Los cruces entre argentinos y alemanes siempre fueron históricos, por la potencia de ambos equipos. Si bien la mayoría fueron desfavorables a nuestra selección, vale la pena repasar esta historia de más de sesenta años.
Por Martín Gorojovsky*
Como establecimos anteriormente, entendemos por clásico mundialista a aquellos partidos que o se han jugado más de tres veces en los mundiales, o hayan enfrentado a potencias históricas, o que estén protagonizados por vecinos, o más de una de estas tres variantes. En el caso de hoy tenemos no solo al choque entre dos protagonistas históricos, sino al partido más jugado desde 1930.
1958: camisetas amarillas
El primer enfrentamiento entre Argentina y Alemania ocurrió en Suecia ’58, y correspondió al debut de ambas selecciones en el Grupo 1 de aquel torneo. Las realidades de ambos equipos eran muy diferentes, y el partido lo dejaría en claro.
Para nosotros se trataba del retorno a los mundiales después de veinticuatro años de ausencias voluntarias. En el interín, la selección argentina se había convertido en una potencia regional, puesto que había ganado siete veces el Sudamericano (luego transformado en Copa América) sobre un total de trece ediciones. Entre la calidad habitual de los jugadores argentinos, el dominio de la competencia continental, y la comodidad con la que se superó la eliminatoria previa, Argentina llegó en un clima de enorme triunfalismo, con la seguridad de que sería campeona del mundo.
Alemania, por su parte, había jugado tres de los cinco mundiales anteriores. Como país unificado había participado en Italia ’34, donde obtuvo el tercer puesto, y en Francia ’38, ocasión en la que, sorpresivamente, quedó eliminada en el desempate de los octavos de final, ante Suiza. Vale recordar que tanto en 1934 como en 1938 el formato fue de eliminación directa, por lo que los octavos de final correspondían a la primera fase del campeonato.
Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y los efectos de la Guerra Fría se hicieron sentir en la selección teutona. Por la responsabilidad en el desencadenamiento de la primera, Alemania tuvo prohibida la participación en Brasil ’50, mientras que el comienzo de la segunda provocó que en 1949 se formaran dos estados. Uno alineado con el bloque capitalista, Alemania Federal u occidental, y otro perteneciente a la esfera de influencia soviética, Alemania Democrática u oriental.
Alemania Federal fue la que escribió la mayor parte de la historia de la Mannschaft hasta la reunificación de 1990, y el primer capítulo fue el regreso a la competencia en Suiza ’54. Allí había ganado, en una recordada final ante la deslumbrante Hungría de Ferenc Puskas, su primer título. Cuatro años después, con algunos campeones todavía en el plantel, tenía el objetivo de defenderlo.

Con estos antecedentes, Argentina y Alemania Federal se vieron las caras por primera vez el 8 de junio de 1958, en el Estadio de Malmö, hogar del equipo sueco homónimo. De hecho, una curiosidad del partido es que ante el parecido entre la casaca albiceleste de los argentinos y la blanca de los alemanes, se requirió que los primeros cambiaran la indumentaria. Al no contar con una vestimenta alternativa, Argentina jugó con la camiseta amarilla del Malmö.
Dirigida por Guillermo Stábile, técnico de la selección desde 1939, Argentina presentó un equipo diagramado tácticamente como la tradicional W-M, sistema que ya estaba quedando en desuso en el resto del mundo. Amadeo Carrizo en el arco; Federico Vairo y Francisco Lombardo en la defensa; Pedro Dellacha, Néstor ‘Pipo’ Rossi y José Varacka en el mediocampo; Oreste Omar Corbatta, Eliseo Prado, Norberto Menéndez, Alfredo Rojas y Osvaldo Cruz en la delantera.
Los campeones defensores, dirigidos por Sepp Herberg formaron con un 3-4-3 como esquema táctico, integrado por el arquero Fritz Henkenrath; los defensores Herbert Erhardt, Erich Juskowiak y Georg Stollenwerk; los volantes Horst Eckel, Horst Szymaniak, Fritz Walter y Alfred Schmidt; y los delanteros Helmuth Rahn, Hans Schaefer y Uwe Seeler.
El triunfo correspondió a los europeos, que se impusieron por 3 a 1, aunque Argentina arrancó en ventaja. A los dos minutos el Loco Corbatta puso el 1 a 0, y hasta ahí todo concordaba con la expectativa previa. Pero con el correr de los minutos la superioridad táctica de los europeos se impuso. Rahn y Seeler dieron vuelta el partido a los treinta y dos, y a los cuarenta minutos del primer tiempo. A los treinta y cuatro del segundo otro gol de Rahn liquidó el partido.
Argentina se recuperaría en la siguiente fecha con un triunfo por 3 a 1 ante Irlanda del Norte, pero en el cierre del grupo sufriría la goleada por 6 a 1 ante los checoslovacos, un resultado que determinó no solo la eliminación temprana del equipo, sino también el inicio de una crisis identitaria del fútbol argentino. Alemania Federal, por su parte, clasificó en el cuarto puesto, tras perder la semifinal ante Suecia, y el partido por el bronce ante Francia.
