La Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (CSIRA) difundió un documento alertando por la crítica situación que atraviesa el sector productivo. El título es “Industria argentina en emergencia: convocatoria nacional ante el industricidio. A la sociedad argentina, es hora de abrir los ojos y actuar“. El mismo fue difundido en el marco de la ola de cierres, despidos y empresas que pasan de producir en el país a ser importadoras.
En el documento advierten que “Argentina atraviesa un proceso de deterioro industrial tan profundo como acelerado”, como parte de una “desindustrialización inducida“. “Se vuelve a apostar a una apertura indiscriminada, al desequilibrio cambiario y a la renuncia explícita a cualquier política industrial“, agregaron.
Sobre la destrucción de puestos de trabajo indicaron: “Desde que asumió Javier Milei, el empleo industrial registrado cayó en 16 de 21 meses, totalizando una destrucción de más de 42.000 puestos manufactureros. A esto se suma la pérdida de más de 125,000 puestos de trabajo en los sectores informales de la industria”. “2000 empresas industriales cerraron desde noviembre de 2023”, sumaron.
También expresaron su preocupación por el acuerdo comercial con Estados Unidos al que califica como “una entrega sin beneficios reales”.
En el texto hacen un llamado a la “acción” y a un “compromiso nacional para frenar el industricidio”.

DOCUMENTO COMPLETO
1. Un país que retrocede en su capacidad productiva
Argentina atraviesa un proceso de deterioro industrial tan profundo como acelerado, que no puede ser interpretado como parte de un ciclo económico habitual. No estamos frente a una recesión industrial pasajera ni a un ajuste transitorio. Lo que observamos es una desindustrialización inducida, resultado directo de una orientación económica que repite, casi sin variaciones, las políticas más regresivas de las últimas cinco décadas. Tal como ocurrió durante la dictadura y el mandato económico de Martínez de Hoz, en la convertibilidad de los años noventa y durante el ciclo 2016–2019, se vuelve a apostar a una apertura indiscriminada, al desequilibrio cambiario y a la renuncia explícita a cualquier política industrial. Ese camino ya lo conocemos: destruye capacidades productivas, tecnológicos y laborales que luego cuestan años —y a veces generaciones— reconstruir. Hoy los trabajadores industriales, los científicos y tecnólogos, los estudiantes y profesores y quienes queremos vivir en una sociedad más justa y desarrollada estamos amenazados como pocas veces en la historia.
2. Una economía que, cuando crece, lo hace sin industria
Aun en un contexto donde algunos indicadores macroeconómicos muestran una tenue recuperación, la industria continúa en recesión. Este desacople revela la profundidad del sesgo antiindustrial del modelo actual. Mientras sectores como las finanzas, la energía o ciertas actividades primarias exhiben dinamismo, la producción manufacturera cae mes a mes. En lo que va de 2025, la producción industrial muestra una contracción promedio del 9,5% en comparación con el mismo periodo de 2023. Las promesas asociadas al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) apenas alcanzan a un grupo reducido de provincias y se concentran en sectores extractivos con escasa capacidad de irradiación sobre el resto de la economía. En términos de encadenamientos productivos, empleo y valor agregado, la industria sigue siendo la gran ausente, aun en períodos de crecimiento estadístico del PBI, como vimos días atrás.
3. El deterioro del empleo y la destrucción del tejido industrial
Los datos sobre empleo industrial son elocuentes: cada semana aparece una nueva noticia vinculada al cierre de fábricas, la suspensión de líneas de producción, despidos parciales o definitivos o la decisión de empresarios que, frente a la combinación de atraso cambiario y apertura indiscriminada sin política industrial, abandonan la producción nacional para reemplazarla por bienes importados. Desde que asumió Javier Milei, el empleo industrial registrado cayó en 16 de 21 meses, totalizando una destrucción de más de 42.000 puestos manufactureros. A esto se suma la pérdida de más de 125,000 puestos de trabajo en los sectores informales de la industria.
