Antonio el “Tano” Romano es y será un símbolo del metal pesado nacional. Dueño de los riffs emblemáticos de la trascendental Hermética. Luego, parte fundamental de Malón. Hoy, ante el nuevo desafío de ser solista. Más de treinta años de trayectoria para el guitarrista que nunca se fue de su querida Villa Insuperable, en La Matanza. Charló profundamente con Radio Gráfica sobre su carrera, desde aquella primera guitarra usada hasta el regreso glorioso con “La H no murió”.
Por Nehuén Gusmerotti*
Hermética y Malón: el legado
Romano es indisociable de la historia de nuestro heavy. Le puso sus riffs y melodías a las imperecederas canciones de Hermética, para luego dar lugar al violento thrash de Malón. Bandas que están arraigadas en la cultura heavy local, con intérpretes que son como próceres para metaleros de más de una generación. “Soy consciente de eso, la gente te lo dice todo el tiempo”, reflexionó el “Tano” sobre este amor popular que lo acompaña.
“Hace poquito hicimos los shows de ‘La H no Murió’. Fue increíble lo que vivimos en todos lados. Vimos la emoción de la gente, que es otra a la de la época que tocábamos con Hermética. Nos encontramos con chicos y chicas jóvenes a los que nuestra música les llegó al corazón. Lo relaciono, sin compararme porque son los más grandes del heavy metal, a cuando escuché Black Sabbath, lo que generó en mí e hizo que quiera ser músico y tocar esto. Creo que los chicos deben sentir una emoción parecida con las canciones de Hermética”.
Igualmente, el mítico violero de La Matanza no se distanció emocionalmente de esos momentos de encuentro con el público. “Cuando volvimos a tocar con Malón, pensamos, ‘ahora le rompemos la cabeza a todos’. Cuando se cayó el telón y vimos tanta gente. De repente te olvidas de las canciones, de que parte viene. Se te hace una nube, te ponés a disfrutar eso. Es mucho más fuerte que la canción que vos tenés que tocar”.
De Hermética a La H No Murió: más que treinta años
Pasaron tres décadas desde aquella juventud junto a la “H”. Los músicos y la escena cambiaron, hoy hay un mundo alrededor de un recital, más allá de tocar buenas canciones. “En la época de Hermética era salir a tocar y mucha bola no le dábamos a lo que iba a ser el show”, recordó Romano. “Las bandas armaban un teclado con teclas de luz, lamparitas, ahí prendías y apagabas y uno tocaba las teclas. Hoy salís con toda una programación de luces, escenografía”.
La premisa actual está clara, saben lo que representan y la responsabilidad que les toca. “Que el mundo vea que en Argentina se pueden hacer cosas buenas. Nosotros queremos dejar bien parado al heavy metal. Acá podemos hacer cosas buenas”, expresó el Tano con el orgullo de saberse un representante del heavy nacional.
La vuelta de la H sin Iorio
El regreso de Hermética fue un cimbronazo en el corazón de cada metalero argentino. Para los longevos fue volver a encontrarse. Para los jóvenes, ver algo que solo habían imaginado, añorado en videos de baja calidad clandestinos. Fue un reencuentro especial, para músicos y para público. “Si bien no era Hermética, porque no está Ricardo, sin él no es Hermética. Nosotros lo tomamos como que la gente iba a ver a Hermética, era lo que la gente nos decía. Con Ricardo no iba a pasar, porque él no quiere. Ya tiene esa decisión. Entonces la gente fue a ver a la banda, con otro bajista, como Black Sabbath con otros cantantes. Vi gente que lloraba mientras cantaba los temas”.