Inglaterra ’66: pulseada en Birmingham
El segundo capítulo de esta historia se escribió ocho años después, nuevamente con realidades diferentes por cada lado. Ambas selecciones habían participado en Chile ’62, donde rindieron por debajo de las expectativas, aunque de maneras distintas.
Argentina, envuelta en la desorganización habitual previa al ciclo de César Luis Menotti, no pudo mejorar la performance de 1958. Nuevamente quedó eliminada en la fase de grupos, pero el desarrollo no fue tan catastrófico como el de Suecia. Por lo tanto no hubo mayores repercusiones más allá de la decepción en sí misma. Alemania Federal, en cambio, mantuvo su orden para la transición y formación de sucesivos planteles, razón por la cual siempre es candidata a estar entre los cuatro mejores equipos. El mundial chileno fue una de las escasas excepciones, puesto que tras superar la primera fase quedó eliminada en cuartos de final, al caer derrotada ante Yugoslavia. Para 1966 los alemanes tenían una vez más el objetivo mínimo de ser semifinalistas, y Argentina debía mejorar las pobres camapñas de los dos mundiales anteriores.
Los dos equipos volvieron a cruzarse en la primera ronda, esta vez en la segunda fecha del Grupo 2, tras sendos triunfos en el debut. Argentina venció con claridad a España por 2 a 1, mientras que Alemania aplastó a Suiza por 5 a 0, en lo que además fue el primer partido en copas del mundo de Franz Beckenbauer. La parada era brava para los sudamericanos. Un empate servía para encaminar la clasificación, pero un triunfo, dada la mejor diferencia de gol de los germanos en la primera fecha, parecía ser la única forma de obtener el primer puesto del grupo además de asegurar el pasaje a cuartos de final.
El encuentro tuvo lugar el 16 de julio de 1966 en el estadio Villa Park, ubicado en la ciudad de Birmingham. Ambos entrenadores, Juan Carlos ‘Toto’ Lorenzo por el lado de Argentina y Helmut Schön por el del Alemania, fueron fieles a la máxima ‘equipo que gana no se toca’.
Desde la táctica, la formación de Argentina podía leerse como un 4-4-2, pero había un juego de bloque en el que los volantes y los delanteros colaboraban en la marca, llegando a recuperar en campo propio, y los defensores se sumaban cuando podían al ataque. Asimismo, algunos volantes, como Ermindo Onega o Alberto González se movían por todo el frente, en lugar de quedarse atados a la banda que cubrían. La alineación fue la siguiente: Antonio Roma; Oscar ‘Pipo’ Ferreiro, Rafael Albercht, Roberto Perfumo, Silvio Marzolini; Alberto González, Antonio Rattín, Ermindo Onega, Jorge Solari; Luis Artime, Oscar ‘Pinino’ Más.

Alemania, en tanto, jugaba con el 4-2-4, la opción más elegida en aquellos días, también con jugadores, como Beckenbauer, capaces de moverse por todo el campo de juego. La formación fue: Hans Tilkowski; Horst-Dieter Höttges, Willi Schulz, Wolfgang Weber, Karl Heinz-Schellinger; Franz Beckenbauer, Helmut Haller; Albert Brülls, Uwe Seeler, Wolfgang Overath, Sigrfied Held.
El desarrollo del partido fue parejo, trabado, y terminó en un empate 0 a 0. Ambos entrenadores fueron cautos. Lorenzo decidió cederle el protagonismo a los europeos, pero como Schön temía al juego asociado argentino, le indicó al ‘Kaiser’ Beckenbauer que le hiciera marca personal al ‘Ronco’ Onega. Faltando veinte minutos, los albicelestes jugaron con un hombre menos, debido a una dura infracción de Albrecht sobre Seeler, que le valió la expulsión directa al tucumano.
El empate le cayó un poco mejor a los alemanes, que quedaron a un paso de ganar el grupo, aunque Argentina también quedó a tiro de la clasificación, que conseguiría al vencer a Suiza en el cierre de la fase mientras Alemania hacía lo propio contra España. Pero además, el equipo mostró los dientes y probó que podía complicar a cualquier candidato al título.
El camino argentino terminó en el célebre encuentro de cuartos de final ante Inglaterra, que fue una victoria de los locales por 1 a 0, y cuya polémica historia ya repasamos en esta columna. Además de la famosa historia del árbitro alemán Rudolph Kreitlen y la expulsión de Rattín, en la misma instancia Alemania goleó a Uruguay por 4 a 0, con un arbitraje por demás parcial del inglés Jim Finney, quien expulsó a dos jugadores charrúas al comienzo del segundo tiempo.
En semifinales Alemania Federal vencería a la Unión Soviética, y luego obtendría el subcampeonato al caer, también con otro arbitraje parcial, ante Inglaterra.
1974: la otra Alemania
Pasaron otros ocho años para que Argentina enfrentase a una selección alemana. Sin embargo, no se trató de la anfitriona Alemania Federal, sino de Alemania Democrática, clasificada por primera, y única, vez a la Copa del Mundo. El objetivo para de los alemanes del este era lograr una actuación presentable, cosa que lograron al acceder a la segunda ronda, por entonces jugada, al igual que la primera, con formato de grupos. Argentina clasificó con el objetivo de mejorar una trayectoria que solo tenía como antecedentes ilustres el subcampeonato de 1930 y el quinto puesto de 1966, cosa que, como ya repasamos en detalle, no logró.
