Cuando la realidad dispone, es preciso reordenar los diagnósticos a su servicio. El ataque norteamericano a Irak retrotrae la política internacional de esa potencia a un período previo y configura, por tanto, el inicio de una derrota para el pueblo norteamericano.
Por Gabriel Fernández*
El primer damnificado por el ataque contra el general Qasem Soleimani es, claro, Irak. Asimismo, se trata, de un golpe fuerte sobre Irán. El tercer afectado es el amplio espacio interior de trabajadores blancos pobres en los Estados Unidos.
La esquirla de esta puesta en caja, nos afecta a todos. La amenaza de Impeachmente finalmente surtió su efecto y Donald Trump, como se había entrevisto durante el golpe en Bolivia, debe suscribir las acciones del Pentágono en particular y del suprapoder en general, para subsistir.
Como Trump nunca fue un revolucionario popular, sino un empresario que sacó cuentas y definió un rumbo industrial contrario a las necesidades bélicas del poder concentrado, está transigiendo en busca de una coalición vasta que le permita seguir al frente del Poder Ejecutivo.
Desde su arribo al gobierno, Trump frenó el vaciamiento del Estado norteamericano en beneficio de las empresas privadas de mercenarios y venta de armas, y del espacio de Defensa que controla -inserto en el andamiaje público-, el capital financiero. Esto afectó al suprapoder y benefició la economía interior.
Desde entonces, el PBI del Norte, crece. El hostigamiento a Trump de los grandes medios internacionales orientados por esos intereses belicistas resultó continuo y persistente. Ahora, ante la rendición del presidente, se percibirán menos gritos de su parte, menos críticas desde el periodismo imperial, menos voces opositoras entre los “opositores” y menos desarrollo.
Con razón, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, ha declarado que tras este ataque de EE.UU. el mundo se enfrenta a “una nueva realidad”. Según la funcionaria, se trata de “un hecho extremadamente importante, que lleva la situación a un plano completamente distinto”.
Es así.
El problema que tiene ese suprapoder financiero militar y su aliado básico, la OTAN, es que el mundo no es el mismo que 20 años atrás. La Multipolaridad existe y tanto Rusia como China, además de un Irán creciente entre otros datos, forman parte del mapa mundial a considerar.
Si los Estados Unidos, ahora en bloque, avanzan sobre distintas regiones del planeta a sangre y fuego como lo hicieron en el largo y devastador tramo Reagan – Obama, el tenue equilibrio que había logrado la humanidad, está en serio riesgo.
Pensamos que le va a costar concretar esa aspiración porque su potencial ya no es el mismo. Sin embargo, el mero despliegue de una secuencia de acciones de esta naturaleza demandará una dosis de responsabilidad y firmeza por parte de Eurasia, que pondrá a prueba los liderazgos constituidos en la década reciente.
Estos primeros años de la gestión Trump fueron el intento oblicuo y condicionado de un vasto sector del pueblo estadounidense para ingresar en la nueva era multipolar. Señalamos de entrada que una de las barajas en el mazo era la sumisión a los viejos poderes. Después de una búsqueda potente y fructífera puertas adentro, ese pueblo vuelve a perder.
Así, perdemos todos. Los Estados Unidos vuelven a ser una carga para la humanidad, con sus disparatados presupuestos bélicos financiados por su gente más modesta, sus arcas fiscales y el resto de los seres humanos saqueados por el accionar imperial.
Es preciso seguir con detenimiento el accionar futuro de Rusia, China, Irán y otros factores decisivos del esquema que viene dando batalla por un planeta con inversión productiva y trabajo. Si la nueva tendencia se plasma, cuentan con un jugador menos.
Nobleza obliga, este análisis se encuadra en la misma línea de pensamiento que vertimos en los anteriores. La historia no es lineal. Los retrocesos fuera de tiempo conducen a pesadillas porque se ven en la obligación de forzar las variables constituidas. Esas variables, también existen.
El formidable crecimiento alcanzado por las antes llamadas potencias emergentes, hoy protagonistas de un mundo más equilibrado, no se ha revertido por una acción. Es probable que los Estados Unidos, como contracara, estén ingresando a un declive de imprevisibles consecuencias.
(*) Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal
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