Malón-Almafuerte, una rivalidad innecesaria
Durante la charla, Romano analizó los años posteriores a la disolución de Hermética. La distancia generada entre quienes se inclinaron por una u otra banda de los “ex”. “Cuando se separó Hermética se armó un Boca-River. Eso no tendría que haber pasado. Hermética no era eso. Algunos se tiraron para un lado, otros se tiraron para otro, que soy almafuertero, que soy malonero, un quilombo. Eso trajo cosas que no estuvieron buenas. El que se tiró para el lado de Almafuerte, no se pudo dar el gusto de ver a Malón, dónde había tres músicos de Hermética. Si ibas a ver a Malón, estabas traicionando a Almafuerte. Y lo mismo al revés. Se privaron de ver dos buenas bandas que llegaron al corazón de mucha gente”. El músico destacó que las presentaciones de “La H No Murió” pusieron punto final a esa vieja discusión. Viejos amigos que habían optado por una u otra banda en aquellos años posteriores a la disolución de Hermética.
Aquel joven de Villa Insuperable
En su Villa Insuperable natal, Romano es “Nito”. Siempre fue parte del barrio. Nació, se crió y hoy vive ahí. “Les atormente el cerebro desde que era chico con los ruidos acá”, recordó con una expresión divertida. “Nito” no fue un pibe que crezca rodeado de música, cómo en la infancia de gran parte de los músicos del heavy argentino, la cuna era popular. “A mí de chico nunca me faltó nada. Ni amor, ni comida. Mi vieja se quedó viuda cuando yo tenía cinco años y mi hermana siete. La remó sola, y nunca sentí que me falte algo. Pero de grande pienso, tenía una guitarrita chiquita porque mi vieja no me podía comprar juguetes caros o una guitarra de verdad”.
“En frente de casa había unos chicos que eran dos o tres años más grandes que yo. Tenían una banda. Carlos, el guitarrista y cantante era fanático de los Beatles, de Harrison. Cuando lo vi tocar me llamó la atención y el sonido de la guitarra me generó una sensación linda, me gustó. Ahí empecé a pensar en tocar algún día la guitarra. Y él tocaba y yo miraba, a veces me enseñaba. Esa guitarra criolla tenía una particularidad. Tenía las tres cuerdas de debajo de eléctrica, sonaba como acústica. A mí me sonaba re lindo. Así empecé a tocar algunas cositas. Porque él me explicaba, tocaba, me iba a mi casa y después no podía practicar”.
Hasta que llegó la primera guitarra “de verdad”, esa viola de Carlitos Groso que él miraba fascinado. El responsable, un tío en el momento justo. “Le tiré la onda de que él quería vender su guitarra, y mi tío me dijo que me la iba a comprar así tenía para practicar y aprender a tocar. Una emoción fue, pero era día quince y él cobraba el treinta. ¿Te imaginás lo que fueron esos quince días para mí no? Le dije a Carlos, a fin de mes voy y te la compro. Fueron los quince días más largos de mi vida”.
El recuerdo de esa guitarra de Carlitos Groso, la responsable de todo lo que vino después, está grabado a fuego en la memoria del “Tano”. “Con esa guitarra me pasaba horas en la vereda de mi casa tocando. Tocando nada, tratando de que en algún momento aparezca algo mágicamente. Cuando tenía tres notas que sonaban a una canción me agrande a lo loco. Estaba en la vereda, y cuando venía una señora a hacer las compras, cuando estaba a 20 metros arrancaba a hacer la parte que sabía. Para mi significaba que ya sabía tocar la guitarra. Lo hacía con sentimiento, tenía ganas de ser músico, que algún día la gente me vea tocando una canción”. Eran los primeros acordes, los primeros riffs que desprendía de una viola “Nito”, cuando todavía no era el Tano.
La polémica: el metal pesado hoy
El “Tano” analizó el presente del heavy. Sin esquivar la polémica, se distanció de quien dice que no hay buenas bandas. Eso no impidió que defienda el legado que sostienen con grupos como Hermética, Malón, o incluso Almafuerte u Horcas. “A veces los músicos nos echan la culpa a nosotros. Que la gente solamente consume las bandas consagradas. Si hoy no existen más esas bandas, no sé si la gente se va a volcar a las bandas nuevas. Nosotros aportamos nuestro granito de arena desde nuestro lugar. Habremos hecho mejores o peores canciones, como le pasa a todos los músicos. Pero no creo que las bandas grandes, como se dijo, están en decadencia. Nosotros seguimos trabajando y sacando cosas. Hay que pensar en seguir tocando, en disfrutar de la música. El negocio nunca fue para nosotros, antes vos grababas un disco y la plata se la quedaba una compañía discográfica”.