Alemania oriental participó del Grupo 1, y el sorteo dispuso que compartiera la zona con Australia, Chile y su vecina Alemania occidental. En el debut venció 2 a 0 a los australianos, en la segunda fecha empató 1 a 1 con los chilenos y en el cierre del grupo se impusieron ante sus homónimos por 1 a 0, de modo que obtuvieron el primer puesto en la clasificación. Argentina, en tanto, fue segunda en el Grupo 4, y accedió con lo justo a la segunda ronda tras perder 3 a 2 contra Polonia, empatar 1 a 1 ante Italia y golear por 4 a 1 a Haití. Ambos equipos coincidieron en el Grupo A de la segunda fase, donde se enfrentarían en la última fecha.

Ninguno de los dos fue rival para Brasil o para la Holanda de Johann Cruyff, los otros integrantes del grupo. De modo que cuando se enfrentaron, no tenían chances de entrar a la final o competir por el tercer puesto. Solo jugaban para cumplir, y en todo caso tratar de obtener una ubicación final un poco mejor.
El partido se jugó el 3 de julio de 1974, en el Estadio del Parque de Gelsenkirchen. El triunvirato argentino liderado por Vladislao Cap, e integrado también por Víctor Rodríguez y José Varacka, armó un 4-3-3 para despedirse del primer mundial alemán. Los once fueron Ubaldo Matildo Fillol en el arco; Ángel Bargas, Jorge Carrascosa, Ramón Heredia y Enrique ‘Quique’ Wolff en la defensa; Carlos Babington, Roberto Telch, y Miguel Ángel Brindisi en el mediocampo; y René Houseman, Mario Kempes y Rubén Ayala en el ataque.
La formación alemana fue la siguiente: Jürgen Croy; Lothar Kurjuweit, Bernd Bransch, Konrad Weise, Gerd Kische; Ruediger Schunpase, Jürgen Pommerenke, Jürgen Sparwasser; Wolfram Löwe, Joachim Streich y Martin Hoffman. Además, hubo dos cambios en el segundo tiempo. A los veinte minutos Eberhard Vogel remplazó a Löwe, y Peter Ducke entró en lugar de Streich a los treinta y cinco. En ambos casos, el Georg Buschner estaba cambiando delanteros por delanteros.
El resultado fue un simple empate 1 a 1, que permitió a los alemanes clasificarse en el sexto puesto, con lo cual su objetivo quedaba saldado, mientras que Argentina terminó en una pálida octava ubicación. Joachim Streich abrió el marcador a los catorce minutos del primer tiempo, y a los veinte de la misma etapa el Loco Houseman puso la igualdad.
1986: tocando el Cielo
El tercer encuentro contra Alemania Federal, y cuarto en general contra selecciones alemanas, fue la única victoria argentina, y correspondió a la final del segundo mundial de México. Desde el partido de 1966 había pasado mucha agua debajo del puente.
Alemania Federal mantuvo su condición de potencia. Con equipos un poco mejores o un poco más limitados, en los cuatro mundiales posteriores a 1966 estuvo tres veces en el podio. Fue tercera en México ’70, campeona como local en 1974, quinta en Argentina ’78 y subcampeona en España ’82. La historia y el presente la obligaban, como mínimo y como sucede siempre, a llegar a semifinales.
Argentina por su parte, había comenzado a levantar la puntería, aunque el camino no fue armónico ni mucho menos. Tras la buena actuación de 1966 llegó el mayor fracaso: la selección nacional fue eliminada por Perú en la clasificación previa a México ’70. Luego vendría la penosa actuación en Alemania ’74, y por fin, como local en 1978, se logró el primer título del mundo. La defensa del mismo, en España ’82, no fue demasiado destacada. Argentina, ya con Diego Maradona en el equipo, superó la primera fase de grupos, pero en la segunda cayó ante Brasil e Italia, sin que el 10 hubiese brillado demasiado a lo largo de la campaña.
Para México ’86, los albicelestes llegaban otra vez con perfil bajo y con pocas expectativas puestas en el equipo, dirigido por Carlos Salvador Bilardo. Pasar la primera ronda y no hacer papelones a partir de octavos de final parecía un objetivo aceptable.
Pero como bien se sabe, Maradona brilló en su máximo esplendor, y el equipo arrancó con un piso bueno para lograr, a medida que pasaron los partidos, un rendimiento colectivo cada vez mejor, que lo depositó en la final. Ganó el Grupo A, del cual ni siquiera fue cabeza serie, tras vencer por 3 a 1 a Corea del Sur, empatar 1 a 1 con la campeona reinante, Italia, y ganarle por 2 a 0 a Bulgaria. En octavos de final superó a Uruguay por 1 a 0, en cuartos eliminó a Inglaterra tras derrotarla por 2 a 1, y en la semifinal se impuso por 2 a 0 contra Bélgica.
