Por Carlos Aira (*)
Alberto Galateo era un crack. El santafesino fue una gran figura de los años 30s. Surgió en Colón, pero no dudó en aceptar una propuesta de Unión, donde fue ídolo durante largos años. Luego de un paso por Argentino de Rosario, desembarcó en Buenos Aires, donde brilló con la camiseta de Huracán. En 1934 tocó el cielo con las manos cuando viajó a Italia y fue la figura argentina en la Copa del Mundo 1934. Le convirtió un gol a Suecia y realizó mil filigranas en el césped de estadio del Littoriale, de Bologna. Pero esa imagen pública no tenía nada que ver con su vida personal. Violento y alcohólico, la vida de todos los que tuvieron a su alrededor fue un espanto. Hasta que en un domingo de febrero de 1961, una mano familiar puso fin a su vida.
Damián Galateo es nieto de Alberto. Nació varios años después de su desaparición física. Bibliotecario y realizador cinematográfico, presentó en el Gaumont su opera prima, una obra que escarba el pasado familiar. La revelación de un terrible secreto. Terror familiar. El silencio y el drama de la familia Galateo.
“No hay nada de mi abuelo en mi familia. Sus fotos y medallas fueron quemadas. Nunca se hablaba de mi abuelo en casa. Hasta que el día del velatorio de mi abuela – en 1992 – me enteré de la terrible historia que había alrededor. En 1936 se casa con mi abuela, Fortunata M. Bongiovanni. Se instalan en la casa de los familiares de ella, en la localidad de Sáenz Peña, Provincia de Buenos Aires. Tienen tres hijos. El mayor, David José Galateo. La hija del medio, mi tía Susana Luisa Galateo y el menor, mi padre, Luis Alberto Galateo. Mi abuelo, una vez retirado del fútbol comienza a trabajar como ebanista. Según cuentan familiares, vecinos y conocidos mi abuelo era una persona violenta y celosa. Abusaba de la bebida y al volver a su casa les pegaba a su mujer y a sus tres hijos. De hecho, en varios clubes fue suspendido por su adicción. La situación fue insostenible por años, hasta que en febrero de 1961, un domingo en el horario del fútbol, mi tío lo asesina de tres balazos. Un parricidio”, señaló Galateo en Abrí la Cancha.
“Mi núcleo íntimo familiar tomó muy bien la película. El lado de mi tío, el co-protagónico de la historia, no tan bien. Me pidió no aparecer en la película y por eso en su lugar aparece un actor. Yo creo necesario contar esta historia. Mi padre y mi tìo decidieron callar un espanto y pudieron reconvertir sus familias. Nunca hubo hechos de violencia. No es cierto que de padres golpeadores hay hijos golpeadores. Nosotros como generación también tendemos a contar más las historias”.
En diálogo con Radio Gráfica, Damián Galateo expresó: “Mi abuelo fue una gloria deportiva, pero alrededor toda la violencia de estas personalidades. La película no es un panfleto, pero muestra una cara de la sociedad argentina entre 1930 y 1961 y permite comprender también cual fue el rol de la mujer en aquellos días“.
Terror Familiar es una película fue apoyada por el INCAA. Galateo señaló en Abrí la Cancha el camino que tuvo su film: “Presenté un guión de 300 hojas y sabiamente me respondieron que era una novela; que era mejor que presente un documental. Ahí pudimos ingresar al subsidio y filmar la película con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes y el mecenazgo. Quiero remarcar que el INCAA se autofinancia con las entradas de las películas taquilleras y sin su apoyo los trabajadores no podríamos hacer cine”.
(*) Periodista / Abrí la Cancha.
Discusión acerca de esta noticia