Este fenómeno no solo implica pérdida de empleo directo; conlleva también la destrucción silenciosa de capacidades tecnológicas, de saberes acumulados, de redes de proveedores y de mercados que costaron décadas construir. Ya van casi 2.000 empresas industriales que cerraron desde noviembre de 2023. La historia argentina es clara: cada vez que se destruye tejido industrial, la recuperación es lenta, costosa y, en algunos segmentos, directamente imposible. Estamos perdiendo no solo fábricas, sino futuro.
4. Un gobierno que reniega de la política industrial mientras el mundo hace exactamente lo contrario
El escenario se vuelve aún más preocupante porque el propio gobierno reivindica abiertamente su renuncia a la política industrial, al punto de haber dispuesto el cierre de la Secretaría de Industria y la Secretaría PYME. En un momento histórico donde las principales potencias económicas —Estados Unidos, la Unión Europea, China, Corea, India y Japón— refuerzan la intervención estatal para promover sectores estratégicos, Argentina avanza en sentido opuesto. Incluso nuestros vecinos como Brasil y México, están desplegando ambiciosos programas de industrialización, transición energética, innovación tecnológica y desarrollo regional. Mientras el mundo recupera la industria como eje de la competitividad del siglo XXI, en nuestro país se la desmantela sin pudor y sin ningún plan alternativo para sustituirla.
5. El “acuerdo” con Estados Unidos: una entrega sin beneficios reales
Un ejemplo de esta orientación es el reciente “acuerdo” con Estados Unidos. Más que un acuerdo, se trata de un contrato de adhesión, en el que Argentina asume compromisos regulatorios, reducción de aranceles y concesiones estratégicas a cambio de promesas débiles y beneficios inciertos. Estados Unidos obtiene ventajas comerciales, acceso preferencial a sectores clave y alineamiento geopolítico, mientras que nuestro país renuncia a instrumentos esenciales de desarrollo industrial. En un mundo que fortaleció sus fronteras tecnológicas y sus capacidades productivas tras la pandemia, Argentina parece escoger voluntariamente una posición subordinada y dependiente, renunciando a herramientas que son esenciales para cualquier estrategia de desarrollo.
6. Llamado a la acción: un compromiso nacional para frenar el industricidio.
Frente a este panorama, la reacción no puede ser fragmentada ni sectorial. La magnitud del desafío exige una respuesta nacional y transversal, capaz de reunir a trabajadores, empresarios industriales, pymes, cámaras productivas, universidades, centros tecnológicos, investigadores, estudiantes, científicos y gobiernos locales comprometidos con el desarrollo. La defensa de la industria argentina debe convertirse en un proyecto colectivo, sustentado en la convicción de que sin producción no hay futuro, sin trabajo no hay justicia social y sin industria no hay soberanía económica ni desarrollo posible.
Nuestro país enfrenta una encrucijada decisiva. Si seguimos por este camino, volveremos a los escenarios de desempleo, pobreza, marginalidad y fractura territorial que ya conocemos demasiado bien. Si en cambio somos capaces de articular una respuesta común, amplia y federal, podremos defender nuestras capacidades productivas, proteger el empleo y reconstruir un horizonte de desarrollo nacional.
Hoy, más que nunca, es necesario ponerse de pie. La industria argentina es demasiado importante para dejarla caer en silencio. Es el corazón del progreso material, la fuente principal de innovación, el sostén del empleo calificado y el cimiento de cualquier proyecto de desarrollo. Por lo que convocamos a la realización del congreso de la producción ,trabajo y calidad de vida.
No podemos permitir un industricidio anunciado.
Es tiempo de actuar.
Es tiempo de defender lo que somos capaces de producir.
Hoy decimos, con claridad y firmeza:
No al industricidio.
Sí a una Argentina productiva, federal, inclusiva y con futuro.













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