Alemania Federal también fue de menor a mayor. En la fase de grupos en la clasificó segunda en el Grupo E, con un partido empatado, 1 a 1 frente a los uruguayos, un triunfo, 2 a 1 contra Escocia, y una derrota, 2 a 0 ante la sorprendente Dinamarca de los hermanos Laudrup. Pasó ajustadamente los octavos de final, gracias a un agónico 1 a 0 ante Marruecos, y en los cuartos de final empató 0 a 0 con México, para luego vencerlo 4 a 1 en la definición por penales. Recién en la semifinal, donde llegaba de punto ante la Francia de Michel Platini, los alemanes jugaron su mejor partido, y con un sólido 2 a 0 accedieron a su quinta final del mundo, que además era la segunda consecutiva.
La misma se jugó el 29 de junio de 1986, en el Estadio Azteca de la Ciudad de México. Argentina obtendría su segundo título con este once inicial, organizado tácticamente en un flexible 3-5-2: Nery Pumpido; José Luis Cuciuffo, José Luis Brown, Oscar Ruggeri; Ricardo Giusti, Jorge Burruchaga, Sergio Batista, Héctor Enrique, Julio Olarticoechea; Diego Maradona, Jorge Valdano. A los cuarenta y cinco minutos del segundo tiempo, con el partido ya definido, Marcelo Trobbiani ingresaría en lugar de Burruchaga.
En la vereda de enfrente Franz Beckenbauer buscaba coronarse como técnico, después de lograrlo como jugador, con un 5-3-2. Sus elegidos fueron: Harald Schumacher; Thomas Berthold, Karl-Heinz Förster, Ditmar Jakobs, Hans Peter Briegel, Andreas Brehme; Norbert Eder, Felix Magath, Lothar Matthäus; Karl-Heinz Rummenigge, Klaus Allofs. Para el segundo tiempo, Rudi Voeller remplazó a Allofs, y a los diecisiete minutos Dieter Hönes ingresó en lugar de Magath.
La historia de cómo el partido terminó 3 a 2 es archiconocida. Argentina fue superior durante la mayor parte del encuentro. A los veintitrés minutos del primer tiempo el Tata Brown marcó de cabeza el primer gol del partido, y a los once de la segunda parte Valdano puso el 2 a 0. Parecía que el partido estaba controlado, e incluso que los albicelestes podían golear de contragolpe, pero a los veintinueve minutos Rummenige consiguió el descuento, y a los treinta y ocho Voeller logró el empate. Ambos goles llegaron al cabo de jugadas de córner. Sin embargo la ilusión alemana duraría poco, ya que a los cuarenta y un minutos Maradona puso el pase para la corrida goleadora de Burruchaga, que selló el resultado final.
1990: entre la épica y la polémica
Cuatro años después, en el segundo mundial de Italia, la final tendría a los mismos protagonistas, pero esta vez la campeona defensora llegaría de punto, y su rival como banca.
Si Alemania Federal, en su última participación antes de reunificarse con Alemania Democrática, había llegado con una mezcla de méritos y fortuna a las finales de 1982 y 1986, en 1990 no dejó el menor margen de duda sobre su rendimiento. Otra vez con Beckenbauer como técnico y con un plantel renovado, que conservó solo seis jugadores del equipo del ’86, los alemanes mostraron su chapa de candidatos desde el comienzo. Goleaban cuando había espacios, y resolvían con oficio cuando el partido era más cerrado.
Argentina, por su parte, era una incógnita. La renovación del plantel fue similar a la de los alemanes. Siete campeones del ’86 eran de la partida, pero faltaron jugadores para puestos clave, por ejemplo en la delantera, y Maradona no llegó en plenitud física. El juego de la selección en las copas América de 1987 y 1989, o en varios amistosos jugados después de México ’86, no convencía, aunque nadie anticipaba un mal campeonato. Estar de nuevo en semifinales era un objetivo aceptable, aunque con Diego en el equipo, siempre estaba la tentación de pensar que se podía lograr el bicampeonato.
El debut alemán, en el Grupo D, fue con un 4 a 1 ante Yugoslavia. Luego vino otra goleada, 5 a 1 contra Emiratos Árabes Unidos, y en el cierre, un empate 1 a 1 frente a Colombia. En octavos de final se impuso por 2 a 1 ante Holanda, en cuartos de final le ganó por 1 a 0 a Checoslovaquia, y en la semifinal igualó 1 a 1 ante Inglaterra, para luego superarla por 4 a 3 en la definición por penales.
Argentina mientras tanto, tuvo un camino tortuoso, con Bilardo encontrando el equipo a partir de las rondas de eliminación directa. En la primera fase, los sudamericanos clasificaron como uno de los mejores terceros de la primera ronda. Ubicados en el Grupo B, perdieron por 1 a 0 en el debut ante Camerún, vencieron a la Unión Soviética por 2 a 0, y empataron con Rumania 1 a 1 en la tercera fecha. En octavos de final vencieron por 1 a 0 a Brasil, en cuartos de final empataron 0 a 0 con Yugoslavia, para después eliminarla 4 a 3 en la definición por penales, y en la semifinal dejaron afuera a Italia, tras empatar 1 a 1 y repetir el 4 a 3 desde los doce pasos.