Además, bajó a tierra el mito de que estén salvados económicamente por haber sido parte de Hermética. “Nosotros por haber sido Hermética tendríamos que tener cuatro mansiones cada uno, y no es así. Somos laburantes como todos, en estos seis meses parados ya estamos pensando en trabajar de otra cosa. No estamos salvados. Nunca fue un negocio para el músico la industria. Entonces hay que tratar de tocar y no tirarle palos a nadie”. En todos sus años, Romano no ha parado de componer, de trabajar y de apostar a desafíos nuevos. Incluso ahora, con su último disco recién salido a la luz, el éxito no es garantía económica.
“Muchos reniegan que siempre Malón, Almafuerte, Hermética, que basta con la H, ¿Por qué basta con la H? a mí me sigue gustando Black Sabbath, porque voy a dejar de escucharlo. Y me gusta Fear Factory, que tiene una propuesta distinta. Si llega, llega”.
Librarse y Existir: Su segundo disco solista
Sobre su segundo disco solista, Romano comentó que se trata de diez canciones con un alto trabajo de producción previo. Un disco que sufrió dos cambios importantes respecto al primero, uno (2017): dejaron la banda Orlando Riveros y Eddie Walker, para dar paso a Javier Novic y Emanuel Wysocki
Hizo una apreciación fundamental respecto de su sonido con la guitarra en Librarse y Existir. “Cuando grabas, vos tenés tu sonido. Pero llegas al estudio y te das cuenta que no es el mismo que toman los micrófonos. Tenés que hacer un laburo de nuevo de buscar lo que vos querés. Casi siempre, en ese rato que tenés en el estudio, no llegas. Nunca llegué a quedar conforme con mi sonido en los discos. Para este tuve la posibilidad de buscar, escuchar, acomodar. La verdad que estoy muy contento por lo que logré. Creo que es el que quiero tener”.
El disco nuevo se hizo esperar un poco más de la cuenta. El “Tano” explicó que, en el trajín de los recitales, la prioridad está en las listas y puesta en vivo. “Si no ensayas, podés salir, pero preocupado. Te concentras en hacerlo bien y te perdés de otras cosas que están buenas, como disfrutar de la gente. Cuando no estás bien ensayado, no ves nada. Tus ojos están ahí, pero no ven. Estás concentrado en las canciones, en tocar bien”.
Hoy, con años de carrera encima y el reconocimiento de todo el mundo del heavy ganado, Romano recibe su gratificación desde otros lugares. “El disco lo grabó Randy Romano, mi hijo. Es nuestro sonidista. Fue quien nos grabó y mezcló el disco. Son cosas lindas que emocionan. Regalos de la vida después de tantos años”.
Filoso y contundente, Romano dio un baño de realidad para el mundo del heavy metal nacional. “Te tenés que bancar muchas cosas si haces heavy metal. Lo primero que te dicen es que te pongas a hacer otra cosa porque con esto no vas a ganar plata. Todos piensan que tenés que ganar plata, no puede ser algo que sentís y te sale del corazón. Vivo de esto, es lo más lindo, pero uno le pone todo. A mí no me pueden decir que la gente se identifica con mis riffs porque fui parte de Hermética o Malón, el sentimiento a la gente le llega al corazón. Para llegar hay que hacer las cosas bien, y si no llegaste y a vos te gusta lo que hiciste, con eso te tenés que sentir contento”.
(*) Conductor de Resistiendo con Ideas (sábados de 18 a 20 y domingos de 16 a 18).
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