equipamiento, insumos médicos y aumentar el personal de salud, en caso de ser necesario. El Hospital de Moreno, como contó su Director, cuadruplicó las camas, tanto en internación general, como en terapia intensiva para quienes necesiten de esta atención. Además de contar ahora con un Hospital modular.
En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), hay 6.746 camas tanto en sector público como privado y se dividen 1.800 en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y 4.946 en la Provincia de Buenos Aires. Actualmente, la ocupación de camas ronda el 64% en este área, por lo que todavía hay lugar para quienes necesiten de esta atención.
Sin embargo, un aumento sideral de contagios llevaría a la saturación, y posteriormente, a tener que tomar la decisión -por parte de los y las profesionales de salud- de quién será la persona que recibirá atención. La escalada de aumento de contagios, entonces, provocará más decesos, no solamente por coronavirus, sino por otras patologías.
Así lo explicó a este medio Enio García, epidemiólogo y jefe de asesores del Ministerio de Salud de Provincia de Buenos Aires, pues “alrededor del 3% de los infectados va a terapia intensiva, que son los que necesitan cuidados más específicos”.
“Hoy hay alrededor de tres mil personas, en promedio, infectadas por día, y sigue manteniendo ese 3%, pero si tenemos seis mil contagios por día, es el doble de personas”, subrayó, y agregó que “la tasa de letalidad está en el 1,8%”, lo cual -en comparación con otros lugares- deja a Argentina como uno de los países que menor incidencia y mortalidad por Covid-19 en América.
Quienes han fallecido hasta el momento, salvo excepciones en personas jóvenes sin patologías previas que no fueron diagnosticadas con anticipación, eran pacientes cuya situación clínica era negativa. Por lo general, mayores de 65 años, que tenían comorbilidad relacionada con obesidad, diabetes, hipertensión, que no estaban bien controladas.
“Si bien es triste el tema de las muertes, gracias al esfuerzo que hacemos se logra contener bastante la situación, y estamos llorando menos pérdidas”, opinó el epidemiólogo.
Debido a que la pandemia fue impredecible, y probó la capacidad de hasta las potencias más preparadas en el mundo, nuestro país ha servido de ejemplo para muchos. La tasa de mortalidad baja se debe también a la utilización de plasma en infectados de COVID-19.
Es que a partir de la utilización de este componente de la sangre, disminuye la estadía del paciente en el hospital, y evita que necesite de respiración mecánica, y por consiguiente también reduce la posibilidad de muerte.
García describió que “tenemos protocolos de investigación” y que uno de ellos implica “un ensayo, o estudio, sobre una determinada población que es de riesgo, que está internada en cuidados intermedios, y que puede tener una demanda de oxígeno porque tiene baja la saturación en sangre, sin embargo todavía no necesita de un respirador mecánico”.
Finalmente, para que haya más cantidad de personas que puedan sobrevivir a esta enfermedad, García insistió en la donación de plasma: “Necesitamos que las personas que se contagiaron de COVID-19 se puedan acercar a donar sangre. Si tiene la cantidad de anticuerpos suficientes, la persona puede donar varias veces en un período corto de tiempo. Nos daría un buen suministro de plasma para hacer estos tratamientos”.
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