El 8 de julio de 1990, se jugó la final en el Estadio Olímpico de Roma. Alemania era la clara favorita, tanto por rendimiento como por el hecho de que entre lesiones y sanciones Argentina debió hacer varios cambios en su formación titular. Los esquemas tácticos fueron los mismos que en el ’86. Alemania con un 5-3-2 y Argentina con un 3-5-2.
Beckenbauer puso a Bodo Illgner en el arco: Thomas Berthold, Guido Buchwald, Klaus Augenthaler, Jürgen Kohler y Andreas Brehme en la defensa; Thomas Hässler, Lothar Matthäus y Pierre Littbarski en el mediocampo; y Rudi Voeller junto a Jürgen Klinsmann en el ataque. A los veintiocho minutos del segundo tiempo Stefan Reuter remplazaría a Berthold.
Del lado argentino Bilardo eligió a Sergio Goycochea; José Tiburcio Serrizuela, Juan Simón y Oscar Ruggeri; Roberto Sensini, Pedro Troglio, Néstor Lorenzo, Jorge Burruchaga y José Basualdo; Diego Maradona; y Gustavo Dezotti. Para el inicio del segundo tiempo, Pedro Damián Monzón ingresaría en lugar de Ruggeri, lesionado, y ocho minutos después Gabriel Calderón remplazaría a Burruchaga.
El partido, que terminó 1 a 0 a favor de Alemania, no fue atractivo. Dadas las condiciones en las que llegaban ambos equipos, era lógico que Argentina le cediera el protagonismo a su rival e intentara golpear de contragolpe. El problema era que la selección de Bilardo tenía poquísimo peso ofensivo. Asimismo, los dirigidos por Beckenbauer tuvieron la iniciativa pero al mismo tiempo respetaron a un equipo que venía ganando partidos cuando muchos lo daban por derrotado en la previa.
La definición llegó a los cuarenta minutos del segundo tiempo, cuando Andreas Breheme, de penal, convirtió el único gol del partido. Argentina jugaba desde los veinte minutos del segundo tiempo con un hombre menos por la expulsión de Monzón tras una durísima falta cometida a Klinsmann, y terminó con nueve jugadores, porque a tres minutos del final también sería expulsado, por doble amonestación, el Galgo Dezotti.
Mucho se ha discutido aquella jugada en la que el árbitro uruguayo, nacionalizado mexicano, Arturo Codesal Méndez cobró como falta el cruce de Sensini ante Voeller. Visto a la distancia, es perfectamente admisible que se haya sancionado la infracción. Lo que hirió el orgullo argentino es que diez minutos antes, hubo una infracción mucho más clara de Matthäus sobre Calderón en el área alemana… aunque suele olvidarse que varios minutos antes, a los doce de la segunda etapa, Codesal también obvió un claro penal de Goycochea a Augenthaler.
2006: el machete de Lehmann
En tiempos más recientes, Argentina y Alemania se vieron las caras, de forma consecutiva, en tres de los últimos cuatro mundiales. Con más o menos diferencia en el juego, y con todas las definiciones disponibles -penales, noventa minutos o alargue- los triunfos siempre fueron de los europeos.
Entre 1990 y 2006, hubo tres mundiales. Si bien los recuerdos son más dolorosos para Argentina, para Alemania, nuevamente convertida en un solo país, tampoco fueron las páginas más gloriosas de su rica historia.
Tras el fin del ciclo de Bilardo, Alfio Basile asumió la dirección técnica de Argentina. En 1991 y 1993 logró un bicampeonato en la Copa América, pero después de eso empezó una sequía de títulos que, lamentablemente, continúa hasta la actualidad. En los mundiales, las frustraciones comenzaron en Estados Unidos ’94, cuando el dóping positivo de Maradona derrumbó el ánimo de un equipo que había empezado con firmeza su campaña, y que solo pudo llegar hasta octavos de final. En Francia ’98 Argentina alcanzó los cuartos de final, con la sensación de que podía haber dado un poco más, y en Corea-Japón 2002 ocurrió el mayor fracaso: por primera vez en cuarenta años una selección argentina no superó la primera fase.
Marcelo Bielsa, el técnico de aquella campaña, fue inesperadamente confirmado en el cargo y dirigió la primera mitad de las eliminatorias rumbo a Alemania 2006. Aunque no sufrió mayores sobresaltos, renunció en la penúltima fecha de la primera ronda. Su sucesor fue José Néstor Pekerman, hasta entonces director general de las selecciones, y prestigiado por sus éxitos al frente de la selección juvenil. Él tampoco tuvo problemas para sellar la clasificación, pero la falta de títulos en general, y de clasificaciones a semifinales de los mundiales empezaban a pesar. Argentina tenía que estar entre los cuatro mejores del mundo.
Como local, Alemania estaba obligada a ser campeona. En los mundiales de 1994 y 1998, con planteles envejecidos o en recambio, llegó solo hasta cuartos de final, mientras que en 2002 alcanzó el subcampeonato, sin excesivo brillo pero con su tradicional efectividad. Pero a diferencia de Argentina, la sequía de títulos era menor. La Mannschaft había ganado la Eurocopa de 1996, y la línea de juego se mantenía con pocas variantes cada vez que se cambiaba de técnico. Para 2006, Jürgen Klinsmann se había convertido en entrenador y había comenzado a formar el equipo que sería campeón en 2014.
