El asesinato de Fernando Báez Sosa (19) por parte de un grupo de jugadores de rugby en la ciudad de Villa Gesell generó conmoción y despertó todo tipo de debates. Los mandatos culturales y sociales de masculinidad, el consumo de alcohol en los jóvenes, los rituales de iniciación y los cógidos que se manejan en un deporte con fuerte presencia de la clase media alta y alta.
Alejandro Cánepa, licenciado en Comunicación Social de la UBA y autor del libro “Fuera de juego, crónicas sociales en la frontera del rugby”, dialogó en Radio Gráfica sobre la violencia dentro del rugby y aseguró que las personas que debutan en primera división tienen que atravesar rituales de iniciación que muchas veces “tienen que ver con casos cercanos a los abusos sexuales”.
“En varios clubes, esto es algo extraoficial, se establece como norma pasar este tipo de pruebas. Ahí está lo perverso y sádico de tener que someterte a algún tipo de vejación”, expresó.
“Como no pueden decir que son superiores porque tienen dinero – porque está mal visto socialmente – una manera de colocarse como superior es decir que tienen superioridad moral”
El rugby, a diferencia de otros deportes, se caracteriza por pregonar como valores la pasión, la integridad, el respeto, la disciplina y la solidaridad. No obstante, quedan en lo meramente teórico. “Tiene que verse cómo se llevan a la práctica. Me parece que hay un error en mucha gente de creer que el sistema de valores sólo tiene que ser patrimonio del rugby”, manifestó Cánepa.
“El rugby lo juegan todo tipo de personas, pero hay un fuerte peso de gente clase media alta y alta. Como no pueden decir que son superiores porque tienen dinero – porque está mal visto socialmente – una manera de colocarse como superior es decir que tienen superioridad moral, porque hacen un deporte que tiene otro tipo de hábitos de conducta. A veces los valores del rugby es una manera irreflexiva y de automarkenting más que algo real. También está el lado opuesto- que estoy viendo mucho últimamente- y es el esencialismo negativo. Si juega al rugby, es mala persona”, analizó el ex árbitro de rugby.
El contacto cuerpo a cuerpo y la utilización de la fuerza para derribar al adversario son pilares fundamentales en el rugby. La violencia forma parte de la dinámica del juego, está reglamentada. “El objetivo no es lastimar al adversario. Lo vas a tratar de derribar o te van a tratar de derribar, así es que hay una cuota de violencia legalizada. Esto en un contexto machista que excede al rugby, está más proclive la tendencia a este tipo de actitudes, de mostrar tu virilidad a través de la violencia”, afirmó
Y resaltó: “El problema del rugby es que no está abordando la prevención de la violencia desde los clubes”.
Una y otra vez se asocia al rugby con la violencia machista. No sólo por la manera en que se desarrolla el juego sino también por los rituales y códigos que se manejan en el ambiente. Sin embargo, existe un equipo llamado Ciervos Pampas que se enmarca en el deporte LGTBIQ+ y cuestiona las lógicas patriarcales. “El equipo está formado por personas de distintas orientaciones sexuales, binarias y no binarias, que juegan en un torneo realizado por la propia Rugby de Buenos Aires. Eso desacraliza la idea del rugby como algo patriarcal y heteronormativo. Y también el caso de Nigel Owens, el árbitro gales más importante del mundo que es gay”, sentenció.
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