Por Nehuén Gusmerotti *
Se murió Ricardo Iorio. Leerlo es difícil. Ordenar en palabras lo que es, lo que fue y será Ricardo Iorio también. La salida fácil lo ubica como el padre del metal pesado nacional, esa definición creada por él mismo para evitar decir “heavy metal”. También es cierto que reducirlo a esa paternidad es dejar fuera un montón de factores que hacen del fundador de V8 una de las figuras más importantes de la cultura nacional. Escribo estas palabras con los brazos entumecidos y el pecho todavía anudado. Hace años esperamos esta noticia de mierda, Ricardo siempre vivió al límite y todos sabíamos que esto iba a llegar. Eso no macera el dolor de perder a alguien que todos los metaleros sentíamos cercano. Vale la pena intentar desandar un poco su recorrido.
Quizás una definición posible es decir que Iorio fue un músico inmensamente nacional y popular, con todo lo que eso significa. Peronista confeso durante toda su carrera, de familia tana y forjado como trabajador mientras vendía ristras de ajo o repartía papas en el mercado del Abasto. Abrazó el metal pesado en el oeste bonaerense y en tiempos de hippies y cultura del amor fundó V8, una propuesta que nada tenía que ver con la época y que fue punta de lanza para un género que tomó el sonido pesado y la lírica rioplatense como propias. Desde aquellos años Ricardo comenzó a mostrar una de sus mejores caras, su poesía.
Crudo y popular, a la vez bello y profundo. Iorio escribía sus sentires con una visceralidad pasmosa. Tiene obras que podrían situarse junto a las de algunos de los poetas más grandes de nuestra patria. “Memoria de Siglos”, “Tú Eres su Seguridad”, “En las Calles de Liniers”, “Del Camionero”, solo por citar algunas, retratan la piel del trabajador argentino, las calles de su barrio, la inmensidad nacional. Algo que siempre estuvo presente en las letras del bajista y cantante metalero fue su incondicional amor por Argentina, sus rutas y su gente. Ricardo Iorio es uno de los poetas más grandes de nuestro suelo, compartiendo mesa sin pudor con tipos como Spinetta, Solari, Larralde o el propio Almafuerte.
Como músico dejó un legado inmenso. V8 materializó desde la autogestión y el ímpetu indetenible del Perro Cristiano, la existencia del metal en Argentina. Luego llegaría su obra total: Hermética. La H hace mucho dejo de ser una banda para pasar a ser un retrato de época, un símbolo contra el liberalismo feroz que asoló nuestra tierra en los 90´. En Hermética Ricardo desplegó toda su capacidad artística y fue bandera de una clase trabajadora marginada. Esa experiencia fue fugaz y tuvo un final doloroso para el bajista que poco tardó en volver a empujar para adelante. Cuando las cenizas de la H aún estaban tibias se juntó con su mejor socio, Claudio Marciello, y fundó Almafuerte, proyecto más longevo en la carrera de Ricardo.
Almafuerte fue continuidad, cambio y popularidad para Ricardo Iorio. El Tano Marciello le dio una versatilidad única a la propuesta pesada de Ricardo, que lograría llevar por primera vez al músico pesado a un estadio All Boys completamente desbordado. Durante su tiempo en Almafuerte Ricardo, perdió a su compañera de toda la vida, se mudo a Sierra de la Ventana, debió dejar de tocar el bajo a causa de una artritis y viró de una cosmovisión americanista a una idea más iberoamericana. Fueron más de diez años, varios discos y un cambio a un sonido más rockero.
Todos los que fueron conociendo a Ricardo durante su vida resaltan dos características primordiales: su verborragia mordaz y políticamente incorrecta, y también una ternura y solidaridad sin medida. Estas dos caras son parte del mismo artista que supo ganarse en su camino la amistad de tipos como Ricardo Mollo, Skay y Poli, León Gieco, Flavio Cianciarulo, entre otros. Para los carniceros de siempre algunas de sus declaraciones fueron material para convertirlo en una figura mediática entretenida, y Ricardo que poca corrección mediática tenía les dio material de sobra para memes, recortes y sacadas de contexto (y otras no tan sacadas de contexto, obviamente). Lo doloroso para quienes crecimos con su música es el desprecio y reduccionismo que sufrió por algunas decisiones tomadas a lo largo de su vida. La última y más miserable acción en su contra fue en la previa de un encuentro Argentina-Bolivia en que se lo invitó a entonar el himno, para luego bajarlo tras la presión de ciertos sectores que se atribuyen la hegemonía de la moral.
Basta con recorrer la vida del bajista bonaerense para encontrar su apoyo incondicional a las madres de plaza de mayo, cantar contra la dictadura y el menemismo, apoyar las luchas de los pueblos nativos y entonar con orgullo (otra de las cosas que no le han perdonado) el nombre de Juan Domingo Perón en más de una canción. Y está el Iorio del que no hablan, el que daba sus ingresos de SADAIC a cantautores nacionales como el Pampa Larralde, reconociéndose en su legado. Iorio nos abrió la puerta de folcloristas argentinos a muchos metaleros, subiéndolos a tocar con él, citándolos o versionando sus temas. En ese punto también hay obra y deber con la cultura nacional.
El tiempo reciente lo tenía junto a la banda Chewelche, tocando a lo largo del país las canciones que lo hicieron inmortal. Ya no estaba bien, lo sabíamos, lo escuchábamos, pero lo perdonábamos. Ricardo tenía, tiene, el cariño de todos los que amamos este género. Tenía proyectos también, pues lejos estaba de pensar en la muerte como una posibilidad, aunque la tuviera presente en su sensibilidad.
Dejamos de lado los escándalos y polémicas. Ríos de tinta ya se escriben por los miserables de siempre para destacar las oscuridades del Perro Cristiano. Acá intentamos resumir algo de su carrera, de su vida, de su obra. Inmensa obra que quedará en el corazón de cada metalero y metalera que se encuentre con esa voz áspera y esa prosa cruda y tan característica de él. No matiza el dolor, para muchos Ricardo fue un refugio, una esperanza, un motor. Para mí, lo fue. Este puñado de párrafos no le hace honor a su vida, cuesta ordenarlas, acompaña de fondo ya “Se vos”, siendo el propio padre del metal quien nos acompaña en el dolor. “Si aquel se va, no llores, ni mires atrás, Aunque muchos te lo hagan triste”.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (Lunes a viernes de 20 a 21 horas)
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