Ambos equipos mostraron desde el comienzo su condición de candidatos. En la primera ronda los locales integraron el Grupo A, junto a Costa Rica, Polonia y Ecuador. Accedieron a octavos de final con puntaje ideal, luego de vencer a los ticos por 4 a 2, a los polacos por 1 a 0 y a los ecuatorianos por 3 a 0. Su siguiente rival fue Suecia, a la que superaron por 2 a 0.
El sorteo ubicó a la Argentina en el Grupo C, junto a Costa de Marfil, Serbia y Montenegro, y Holanda. Como en 2002 parecía que los albicelestes estaban en la zona más difícil, pero pronto disiparon los fantasmas. Si bien el debut, victoria por 2 a 1 frente a los marfileños, tuvo algunos momentos de zozobra, en la segunda fecha el equipo tuvo una actuación brillante al golear 6 a 0 a los ex yugoslavos, que habían llegado al mundial después de ser el equipo menos goleado de las eliminatorias europeas. En el cierre del grupo empataron sin goles ante Holanda, y clasificaron en primer lugar a octavos de final, donde vencieron por 2 a 1 a México.
El 30 de junio, por los cuartos de final y en el Estadio Olímpico de Berlín, Argentina y Alemania escribieron el sexto capítulo de esta historia. Los locales presentaron un clásico 4-4-2, mientras que los argentinos alinearon un 4-3-1-2.
La formación alemana fue Jens Lehmann en el arco; Arne Friedrich, Per Mertesacker, Crhistoph Metzelder y Philip Lahm en la defensa; Bernd Schneider, Torsten Frings, Michael Ballack y Bastian Schweinsteiger en el mediocampo; y la dupla Miroslav Klose-Lukas Podolski en la delantera. Durante el segundo tiempo hubo tres cambios. A los diecisiete minutos David Odonkor por Schneider; a los veintinueve Tim Borowski por Schweinsteiger, y a los cuarenta y uno Oliver Neuville por Klose.
Por el lado argentino el once inicial fue Roberto Abbondanzieri; Fabricio Coloccini, Roberto Ayala, Gabriel Heinze, Juan Pablo Sorín; Maxi Rodríguez, Javier Mascherano, Lucho González; Juan Román Riquelme; Hernán Crespo y Carlos Tevez. Pekerman también realizó los cambios durante el segundo tiempo, el primero de ellos, forzado por las circunstancias, y el segundo como consecuencia del primero. A los veintiséis minutos Leo Franco remplazó al lesionado Abbondanzieri, y un minuto después Esteban Cambiasso ingresó en lugar de Juan Román Riquelme. A los treinta y cuatro, Julio Ricardo Cruz remplazó a Hernán Crespo.
El trámite del encuentro, que terminó 1 a 1 al cabo de ciento veinte minutos de juego y favoreció a Alemania por 4 a 2 en la definición por penales, fue equilibrado. A los cuatro minutos del segundo tiempo Ayala, de cabeza en un córner, adelanto a Argentina. El local empujó con más ganas que ideas, y parecía que los sudamericanos tenían la semifinal al alcance de la mano. Pero faltando diez minutos para el final del partido, Klose ganó en el área y, también de cabeza, puso la igualdad. Durante el alargue ninguno de los dos tuvo mayores ideas para quebrar el empate. Además, al término del segundo tiempo suplementario fue expulsado de oficio Leandro Cufré, por protestar durante un pequeño tumulto entre los jugadores.
En los penales se destacó el arquero Lehmann quien, según el mito urbano, tenía anotado en un papel cómo pateaban los jugadores argentinos. Primero convirtieron Neuville y Cruz. Luego, también convirtió Ballack, y Lehmann atajó el tiro de Ayala. Podolski y Maxi Rodríguez cambiaron penal por gol. Finalmente, tras el tanto de Borowski, Lehmann contuvo el tiro de Cambiasso. Alemania perdería luego la semifinal ante Italia, y alcanzaría el tercer puesto tras vencer a Portugal.
2010: el más desparejo
Cuatro años después volverían a cruzarse en cuartos de final, pero esta vez no hubo paridad. Después de 2006 y pese a la decepción de no ganar el mundial como local, Alemania continuó apostando por el proceso que inició Klinsmann, y designó como entrenador a Joachim Löw, hombre sin grandes pergaminos como jugador, pero que manejaría con habilidad el legado de su predecesor. Los teutones tenían que, al menos, llegar otra vez a las semifinales.
Argentina, en cambio, volvió a la desorganización previa a los años setenta. Los cambios abruptos de línea de juego no habían estado ausentes a partir de la ‘Era Menotti’, pero al menos los procesos de cada técnico se respetaban. Tras la renuncia de Pekerman en 2006, volvió la rotación de entrenadores, y empezó a bastardearse el proceso de formación de equipos, con selecciones juveniles de bajo nivel y amistosos más pensados para recaudar dinero que para hacer una medición real de jugadores.
Alfio Basile tuvo una segunda oportunidad y después de una buena Copa América en 2007, salvo por la dolorosa derrota en la final ante Brasil, comenzó el camino de las eliminatorias. El comienzo también fue bueno, pero a medida que pasaban los partidos el juego del equipo era cada vez más discreto. El Coco renunció tras la derrota ante Chile en Santiago, y su remplazo fue Diego Maradona, cuyo currículum como entrenador se limitaba a pasos lejanos y flojos en Mandiyú de Corrientes y en Racing. El nivel de la selección alcanzó para clasificar con lo justo al mundial de Sudáfrica. El objetivo era, una vez más, clasificar entre los cuatro mejores del mundo.
La rueda inicial fue sencilla para ambos. Argentina, ubicada en el Grupo C, debutó con un mentiroso, en relación a las ocasiones de gol generadas, 1 a 0 ante Nigeria. En la segunda fecha goleó 4 a 1 a Corea del Sur, y en el cierre venció por 2 a 0 a Grecia. En octavos de final, al igual que en 2006, el rival fue México, al que derrotó por 3 a 1. Los números cerraban, aunque estaba la duda de qué podía pasar si se enfrentaba a una selección de mayor jerarquía.
Alemania, mientras tanto, había ganado el Grupo D tras golear 4 a 0 a Australia, caer inesperadamente por 1 a 0 frente a Serbia, y ganarle por el mismo marcador a Ghana. En octavos de final goleó por 4 a 1 a Inglaterra, cobrándose de paso la final de 1966, en la que a Inglaterra se le convalidó un gol que picó afuera de la línea de gol. Esta vez, se le anuló a los británicos un gol legítimo de Frank Lampard, hubiera sido el 2 a 2 parcial, cuyo remate picó claramente adentro del arco.
El 3 de julio de 2010, se produjo el nuevo enfrentamiento, que terminó en triunfo por 4 a 0 de los germanos. En la previa, Maradona relativizó el potencial alemán, y decidió plantear un esquema abierto. 4-3-1-2 con Sergio Romero en el arco; Nicolás Otamendi, Martín Demichelis, Nicolás Burdisso y Gabriel Heinze en la defensa; Maxi Rodríguez, Javier Mascherano, y Ángel Di María en el medio; Lionel Messi como enganche; Gonzalo Higuaín y Carlos Tevez como delanteros. A los veinticinco y a los treinta minutos del segundo tiempo ingresarían, respectivamente, Javier Pastore por Otamendi, y Sergio Agüero por Maxi Rodríguez.
Enfrente, Löw paró un 4-2-3-1 integrado por Manuel Neuer; Philipp Lahm, Per Mertesacker, Arne Friedrich, Jérome Boateng; Sami Khedira, Bastian Schweinsteiger; Thomas Müller, Mesut Özil, Lukas Podolski; y Miroslav Klose. Los cambios fueron tres: Marcell Jansen por Boateng a los veintisiete minutos del complemento, Toni Kroos por Khedira a los treinta y dos, y Piotr Trochowski por Müller a los treinta y nueve.
Apenas iban tres minutos del primer tiempo cuando Müller anticipó a Otamendi en una jugada de pelota parada, y de cabeza convirtió el 1 a 0. Después de eso, Argentina buscó el empate, pero sin lograr generar en ningún momento una verdadera sensación de peligro en el arco alemán. El partido quedó definido a los veintitrés minutos del segundo tiempo, cuando Klose, al término de un contraataque, convirtió el 2 a 0. Sin embargo, hubo tiempo para que el resultado fuese más abultado. A los 29, Friedrich convirtió luego de que Schweinsteiger apilase, desde la salida de un córner, a medio equipo argentino, y a los cuarenta y tres, nuevamente Klose definió de primera tras otro contraataque.
Pero, al igual que en 2006, Alemania volvería a perder la final contra el eventual campeón, España, para luego quedarse con el tercer puesto, esta vez ante Uruguay.
2014: última parada
El antecedente más próximo no solo convirtió a Argentina-Alemania en el partido más jugado de los mundiales, sino también en la final más repetida.
Después del tercer puesto en 2006, la federación alemana le renovó la confianza a Löw, y con algunos retoques en el equipo, Alemania volvió a llegar como candidata. Brasil 2014 era la última oportunidad para varios jugadores de alcanzar la esquiva cuarta copa, que se negaba desde 1990.
Argentina por su parte, encontró el rumbo a tiempo. Tras la salida de Maradona, Sergio Batista asumió la conducción del equipo. El Checho había sido el técnico en los Juegos Olímpicos de 2008, en los que Argentina había retenido el oro conseguido cuatro años antes en Atenas, pero lo cierto es que la diferencia de jerarquía entre el equipo albiceleste y sus rivales era demasiado grande. Encargado de la selección mayor, hizo una penosa Copa América en 2011, para peor en condición de local. En su remplazo se eligió a Alejandro Sabella, que pocos años antes había sido campeón argentino y de la Libertadores con Estudiantes de La Plata.
Después de un comienzo con dudas, Sabella encontró el equipo y la eliminatoria argentina no tuvo complicaciones. Messi volvía a rendir en la selección, y el objetivo de ubicarse entre los semifinalistas parecía, de una vez por todas, alcanzable. Ayudaba además, que el sorteo de grupos había determinado un camino accesible para Argentina en los mano a mano si ganaba su grupo.
Dicho grupo fue el F, en el que Argentina venció por 2 a 1 a Bosnia y Herzegovina, 1 a 0 a Irán, y 3 a 2 a Nigeria. En octavos de final venció, en tiempo suplementario, a Suiza por 1 a 0, y en cuartos de final a Bélgica, también por 1 a 0, con lo cual, después de 24 años, alcanzó la semifinal. En dicha instancia empató 0 a 0 con Holanda, y después la dejó afuera por 4 a 2 en la tanda de penales.
Alemania por su parte volvió a debutar con una goleada. Su Grupo era el G, y el primer rival fue Portugal, al que arrolló por 4 a 0. En la segunda fecha empató 2 a 2 con Ghana, y en la última fecha le ganó por 1 a 0 a Estados Unidos. Al igual que Argentina, en octavos de final debió jugar tiempo suplementario, y en cuartos de final se impuso por la mínima diferencia. Los resultados fueron 2 a 1 ante Argelia, y 1 a 0 contra Francia, respectivamente. La semifinal fue el histórico 7 a 1 frente a los locales, la peor humillación de la historia brasileña en los mundiales.
El 13 de julio de 2014 se jugó el partido definitorio de aquel torneo. El desarrollo fue parejo, y se definió por la mejor pericia ofensiva de los alemanes, que se impusiaron por 1 a 0.
Argentina, que llegó algo exigida desde lo físico y con la baja, por lesión, de Ángel Di María a partir de cuartos de final, formó con un 4-4-1-1. La formación fue Sergio Romero en el arco; Pablo Zabaleta, Martín Demichelis, Ezequiel Garay y Marcos Rojo en la defensa; Enzo Pérez, Javier Mascherano, Lucas Biglia y Ezequiel Lavezzi en el mediocampo; Lionel Messi como enganche, y Gonzalo Higuaín como hombre de punta. Para el segundo tiempo el Kun Agüero remplazó a Lavezzi, a los treinta y cuatro minutos Rodrigo Palacio ingresó en lugar de Higuaín, y a los cuarenta y uno Fernando Gago sustituyó a Enzo Pérez.
Alemania, que sufrió la baja de Khedira, lesionado en el calentamiento previo al partido, salió a la cancha con un 4-2-3-1. Mauel Neuer en el arco; Philipp Lahm, Jérome Boateng, Mats Hummels, y Benedikt Höwedes en la última línea; Christoph Kramer y Bastian Schweinsteiger en la primer línea media; Thomas Müller, Toni Kroos y Mesut Özil como volantes ofensivos; y Miroslav Klose, una vez más como único delantero, aunque el juego de esta Alemania 2010-2014 consistía en atacar con un malón de volantes entrando al área rival. Los tres cambios alemanes fueron André Schürrle por Kramer, a los treinta y un minutos del primer tiempo, Mario Götze por Klose a los cuarenta y tres del segundo, y Per Mertesacker por Özil, en el minuto final del segundo tiempo suplementario.
Ambos equipos contaron con situaciones claras. Entre las argentinas se recuerdan en particular las desperdiciadas por Higuaín, cuando quedó sorpresivamente mano a mano y con campo para recorrer frente a Neuer, y la de Palacio, que eligió mal la definición ante la salida del arquero alemán. Finalmente, a los siete minutos del segundo tiempo suplementario, Götze paró de pecho un centro de Schürrle y definió de primera ante la salida de Romero. Alemania festejó su cuarto título, primero de una selección europea en América, y Argentina, pese a lo meritorio de la campaña, volvió a quedarse con las ganas de dar la vuelta olímpica.
Estadísticas
Partidos jugados: 8 (4 contra Alemania Federal, 1 contra Alemania Democrática, y 3 contra Alemania unificada).
Partidos ganados por Argentina: 1.
Partidos empatados: 3 (1 ante Alemania Federal, 1 ante Alemania Democrática, y 1 contra Alemania unificada, que ganó la definición por penales).
Partidos ganados por Alemania: 4 (2 por Alemania Federal, 2 por Alemania unificada).
Goles convertidos por Argentina: 6 (4 a Alemania Federal, 1 a Alemania Democrática, 1 a Alemania unificada).
Goles convertidos por Alemania: 13 (6 por Alemania Federal, 1 por Alemania Democrática, 6 por Alemania unificada).
Goleadores:
ARG: Ayala, Brown, Burruchaga, Corbatta, Houseman, Valdano, 1 gol c/u.
ALE: Klose (Au) 3 goles; Rahn (AF) 2 goles; Brehme (AF), Friedrich (Au), Götze (Au), Müller (Au) Rummenigge (AF), Seeler (AF), Streich (AD), Voeller (AF), 1 gol C/U.
Expulsados: Albertch, Cufré, Dezotti, Monzón.
*Integrante del equipo de Abrí la cancha.














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